¿Fue un desastre o realmente es el futuro?: Cruzamos Europa en un SUV eléctrico
No, no salió ardiendo el coche ni tuvimos que parar en la puerta de un supermercado a mendigar un enchufe.
Preparativos
Este año decidimos hacer un viaje épico por Europa en familia. 5 personas y el maletero hasta arriba.
Ojo, no hablamos de un viajecito cualquiera. No, no. ¡Hablamos de cruzar cinco países, hasta Polonia! Pero claro, no podía ser tan fácil, ¿verdad?
Porque, ¿qué mejor forma de ponerle emoción al asunto que hacerlo en un SUV eléctrico?
¿Nos hemos vuelto locos?
Siempre lo estuvimos. Pero lo cierto es que queríamos vivir la experiencia de primera mano: ¿Se puede llegar lejos con un coche eléctrico?.
Y no hablo de paseítos por la ciudad, no. ¿6.344 km? ¿Por autopistas?
La respuesta corta: Sí, se puede. La respuesta larga: Vas a necesitar paciencia, pero se puede.
Empecemos por el coche: El "Tieso Edition"
Nuestro valiente compañero de viaje es un SUV eléctrico que homologa 455 km de autonomía… teórica.
Sí, teórica, porque la realidad es otra historia. ¿Por qué no compramos el modelo con 600 km? Pues porque son 7.000 euros más por 100 km extra.
Y, sinceramente, preferimos gastar ese dinero en alguna cerveza en Alemania. Prioridades, ¿no?
¡Arrancamos motores! (Bueno, encendemos baterías…)
Día 1: Madrid-Riom. Todo iba bien hasta que nos dimos cuenta de una cosa: el coche quiere ser tu jefe.
Sí, sí. Decide cuándo y dónde tienes que parar a cargar. Y aquí empieza el drama: el coche nos sugiere parar en Burgos, donde los cargadores son como de la Edad Media: lentos y siempre ocupados.
Pero nosotros, que siempre vamos en contra del gobierno, decidimos parar antes, en Aranda de Duero, donde los cargadores son más rápidos y modernos. Así evitamos la parada en el de Burgos.
Eso sí, no siempre es así de fácil. A veces te lleva a sitios en medio de la nada donde lo más emocionante es contar cuántas hormigas pasan mientras esperas a que cargue. O hablar con el de al lado si viene a cargar.
Pero, ¡eh!, también descubres rincones inesperados. Desde resorts de cinco estrellas a bares de polígono que te hacen replantearte la vida. La aventura está asegurada.
Paradas entretenidas... y otras no tanto
Aquí va la clasificación de las paradas: las divertidas y las… no tanto. Las primeras son en centros comerciales o restaurantes, donde bajas del coche, visitas las oficinas de porcelana, si acaso enviando un fax, y cuando vuelves, la batería cargada y tú descargado.
Pero luego están las otras. Las aburridas. Los enchufes en medio de la nada.
Esos 20 minutos interminables donde no hay nada que hacer salvo rezar para que nadie se conecte a tu lado y te baje la velocidad de carga (si son cargadores antiguos).
¡Qué emoción, eh! Bueno, el coche tiene juegos para algo.
La odisea francesa: colas, comida y enchufes
En cuanto cruzamos a Francia, el coche se puso caprichoso. Decidió que teníamos que parar en un cargador lleno. Pero claro, a solo 5 minutos había uno moderno y vacío en un centro comercial.
Así que nos desviamos, conectamos, y mientras otros seguían esperando como si estuvieran en la cola de un concierto, nosotros ya estábamos comiendo.
La velocidad alemana: ¡dale caña!
Entramos en Alemania, y aquí es cuando la cosa se pone interesante. ¡Autobahn!
Aquí no hay límites, y no perdí la oportunidad de poner a prueba al "Tieso Edition".
Llega a 221 km/h y la batería descendiendo como si fuera una barra de vida en un videojuego. Y lo mejor de todo es que, aunque el coche bebe batería a lo loco, luego se carga rápido. Más velocidad, menos estrés.
A estas velocidades, la autonomía real ronda los 200 kilómetros, por lo que cada hora hay que parar 20 minutos a cargar.
República Checa, donde todo es Skoda
En la República Checa todo es... Skoda. Nos sorprende nada más llegar.
¿Los coches? Skoda.
¿Los eléctricos en las calles? Skoda Enyaq.
Hasta los tranvías son Skoda.
Aquí nos sentimos un poco fuera de lugar, pero bueno, al menos había cargadores, aunque caros. Eso sí, ¡no pagamos el parkímetro!
¡Susto en Polonia!
¿Perdón? Me niego. Buscamos cargadores de otras empresas y, tras un poco, todo vuelve a la normalidad.
Eso sí, había un tipo con un portátil toqueteando los cargadores. Espero que fuera un técnico y no alguien jugando a ser hacker… el caso es que esta carga aún no nos la han cobrado
En Austria, todo va como la seda. Diversidad de coches eléctricos y, por fin, un sistema que tiene sentido: pasas el ticket del parking, lo asocias al coche y pagas todo en una sola máquina al final. ¡No hay que bajar más aplicaciones! Un aplauso para Austria.
¿Repetimos?
Después de 6.344 km, alrededor de 450 euros en electricidad y algunas paradas extrañas, mi conclusión es clara.
Sí, repetiría la experiencia. Las paradas no son muy distintas a las que haría en cualquier otro viaje, y aunque hay que lidiar con apps, cargadores caros fuera de la red Tesla y sustos tecnológicos...
Al final es más barato que ir en coche de combustión.
Y, la verdad, fuimos bastante cómodos. ¡Así que sí, amigos, se puede! Pero preparaos para la aventura.
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