La dictadura cognitiva: corrimiento al rojo

La izquierda sabe que pensamos con palabras, por lo tanto, sabe que quien domine las palabras dominará los pensamientos de la gente. La dictadura que pretende imponer Pedro Sánchez es en primer lugar una dictadura mental, es cognitiva, es la dictadura del pensamiento.

La semana pasada hablamos sobre cómo en un perturbador ejercicio taxonómico, nos dividen y clasifican mediante la estrategia del corte rojo que se aplica en tres sencillos pasos:

En primer lugar, definen una línea que divide a un grupo social antes cohesionado. En segundo lugar, le dan un nombre y una bandera a los grupos resultantes y por último, y así asegurarse de que la división sea irreconciliable, otorgan a una de las partes una entelequia llamada derechos. ¡Listo! El corte rojo es ya irreversible.

Esta semana, aprovechando la coyuntura del corte, hablaremos sobre un nuevo concepto que describe el panorama político que vivimos hoy: el CORRIMIENTO AL ROJO.

El efecto Doppler es un fenómeno físico por el cual una fuente que emite un sonido regular parece cambiar su frecuencia debido al movimiento relativo con respecto al observador.

Con la luz sucede lo mismo; la frecuencia percibida cambia con el movimiento relativo y vemos los objetos azulados cuando se acercan y rojizos cuando se alejan. Fue a principios del siglo XX cuando los astrónomos advirtieron que las galaxias más lejanas presentaban un color rojizo, lo que les permitió inferir que el universo se está expandiendo. Este fenómeno se conoce como corrimiento al rojo.

El espectro político no es estático, también se mueve. Casi todos los partidos se están deslizando a la izquierda —progresan, dicen algunos—, y podemos observar un más que evidente corrimiento al rojo que está modificando, con un nuevo marco ético, la percepción colectiva de la historia, la proyección del futuro y básicamente lo que entendemos que está bien y lo que está mal.

El PSOE se desliza al rojo a una velocidad cercana a la de la luz, aplastando a Sumar y a los restos de Podemos, de tal modo que han quedado reducidos a un artrítico cartílago que apenas los separa de Bildu, Esquerra y compañía.

En ese contexto, el PP intenta extenderse por el espacio que antes ocupaba el PSOE y VOX sencillamente se mantiene en el mismo lugar que ha ocupado la derecha.

De este modo, los que se deslizan a toda velocidad por la pendiente roja llaman extremista a todo aquel que no les siga el ritmo. A pesar de todos los acercamientos a la izquierda de Feijóo, debido al movimiento relativo, el PP sigue siendo, a sus ojos, la derecha extrema y VOX, cómo no, la extrema derecha.

Menudo problema léxico tendrán cuando aparezca un partido a la derecha de VOX: la ultra-mega-turbo-extrema… tendrán que hacer eso que decía Escohotado de seguir sumando adverbios para que parezca que la cosa adquiere algún tipo de contenido. Si Ciudadanos, según ellos, era fascismo… ya todos los que no alcemos el puño somos fascistas. Cómo olvidar aquello que decían de 'Albert Primo de Rivera'.

Y lo más preocupante no es el deslizar de casi todos los partidos. Es el corrimiento al rojo ideológico que, a fuerza de campañas, televisión, radio, prensa, etcétera —es decir, de dinero público— se va conformando una base pantanosa sobre la que se fundamenta su nueva normalidad. Esto es, su nueva moralidad.

Así que cuando veas al Presidente del Gobierno, cantando la internacional con el puño en alto y sin rastro de vergüenza. Cuando veas a una ministro del Gobierno de España aboliendo la presunción de inocencia. Cuando veas a condenados por apología del terrorismo, deambular por el Palacio de la Moncloa. Ya sabes que lo que pretenden es realizar un corrimiento al rojo tal que ya cualquier cosa que no sea adherirse a todas las políticas socialistas sea ser un mega-turbo-extremo ultraderechista.