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Personas participando en una manifestación feminista con pancartas y banderas moradas, rodeadas de árboles con flores lilas.
OPINIÓN

El futuro será feminista o no será, un órdago a la grande

Por Antonio Sánchez Sánchez

Hace un par de semanas y con motivo del lanzamiento de la campaña institucional del gobierno para el 08 de marzo de 2025, fecha en la que se celebró el día internacional de la mujer, el Ministerio de Igualdad arrojó un último órdago a la sociedad.

Pasadas ya suficientes fechas y ante la ausencia de un análisis más profundo y pormenorizado en el ámbito político y mediático por el que clama esta enésima campaña ideológica, es imperativo entrar al trapo ante la terrible amenaza velada que subyace tras ella; la enésima campaña de acción infamante directamente dirigida contra el sexo masculino desde el seno del gobierno de España. Los ciudadanos no pueden mantenerse en posiciones aquiescentes ante tal atropello constitucional. La sociedad no puede acostumbrarse ni mirar hacia otro lado cuando se están pisoteando los derechos y libertades de la mitad de ella, limitándose a cuchichear por lo bajini escondidos por los rincones temerosos de que algún indigente mental a sueldo de este gran lobbie les escuche y se expongan a la tan temida cancelación social, todo ello por el simple hecho de dar su opinión sobre un tema que no es otra cosa más que la ya germinada simiente de la destrucción de la pacífica convivencia en sociedad.

Tenemos que alzar la voz para exigir la eliminación de la deriva discriminatoria a que están sometidos los hombres bajo las políticas feministas promovidas por un gobierno absolutamente corrupto, indecente e inmoral.

(Antes de continuar, quiero abrir un breve paréntesis para citar el Artículo 14 de la Constitución Española del que reza así su tenor literal:

“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal.”

Cierro paréntesis clamando por la discriminación que hoy día sufre el hombre en la sociedad española[por particularizar], dejando constancia que las políticas de género van en contra de los preceptos constitucionales y los derechos y libertades de los hombres.)

Para pábulo de sus acólitos, el Ministerio de Igualdad mandó hacer una serie de vídeos promocionales para su gran día, el día 08 de marzo, un día en el cual las calles se pintan de un morado exclusivo, violento, intolerante y en cierto modo pervertido, donde ni siquiera ya la inmensa mayoría de las propias mujeres son aceptadas.

Estos vídeos hacen apología de un momentum social ilusorio, fantástico o surrealista alimentado por el odio donde desde el citado ministerio se insiste vehementemente en que vivimos en un contexto en el que los derechos de las mujeres no se encuentran consolidados, infiriendo una suerte de esclavitud moral subyugada al heteropatriarcado, y no solo eso, sino que refieren que las mujeres están siendo atacadas por el negacionismo, la irracionalidad y la bota del maligno y opresor hombre del saco, dibujando un perfil de novela de terror en el cual la protagonista está siendo ferozmente acorralada por oscuros demonios masculinos.

Ante esta presentación frenopática e impúdica, la sociedad asiste atónita ante unos supuestos que jamás vieron ni sintieron las mujeres desde hace, al menos, ya más de medio siglo y que desde el mismo sector femenino se desmarcan a paso ligero más y más mujeres cuerdas siendo conscientes de la barbaridad y la enajenación mental e intelectual que supone ahondar en esas premisas fanáticas que únicamente pretenden la destrucción de todos y cada uno de los pilares elementales de cohesión social.

Tres eslóganes se vertieron en los tres videos de producción ministerial, donde, tras su análisis, se muestra el carácter absolutamente excluyente del movimiento promocionado por el gobierno a través del Ministerio de Igualdad. En esta serie de vídeos se muestra un primer plano de una mujer que paulatinamente se abre para dar visión de colectivo, en el cual, tras un minuto aproximadamente de muestra de rostros serios que transmiten violencia resistida, opresión, malestar, subyugación, tristeza y debilidad, se rompen en un estallido reivindicativo, donde todas las actrices gritan fuerte, amenazantes y al unísono:

“El futuro será feminista, o no será” – “Si nos tocan a una, nos tocan a todas” – “¿Te cansas de oírlo? Nosotras de vivirlo”

Es terrible el mensaje lanzado. Las connotaciones liberticidas y la violencia que subyace tras estas soflamas, no sólo lanzan una imagen de debilidad y fracaso existencial autopercibida, sino que crean un marco social incluso peligroso. Son gritos fascistoides, donde no hay lugar para nada ni nadie que no sea fiel a la secta o al propio movimiento; todos los demás serán aplastados y borrados de la faz de la tierra. Únicamente pervivirá la supremacía feminista donde, polarizadas hembras sobre machos, se aplicarán parámetros xenófobos o racistas para hacer desaparecer la escoria masculina, fruto de todos sus males. Y todo esta fiesta pagada con ingentes cantidades dinero público que se cuentan por decenas de miles de millones de euros procedentes de unos impuestos que paradójicamente también pagan los hombres.

Hemos pasado otro políticamente ideologizado 08 de marzo, donde ha quedado patente un backstage feminista radical agonizante y desesperado, donde el sentimiento de un todo o nada pone de manifiesto cuál es la realidad de este movimiento antisistema de izquierda radical y fanático. La cuarta ola del pervertido movimiento feminista ha acabado su recorrido estallando en la arena de la playa dejándose destruida a sí misma, donde al retirarse lentas las aguas resignadas, han dejado postradas su aspiraciones fascistas, intolerantes e impositivas, como aquel pez fuera del agua, que sabiéndose en las últimas, se revuelve estertóreamente, boqueando y estrepitando contracciones imposibles, preludio de una muerte anunciada.

Han lanzado un órdago a la desesperada intentando mostrar fortaleza, pero no son buenas jugadoras de mus, se les ve a leguas el farol y ya nadie pierde el tiempo ni en escucharlas. ¡Veo! ¡Cartas arriba!

Tal vez, deberían de jugar más al mus y dejar de insistir en el machismo del propio juego, donde tras haber visto al oponente masculino giñar un ojo, levantan el dedo acusador contra él sintiéndose agredidas, a lo cual tremendamente ofendidas y cegadas por el odio y la ira se la juegan a la mayor no habiendo entendido siquiera las reglas del juego.

Finalmente se desvela el solomillo masculino y resulta que pierden la partida por lanzar órdagos sin fundamento cuando los cerdos y el pito no los llevan ellas en su mano, sólo existen en sus fanatizadas mentes.

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