
Aznar, el rostro oculto del bipartidismo frente a Abascal
La opinión de Javier García Isac de hoy, lunes 17 de marzo de 2025
José María Aznar, otrora presentado por muchos como estandarte del centro-derecha, ha vuelto a mostrar su auténtico rostro, aquel que nunca ha estado muy lejos del PSOE de Felipe González, del régimen bipartidista, corrupto y decadente que ha gobernado España durante décadas. Sus recientes declaraciones, afirmando sentirse más cercano al expresidente socialista que a Santiago Abascal, son un ejercicio de transparencia involuntaria que debería servir para despertar a aquellos que aún creen en el mito del Partido Popular como alternativa real al socialismo.
Aznar, figura que tantos veneran aún hoy, no es más que un nostálgico de la partitocracia más dañina, aquella que llevó a España al actual estado de descomposición política, económica y moral. Este hombre nunca levantó las alfombras de la corrupción socialista. Pudiendo hacerlo, prefirió cerrar los ojos y dar continuidad al legado turbio y nefasto que recibió del PSOE. Su gobierno fue cómplice, por omisión y por acción, al no investigar ni denunciar con firmeza los casos de corrupción más flagrantes de la era González, aquellos que incluyen desde los fondos reservados hasta los GAL, pasando por el escándalo de Filesa.
No solo no combatió con contundencia el legado de González, sino que colaboró activamente con quienes querían destruir España desde dentro. Fue Aznar quien otorgó a los separatismos vasco y catalán competencias vitales como la educación, facilitando el adoctrinamiento que hoy sufrimos, y sentando las bases del separatismo desbocado que padecemos actualmente. Aznar quiso jugar a hombre de Estado y lo hizo entregando las llaves de la nación a aquellos que nunca han ocultado su deseo de romper España.
Sus palabras ahora, mostrando preferencia por un socialista manchado por los escándalos más turbios de nuestra reciente historia frente a la alternativa honesta y patriótica que representa Santiago Abascal, revelan su auténtica naturaleza. Aznar, desde la soberbia de una falsa superioridad moral que él mismo concedió a la izquierda, desprecia a quienes defienden valores que él mismo enterró durante su mandato. Prefiere la compañía de aquellos con quienes pactó silencios y olvidos, frente a la valentía de quienes hoy reclaman dignidad, justicia y verdad.
Fue también bajo el mandato de Aznar cuando se sembraron las semillas de la nefasta ley de memoria histórica, aprobada después por Zapatero pero abonada previamente cuando el propio Aznar condenó públicamente el Alzamiento Cívico-Militar del 18 de julio de 1936 en sede parlamentaria. Fue él quien legitimó, consciente o inconscientemente, la futura estrategia de la izquierda para reescribir la historia, criminalizar a media España y perpetuar el enfrentamiento entre españoles.
Aznar es, en definitiva, símbolo de lo peor del bipartidismo, un régimen que se resiste a desaparecer, pero cuyo tiempo ya ha pasado. Sus declaraciones, lejos de sorprender, confirman lo que muchos sospechábamos: el verdadero enemigo de quienes creemos en la regeneración nacional no solo está en la izquierda más radicalizada, sino también en aquellos que, como él, añoran tiempos que jamás deberían repetirse.
España necesita urgentemente librarse de las viejas cadenas del PP y del PSOE, apostando por líderes que, como Santiago Abascal, representan auténticamente una ruptura con el pasado y la esperanza de una regeneración nacional verdadera.
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