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Pedro Sánchez

POLÍTICA

La escena de la hija de Sánchez en La Moncloa que quebró a Sánchez

El presidente tomó la decisión de amagar con dimitir tras comer con Begoña y ver el sufrimiento de su hija pequeña


El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había demostrado hasta este miércoles ser un hombre de hielo. Parecía que, como buen experto en resiliencia, era un hombre que era capaz de sobrevivir a todo: a los ataques de la oposición y de la prensa, a los influencers, a los gritos de la calle e incluso a los rumores más personales. Sin embargo, en su carta a la ciudadanía demostró por primera vez su lado más humano y que no era 'inmortal'. Que era una persona humana que también se quebraba con las informaciones que afectaban a su entorno familiar. 

Empleados de Moncloa cuentan que el miércoles Sánchez llegó al Palacio con la cara desencajada. Las informaciones que empezaron a circular desde primera hora de la mañana de la apertura de diligencias contra su mujer Begoña Gómez por un presunto delito de tráfico de influencias le afectaron y en su rostro en el Congreso se pudo apreciar que algo no iba bien. Fuentes próximas a Sánchez aseguraban que en las últimas semanas el presidente no estaba siendo el mismo. Su habitual fortaleza, que parecía inmune a los golpes de la oposición y de los medios críticos, comenzaba a velar por su ausencia. Ni siquiera celebró a lo grande el crecimiento en las elecciones del País Vasco. El escándalo de su esposa, la captadora de fondos Begoña Gómez, que llevaba semanas copando todos los titulares de la prensa, comenzaba a minar su moral. 

El filósofo Daniel Inneratiy, que estuvo con él en La Moncloa hace un mes, contó en La Ser que se encontró con "una persona vulnerable y abatida que contrasta mucho con esa imagen del resistente que seguramente él ha forjado con sus libros". Los funcionarios de Moncloa consultados por EDATV también han sido conscientes del deterioro emocional de Sánchez en estas últimas semanas a consecuencia de las informaciones en torno a su mujer y supuestos rumores que le situaban en una relación extramatrimonial con el consejero delegado de una empresa al que ayudó con fondos públicos. Unos rumores que llegaron a Sánchez provocándole un enorme cabreo, según su entorno.

Lo que narra un empleado de Moncloa es que el miércoles la gota que colmó el vaso fue el hecho de que Sánchez viese a Carlota, su hija de 17 años, romper a llorar desconsolada durante la comida con Begoña. Según relata esta fuente, la joven decía que estaba siendo víctima de insultos en el instituto y que compañeros de clase le estaban reprochando que fuese la hija de una corrupta que acabaría en la cárcel. Pedro se quebró al ver aquella escena y se encerró en su despacho a preparar la carta a la ciudadanía, con la que anunciaba que habría un proceso de reflexión de cinco días para pensarse si el lunes abandonaba el poder. Solo se lo comunicó a su mujer Begoña y a sus hijas. Sus ministros y colaboradores se enteraron por redes sociales. Fue una decisión estrictamente personal que provocó el shock del partido, donde ahora sus principales dirigentes tratar de movilizar a la militancia para que Sánchez de marcha atrás y recapacite. Saben que si se va el PSOE se abrirá en canal. Fuentes socialistas insisten en que esto no es una campaña de victimización de Sánchez para reforzarse, sino la decisión de una persona que se ha roto al ver a su familia sufrir por su culpa. 

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