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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la clausura de la Asamblea anual del Instituto de la Empresa Familia
OPINIÓN

El cohete de Pedro Sánchez

Sánchez hace pocos días, afirmó que la economía española no iba como una moto, sino como un cohete


Sánchez, hace pocos días, afirmó que la economía española no iba como una moto, sino como un cohete. El marido de Begoña apoyaba su afirmación en el crecimiento de nuestra economía, si se le comparaba con el resto de la UE, lo que era cierto, aunque se le olvidaba señalar que el hundimiento del PIB por la pandemia había sido el más profundo y la recuperación a los niveles de 2009 también había sido la más lenta, la gestión de los fondos europeos no había sido clara y en el asunto de las mascarillas existe la sombra de la corrupción.

Parece que otros indicadores económicos como: el nivel de paro general y juvenil, los índices de pobreza, el difícil acceso a la vivienda, la precariedad del transporte ferroviario, la desatención y abandono del sector primario, la ralentización de la inversión exterior, el incremento de la deuda o el aumento del gasto público no productivo, son aspectos de nuestra vida cotidiana que no merecen su consideración y análisis.

 La verdad es que cualquier ciudadano, esperaría una declaración de su presidente más objetiva y menos sesgada a un solo dato y este además abordado fuera de su contexto. Sobre todo, cuando ostenta un doctorado en economía por el que podría presumirse que no es un profano en la materia.

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También es evidente EL COHETE  que durante estos años que ha ejercido el Poder, nos ha acostumbrado a no tener en gran consideración sus afirmaciones ni su palabra, pues jamás sus desmentidos han estado acompañados de un acto de responsabilidad política. Cambiar de opinión es propio de gente sensata y flexible, hacerlo de continuo y por razones personales es propio de egoístas y necios. Lo cual queda muy lejos del espíritu que debe animar a un estadista. Tampoco esta vez se le puede creer, los datos están contra su propaganda.

  Aunque, como ha venido demostrando a lo largo de estos años, la economía española no le importa nada, su repentino interés por ella se debe a los intereses subyacentes, que sí tiene: la ley de amnistía y las elecciones europeas. Por ello presentar un cuadro idílico en el que todo marcha muy bien o está en camino de solucionarse era esencial, así como presentar una gigantesca bandera de España en la sede de Ferraz, después de su indiferencia y pasotismo cuando era vejada o quemada en Cataluña, en donde si estaba obligado a defenderla por mandato constitucional.

En definitiva, y con los datos en la mano, la economía española no va como un cohete, pues su destino es incierto, al no encarar los problemas que hoy tiene. A lo sumo puede ir como esos fuegos artificiales de las ferias que una vez que estallan quedan en nada.

      

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