La reapertura de Notre-Dame, cinco años después del incendio que casi la destruye, congregó a mandatarios de gran relevancia internacional. Figuras como Emmanuel Macron, Donald Trump, Giorgia Meloni y Volodímir Zelenski dieron peso político al acto. Sin embargo, España no estuvo representada.
El evento, que marcó el regreso de la catedral como símbolo cultural, fue también una plataforma diplomática. Entre los ausentes más criticados se encontró el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, quien alegó "motivos familiares" para justificar su falta.
Un salario elevado para una ausencia polémica
Urtasun, además de portavoz de Sumar, percibe un salario de 79.415,16 euros anuales. Un sueldo que, según analistas, exige mayor implicación en actos clave para proyectar la imagen de España en el ámbito internacional.
La ausencia del ministro generó un fuerte debate en el panorama político nacional. Núñez Feijóo, líder del PP, acusó al Gobierno de Pedro Sánchez de no estar a la altura de las circunstancias. “España ha perdido una oportunidad única para reforzar su peso internacional”, aseguró Feijóo.
Desde Moncloa y el Ministerio de Cultura, la justificación fue que la invitación al evento era “personal e intransferible”. Tanto para el ministro como para los Reyes de España. Sin embargo, esta explicación no convenció ni a la oposición ni a buena parte de la opinión pública.
Además, Moncloa insistió en que la ceremonia era de carácter religioso, lo que habría limitado la implicación oficial. Este enfoque fue criticado, ya que otros líderes aprovecharon la misa para subrayar la diplomacia cultural de sus países.
Mientras líderes de todo el mundo aprovecharon el acto para consolidar relaciones internacionales, España permaneció ausente. Analistas culturales y diplomáticos señalaron que este tipo de eventos no son meros actos religiosos, sino oportunidades estratégicas para reforzar la influencia de los países.
Emmanuel Macron destacó la importancia de Notre-Dame como un símbolo de resiliencia y unidad global. La presencia de 150 obispos y líderes religiosos reforzó el carácter solemne del evento, que España ignoró.
El debate sobre las prioridades del Gobierno
La polémica ausencia del ministro pone en cuestión las prioridades del Ejecutivo español. Con un salario de casi 79.415,16 euros anuales, se espera que figuras como Urtasun estén a la altura de las circunstancias y representen al país en foros internacionales de esta magnitud.
Aunque el Gobierno intentó minimizar el impacto, la falta de coordinación entre los socios de coalición quedó en evidencia. Algunos analistas señalaron que la ausencia refleja una desconexión entre el discurso oficial y la acción diplomática.
La oposición no fue la única en criticar la ausencia del ministro. Dentro de sectores cercanos al Gobierno, también hubo voces que lamentaron la oportunidad perdida. Para algunos miembros de Sumar, este tipo de errores de cálculo afectan la imagen de un proyecto político que busca ganar relevancia en el panorama nacional e internacional.
Por su parte, Urtasun, que ha ocupado cargos de peso como eurodiputado y portavoz de iniciativas verdes, defendió su ausencia como una cuestión estrictamente personal. Sin embargo, esta explicación no logró apaciguar las críticas, especialmente en un contexto donde la proyección internacional es clave.
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