
El asesino de una refugiada ucraniana en Charlotte contaba con 14 arrestos previos
La grabación muestra a Iryna Zarutska en estado de susto y desconcierto tras recibir varias heridas punzantes
El asesinato de Iryna Zarutska, ocurrido el 22 de agosto en Charlotte, expuso nuevamente los riesgos de la violencia en espacios públicos de Estados Unidos. El caso no solo estremeció a la comunidad por la brutalidad del ataque. También reveló el extenso historial criminal del presunto agresor, Decarlos Dejuan Brown Jr., un hombre con 14 arrestos previos que logró moverse libremente hasta el día del crimen.
Un video difundido tras la tragedia muestra a Zarutska en pánico, gravemente herida en un tren ligero. La cámara capta el momento en que Brown se aleja con calma, mientras los pasajeros permanecen paralizados y sin intervenir. Esa imagen se convirtió en símbolo de la impunidad y la indiferencia que rodearon el hecho.

Las autoridades reaccionaron con rapidez. El FBI se sumó a la investigación en cuestión de horas y el Departamento de Justicia presentó cargos federales.
Brown fue acusado formalmente por un acto que resultó en la muerte de una persona dentro de un sistema de transporte masivo. La gravedad de los cargos refleja la intención del Gobierno federal de impedir que el sospechoso vuelva a quedar en libertad.
El director del FBI, Kash Patel, calificó el ataque de “vergonzoso” y aseguró que la prioridad es garantizar que Brown “no salga nunca más de prisión para matar de nuevo”.
La fiscal general Pam Bondi reforzó ese mensaje al declarar que el Estado pedirá la pena máxima. Para ella, el caso no es solo un crimen aislado. Sino el resultado directo de políticas que “protegen a los criminales por encima de los inocentes”.
El perfil de Brown genera más preguntas que respuestas. Sus 14 detenciones anteriores reflejan una vida marcada por la violencia y la reincidencia.

Sin embargo, esos antecedentes no impidieron que continuara transitando libremente por la sociedad. Críticos de las políticas locales y estatales cuestionan por qué un hombre con tal historial seguía en condiciones de agredir a nuevas víctimas.
El asesinato de Zarutska no solo sacudió a Charlotte. Encendió un debate nacional sobre la seguridad en el transporte público y la respuesta del sistema judicial frente a la reincidencia. Funcionarios federales y estatales coinciden en que el ataque muestra la necesidad de medidas más estrictas para impedir que delincuentes peligrosos vuelvan a actuar.
La falta de reacción de los pasajeros también abrió otra discusión. ¿Qué llevó a un grupo de personas a no intervenir mientras una mujer era atacada? Algunos expertos hablan de miedo. Otros, de la desconfianza en la capacidad de las autoridades para proteger a quienes actúan como testigos o defensores.
En medio del dolor, la figura de Brown se convierte en el reflejo de un sistema que no supo contenerlo. Su caso reaviva el temor a que la violencia pueda surgir en cualquier lugar, incluso en espacios que deberían ser seguros. El futuro del acusado parece sellado: enfrenta un proceso federal que podría mantenerlo de por vida tras las rejas.
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