
El Partido Popular: de la ilusión a la complicidad
La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 25 de marzo de 2025
La mayoría absoluta conseguida por Mariano Rajoy y el Partido Popular en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 fue interpretada por muchos españoles como una oportunidad histórica para revertir el daño causado por los años de gobierno socialista bajo José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, la esperanza y la confianza depositadas por millones de votantes se desvanecieron rápidamente, dando paso a la decepción y a la frustración. Rajoy tuvo el poder, el mandato y la responsabilidad para derogar las leyes ideológicas impulsadas por Zapatero, pero optó por no hacerlo, permitiendo así la rehabilitación política y social del expresidente socialista.
Mariano Rajoy llegó al poder en medio de una grave crisis económica, prometiendo reformas profundas y una gestión responsable para sacar a España del abismo económico en que la habían sumergido los gobiernos socialistas. La situación económica era dramática: un paro que superaba los cinco millones, un déficit público desbocado y una pérdida alarmante de credibilidad internacional. Frente a este escenario, la lógica política y moral indicaba que el Partido Popular tenía la obligación de revertir no solo los desastres económicos del zapaterismo, sino también sus leyes ideológicas más polémicas, que habían fracturado a la sociedad española.
Zapatero impulsó durante sus años de mandato una serie de reformas ideológicas que buscaban transformar la sociedad española bajo la agenda radical de una izquierda polarizadora y excluyente. Leyes como la del aborto, la educación para la ciudadanía, la ley de memoria histórica, la regulación del matrimonio entre personas del mismo sexo y las iniciativas destinadas a dividir y enfrentar a los españoles eran los pilares fundamentales del proyecto ideológico zapaterista. Estas leyes fueron aprobadas sin consenso social, impuestas desde la confrontación y generando divisiones profundas en la sociedad española.
Con una mayoría absoluta aplastante, Rajoy y el PP tenían en sus manos la oportunidad y la obligación política y ética de revertir este legado, de restaurar la unidad social y de volver a principios básicos que habían sido desechados durante los gobiernos socialistas. Pero sorprendentemente, Rajoy se negó a actuar. Con la excusa de centrarse en la recuperación económica, dejó intactas todas y cada una de las leyes ideológicas impulsadas por Zapatero. El Partido Popular, con una mayoría histórica, no solo defraudó a sus votantes, sino que se convirtió en cómplice involuntario del legado de Zapatero, perpetuando sus políticas y permitiendo su rehabilitación política.
La negativa a derogar o al menos modificar sustancialmente la Ley de Memoria Histórica ha sido uno de los ejemplos más evidentes de esta pasividad cómplice. Esta ley, lejos de buscar una verdadera reconciliación nacional, sirvió para reabrir heridas del pasado, alimentar el resentimiento histórico y fomentar un relato sectario y revanchista de la historia española. Rajoy, pudiendo haber derogado esta ley divisiva y excluyente, prefirió mirar hacia otro lado, permitiendo que la narrativa socialista se consolidara en la sociedad española, dando paso a la radicalización y polarización que hoy padecemos.
Otra oportunidad perdida por Rajoy fue su negativa a derogar la polémica reforma de la ley del aborto promovida por Zapatero, una ley extrema que convirtió el aborto prácticamente en un derecho absoluto, banalizando la vida y promoviendo una visión radical e ideológica sobre un tema tan delicado como la protección de la vida humana. Mariano Rajoy y su gobierno, después de prometer reiteradamente la derogación o al menos una profunda reforma de esta legislación, optaron por abandonar su compromiso, traicionando así a millones de votantes que habían confiado en su palabra. Esta claudicación no solo supuso un golpe moral para muchos de sus electores, sino que confirmó el éxito del proyecto ideológico socialista en la sociedad española.
De manera similar, la Ley de Educación para la Ciudadanía, diseñada expresamente para adoctrinar ideológicamente a los estudiantes, tampoco fue eliminada. El PP introdujo modificaciones cosméticas, sin abordar el verdadero fondo ideológico de la ley, que seguía presente en la educación de las nuevas generaciones. Esta negligencia contribuyó directamente a que la visión socialista del mundo se consolidara entre los jóvenes españoles, garantizando así la perpetuación de su proyecto político e ideológico en la sociedad.
En el ámbito del matrimonio entre personas del mismo sexo, el Partido Popular también optó por la pasividad, renunciando a defender su postura tradicional y permitiendo que la definición legal de matrimonio fuera permanentemente alterada, en contra de lo que defendían muchos de sus votantes. En lugar de proponer soluciones alternativas como las uniones civiles, Rajoy aceptó implícitamente la imposición ideológica del socialismo zapaterista, renunciando así a los principios históricos defendidos por su propio partido.
Además, fue Mariano Rajoy quien, desoyendo las peticiones de las víctimas del terrorismo y siguiendo las políticas de Zapatero, acercó a presos de ETA y facilitó su excarcelación en cumplimiento de una sentencia emitida por un tribunal extranjero que derogaba la doctrina Parot. Este acto no solo supuso un golpe para las víctimas, sino que confirmó nuevamente la continuidad ideológica y moral entre los gobiernos de Rajoy y Zapatero en aspectos especialmente sensibles para la sociedad española.
También es necesario recordar que Mariano Rajoy fue quien en 2015 firmó la Agenda 2030, asumiendo así los postulados ideológicos globalistas impulsados por organismos internacionales y que se alineaban perfectamente con los principios que había defendido el propio Zapatero. Con esta firma, Rajoy ratificó de forma simbólica y práctica su compromiso con una agenda política e ideológica contraria a los principios fundamentales defendidos tradicionalmente por su propio partido.
La consecuencia directa de la inacción de Rajoy frente a las leyes ideológicas de Zapatero fue la rehabilitación política y social del expresidente socialista. A pesar del desastre económico y político causado por su gestión, hoy Zapatero es tratado por el socialismo español como un referente ideológico y político. Ha recuperado su prestigio dentro del PSOE, se pasea por los medios de comunicación ofreciendo consejos y análisis políticos y se ha convertido en una voz influyente dentro de la izquierda radical española y latinoamericana. Esto ha sido posible gracias, en gran medida, a que Rajoy no desmontó el entramado ideológico que Zapatero dejó instalado en España.
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