
Así ha sido la llegada de bomberos alemanes para desplegarse en Extremadura
El inmenso convoy del Módulo GFFF-V-DE1 de Cuerpos de Bomberos de Renania del Norte-Westfalia recorre ya la Península
España recibe ayuda internacional para frenar los incendios más graves en décadas. Este martes aterrizó en San Sebastián un contingente de bomberos alemanes.
El grupo está formado por 67 efectivos y 21 vehículos. Proceden de los parques de Bonn, Düsseldorf, Leverkusen, Königswinter y Ratingen.
Son especialistas. Han combatido desastres similares en Grecia y Francia.
La unidad viaja hacia Extremadura, una de las regiones más castigadas. Allí, el fuego arrasa ya 15.000 hectáreas cerca de Jarilla. Portugal, en paralelo, lucha contra cuatro grandes incendios en su territorio.
La magnitud de la catástrofe ha obligado a sumar medios de varias comunidades. La Comunidad de Madrid envió un helicóptero bombardero. Además, mantiene a sus bomberos colaborando en Ávila y Segovia, para cubrir posibles rebrotes.

Otros refuerzos internacionales ya están en suelo español. Han llegado aviones y equipos desde Francia, Italia, Finlandia, Países Bajos, República Checa y Eslovaquia.
Mientras tanto, en Moncloa, Pedro Sánchez sigue culpando al cambio climático. El presidente insiste en que el calentamiento global es el gran causante de la tragedia. Sus palabras contrastan con la realidad sobre el terreno: más de un centenar de detenidos e investigados por provocar incendios en distintas regiones del país.
A pesar de la gravedad, el Gobierno central no ha decretado el nivel 3 de emergencia. Esa decisión impediría a las comunidades autónomas mantener el control y transferiría la coordinación total al Ejecutivo. Varias voces piden ya activar ese protocolo.
La indignación crece y los alcaldes afectados reclaman más medios. Los vecinos denuncian que el fuego avanza sin freno. Y no entienden cómo, en plena catástrofe, el Gobierno insiste en su discurso climático mientras el humo lo cubre todo.
La llegada de los bomberos alemanes es un gesto de solidaridad europea. Pero también es la prueba de que España sola no puede con esta crisis. La magnitud de los incendios exige cooperación internacional.

Extremadura se prepara para jornadas decisivas. El viento y las altas temperaturas amenazan con reavivar las llamas. La ayuda extranjera se convierte en un respiro para quienes llevan días luchando contra el fuego.
El contraste sigue ahí. Sobre el terreno, aviones, helicópteros y brigadas internacionales intentan frenar la tragedia. En Madrid, el presidente repite su mensaje sobre el clima y evita dar el paso de declarar el nivel 3.
Los incendios no entienden de discursos. El campo arde y la gente pierde su casa y su tierra. Y son los bomberos —muchos de ellos llegados de fuera— quienes ponen el cuerpo donde la política no llega.
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