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Javier García Isac
OPINIÓN

El que no aporte, que se aparte. Esto va de España.

La opinión de Javier García Isac de hoy, lunes 12 de mayo de 2025

En política, como en la vida, hay traiciones que duelen y deslealtades que repugnan. VOX no es un partido perfecto —ninguno lo es—, pero sí es un proyecto con principios, valores y una misión: salvar a España del abismo en el que la han sumido décadas de corrupción, cobardía y entreguismo. Y por eso, VOX molesta. Porque no es domesticable. Porque no quiere ser el “PP bueno”. Porque no se vende. Porque no está en esto para colocar a mediocres, sino para plantar cara a los enemigos de España.

Llama poderosamente la atención cómo ciertos personajes que en su día fueron elegidos diputados, concejales o cargos internos de VOX, ahora se dedican a lanzar dardos envenenados contra la organización. Se les llena la boca de desilusiones, de agravios, de desencantos... ¿Por qué no los expresaron cuando estaban dentro? ¿Por qué justo ahora, cuando están fuera del cargo y fuera del sueldo?

Hay dos tipos de ex de VOX. Están aquellos, pocos pero honestos, que se alejaron por motivos personales, por desacuerdos ideológicos o por puro desencanto. Algunos llegaron pensando que la política era otra cosa, y al comprobar que en VOX no hay moqueta, ni mamandurrias, ni puertas giratorias, decidieron marcharse. Y es respetable. Uno puede discrepar sin convertirse en enemigo. Uno puede marcharse sin escupir en la mano que le dio una oportunidad.

Y luego están los otros. Los que se apuntaron al proyecto cuando olieron que podía darles un escaño, un sueldo, una proyección. Los que venían rebotados del Partido Popular, ese geriátrico de políticos amortizados que ya no contaba con ellos ni para pegar carteles. Acudieron a VOX como quien acude a un flotador: no por convicción, sino por supervivencia. Y cuando el flotador dejó de sostenerles... patalearon. Criticar a VOX es su nueva forma de mendigar un puesto. Se sacan fotos con cargos del PP, se dejan ver en sus mítines, lanzan guiños a Génova y esperan a que alguien les devuelva lo que creen que les pertenece por derecho divino: un sillón y un sueldo público.

No hay mayor miseria política que la del ambicioso sin causa. Y en eso, el panorama está lleno. Porque muchos de estos ex de VOX nunca creyeron en la batalla cultural, ni en el combate ideológico, ni en la España que queremos recuperar. Solo querían un sitio en el banquete. Si se lo daba VOX, bien. Si ahora se lo puede dar el PP, también. El caso es estar. El caso es cobrar. El caso es seguir. El VOX actual es mucho más combativo y coherente que el de los 52 diputados. Ese crecimiento fulgurante, no era el que tocaba en ese momento. Ahora sí, VOX está donde tiene que estar, con un crecimiento continuo, siendo la opción favorita entre los jóvenes de este país y subiendo en intención de voto. Pero siendo importante los votos, lo es más la defensa de los valores y los principios, por encima de los resultados electorales. Eso es algo que algunos no acaban de ver, ese resultado inmediato y el no creer en un proyecto de futuro y a largo plazo.

Afortunadamente, VOX ha madurado. Ha dejado de ser un proyecto de aspiraciones para convertirse en una realidad consolidada. Ya no necesita la bendición de Aznar ni el guiño de Esperanza Aguirre. Ya no es un satélite del PP, ni un refugio de peperos defenestrados. VOX es una alternativa real, firme, coherente. Y eso molesta. Molesta a los medios del sistema, que no pueden comprarlo. Molesta al bipartidismo corrupto, que lo teme. Y molesta a los que estuvieron dentro y ahora se ven fuera, sin cargo y sin influencia.

No se trata de un número de escaños, se trata de coherencia. VOX está hoy más fuerte que nunca, porque tiene una línea clara, una meta definida y un discurso que no cambia al son de las encuestas manipuladas. La política de principios no es cómoda. No es rentable. Pero es la única que puede cambiar las cosas.

A los que hoy critican desde fuera, solo cabe decirles una cosa: quizá lo que falló no fue VOX, quizá fueron ustedes. Quizá nunca estuvieron a la altura del proyecto. Quizá confundieron a VOX con una agencia de colocación, cuando en realidad es un frente de batalla. Esto no va de siglas, esto no va de partidos. Esto va de salvar a España. Y para eso se necesita compromiso, lealtad y convicción.

Que cada uno milite donde quiera, pero que dejen de engañar. La mayoría de los críticos abandonaron VOX cuando perdieron el cargo, no cuando perdieron la fe. Y eso lo dice todo. Que no nos vengan ahora con cuentos de pureza, de integridad, de principios, cuando lo que buscan es un puesto, un sueldo y un titular en prensa.

VOX está aquí para quedarse. Y está aquí para incomodar. No se fundó para sustituir a Sánchez por Feijóo, ni para cambiar a Marlaska por otro que haga lo mismo con corbata distinta. Se fundó para que nunca más un tirano pueda destruir nuestra nación desde dentro. Para que nunca más la corrupción, la mentira y la cobardía sean el pan de cada día.

Así que, con cariño pero con firmeza: el que no aporte, que se aparte. Esto no va de asaltar el poder para repartir cargos. Esto va de recuperar el alma de España. Y para eso, sobra mucha gente y falta mucha más que esté dispuesta a darlo todo sin pedir nada a cambio.

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