Plantas solares en terrenos de cultivo: más de la mitad de los españoles se oponen
La mayoría de los encuestados aboga por un modelo de transición energética que respete el campo
Más de la mitad de los españoles (56%) se opone a la instalación de paneles solares en terrenos agrícolas. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por GAD3, que revela un cambio en la percepción pública sobre las plantas solares. La mayoría de los encuestados aboga por un modelo de transición energética que respete el campo, el paisaje y las comunidades rurales. La encuesta fue presentada en un evento organizado por la Asociación de Periodistas Agroalimentarios (APAE), en colaboración con SOS Rural, y examina cómo la población española percibe las plantas fotovoltaicas, su impacto futuro en el campo y las posibles soluciones.
Aunque más del 75% de los españoles dice conocer las plantas fotovoltaicas, el estudio evidencia un notable desconocimiento al respecto. Por ejemplo, la mitad de los encuestados ignora que estas instalaciones pueden ubicarse en tierras de cultivo, a pesar de que el 56% se opone a esta práctica. Además, casi un tercio no conoce el tamaño promedio de las plantas solares y un 70% cree que son las empresas fotovoltaicas las responsables de gestionar los residuos industriales generados. En realidad, solo un 6% sabe que esta responsabilidad recae en los propietarios de los terrenos, es decir, los pequeños agricultores.
El informe también muestra que los españoles son más conscientes de las consecuencias negativas de las macroplantas solares. Siete de cada diez consideran que estas instalaciones reducen la tierra disponible para el cultivo y señalan efectos adversos como la despoblación y el aumento de los precios de los alimentos. Además, la mayoría opina que la instalación de plantas solares en suelos agrícolas afectaría negativamente la disponibilidad de alimentos.
La percepción de que las grandes empresas multinacionales son las principales propietarias y beneficiarias de las plantas solares es común entre los españoles. Solo un cuarto de los encuestados piensa que la población en general se beneficia de su existencia, y apenas un 19% cree que el medioambiente se beneficia. Aunque el principal motivo señalado para el uso de plantas solares en España es el cumplimiento de la transición energética, muchos también mencionan el greenwashing, incentivos económicos y la presión de lobbies como factores adicionales.
Lourdes Zuriaga, presidenta de la APAE y moderadora del evento, expresa que “hay cierta preocupación en una parte del sector agrario sobre la proliferación de plantas solares en suelos agrícolas. Esta es una buena oportunidad para profundizar en el tema, basándonos en un estudio que nos permitirá abordar diversas cuestiones”.
María Martín, directora de Comunicación de GAD3, señala que “los resultados del análisis indican que, aunque la sociedad española reconoce el valor de las plantas solares como una herramienta crucial en la lucha contra el cambio climático, su desarrollo no debe comprometer la sostenibilidad local, el paisaje ni el sector agroalimentario. El estudio destaca que la expansión de las energías renovables debe ir acompañada de una planificación integral que garantice un equilibrio justo para las zonas rurales, promoviendo un desarrollo beneficioso para todos los actores involucrados”.
Javier Poza Llorente, secretario general de SOS Rural, afirma que “el estudio de GAD3, realizado con altos estándares de profesionalidad, confirma nuestra defensa de un marco regulador que ordene las instalaciones fotovoltaicas y proteja las tierras agrícolas, especialmente las más fértiles, en España”.
Según Poza, “existe inquietud en la sociedad. Los ciudadanos quieren una sociedad más sostenible, pero no a cualquier costo, y definitivamente no quieren sacrificar la soberanía energética en favor de la soberanía alimentaria. Ambas deben coexistir. No podemos repetir los errores del pasado, por lo que es vital reflexionar sobre el modelo de transición energética que deseamos. En SOS Rural seguiremos trabajando en esta dirección”.
El sector primario es el más afectado por las plantas solares. Los agricultores son quienes más denuncian los efectos negativos de estas instalaciones, y el estudio muestra que quienes conviven diariamente con las plantas fotovoltaicas son más conscientes de sus impactos perjudiciales.
Los datos de la encuesta indican que aquellos que conocen y han visto plantas solares consideran que su proliferación genera efectos negativos en la agricultura y el paisaje. En particular, los actuales y antiguos trabajadores del sector primario agrícola perciben que estas instalaciones incrementan la contaminación y la despoblación en áreas rurales más que otros grupos laborales.
Económicamente, aunque siete de cada diez españoles creen que las plantas solares favorecen la creación de empleo y la reactivación económica, la mayoría considera que su impacto es negativo en otros aspectos, como el paisaje, la flora y fauna, y el sector agrícola. Un 81% de los españoles afirma no haber notado una mejora en su economía familiar debido a la proliferación de estas instalaciones, porcentaje que es incluso más alto entre los actuales y antiguos trabajadores del sector primario, tanto agrícola como no agrícola.
SOS Rural ha advertido desde hace tiempo que la expansión descontrolada de macroplantas en tierras de cultivo representa una amenaza para el medio rural y el entorno natural, que se ve drásticamente alterado de forma irreversible. Casos como el de la Región de Murcia, donde terrenos de regadío declarados de interés nacional están siendo cubiertos con paneles solares, dañando un suelo valioso y perjudicando la actividad agrícola de la región, son especialmente preocupantes, según denuncia SOS Rural.
Este movimiento ciudadano que defiende el mundo rural señala que, sin un marco normativo específico que proteja las tierras agrícolas, España corre el riesgo de pasar de una dependencia energética a una dependencia alimentaria. Además, advierte que, al instalar placas solares, el uso del suelo cambia de agrícola a industrial, transformando un manto verde en un “mar de hierro y cristal”.
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