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Hombre con gafas y barba en traje oscuro y corbata roja hablando en un micrófono con un círculo que muestra billetes de 500 euros en la esquina.
POLÍTICA

Las desorbitadas cifras de gastos de Koldo durante 15 días de pandemia en un restaurante

En el correo adjuntaron cinco facturas relativas a almuerzos

La sombra de las irregularidades económicas vuelve a proyectarse sobre la figura de Koldo, exasesor de Ábalos. Nuevos documentos revelan que, en solo 15 días de junio de 2020, Koldo abonó un total de 3.300 euros en cinco almuerzos en un restaurante. Así lo indica el diario La Razón.

Unos gastos que hoy generan indignación y que reabren el debate sobre el uso de recursos en plena emergencia sanitaria.

Un hombre con gorra y gafas habla frente a un micrófono con un fondo rojo.

Las facturas fueron recopiladas y solicitadas por su entonces pareja, Patricia Úriz, también contratada en el Ministerio, quien pidió al restaurante La Tragantia los justificantes de los servicios. El establecimiento respondió el 14 de junio enviando la documentación de los almuerzos fechados entre el 1 y el 12 de ese mes.

Un mes después, Úriz remitió los archivos a Koldo García con un escueto "Un saludo". Un detalle que, sin ser concluyente, sí ilustra la naturalidad con la que estos gastos se gestionaban.

Lo que verdaderamente llama la atención no es solo la cifra final, sino el volumen de comensales en pleno estado de alarma. Entre las facturas constan almuerzos para 40, 30 y 10 personas, además de dos comidas de 15 cubiertos cada una. Resulta difícil explicar —y aún más justificar— cómo un exasesor público podía organizar encuentros de tal magnitud.

Primer plano de Koldo García

Todo, mientras el país afrontaba restricciones severas, limitaciones de aforo y controles sanitarios estrictos. Mientras ciudadanos y negocios luchaban por sobrevivir, estas celebraciones multitudinarias parecen moverse en un limbo administrativo y ético.

El total abonado, con un promedio de 30 euros por cubierto, no sería extraordinario en circunstancias normales. Sin embargo, el contexto lo cambia todo. No estamos ante simples reuniones laborales: hablamos de almuerzos masivos durante una etapa en la que las reuniones sociales estaban restringidas y los ciudadanos estaban obligados a modificar radicalmente sus hábitos.

Además, el manejo de los justificantes añade más interrogantes. García solía adelantar gastos vinculados a su labor en el Ministerio de Transportes, y existe constancia de devoluciones gestionadas por la Intervención General del Estado.

También hay precedentes de que pasaba gastos al PSOE, cobrando luego en metálico. En este caso concreto, no se sabe si estos almuerzos fueron cargados al partido, al Ministerio o si se trataron como gastos personales. Las facturas, simplificadas y sin desglose de productos, omiten datos claros como la hora del consumo o la forma de pago.

La opacidad, una vez más, vuelve a imponerse sobre la transparencia que debería ser obligada en la gestión pública. Más allá de las cifras, este episodio alimenta la percepción de desconexión entre quienes ocupaban cargos de responsabilidad y el sacrificio colectivo de aquellos días.

Mientras el país intentaba contener la pandemia, las comidas de Koldo García se convirtieron en un símbolo incómodo. El retrato de un poder que, aparentemente, jugaba con reglas distintas.

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