
Giro de 180º en la vida de Rocío Flores, hija de Rocío Carrasco: ahora hay pruebas
Un experto en comunicación no verbal confirma que Rocío Flores estaba nerviosa en su reencuentro con su madre
La tensión contenida entre Rocío Flores y su madre, Rocío Carrasco, se ha hecho más evidente que nunca tras el inesperado reencuentro entre ambas en la Audiencia Provincial de Madrid. Este cara a cara, que se produjo el pasado lunes, supone un giro de 180º en la vida de la joven, y ahora hay pruebas que lo avalan. Según el análisis del psicólogo Cristian Salomoni, experto en comunicación no verbal, las emociones de la joven delatan un fuerte impacto emocional frente a la serenidad que mostró su madre.
El análisis gestual permite interpretar en detalle la tensión vivida durante ese breve, pero significativo, encuentro entre madre e hija. ¿Cómo reaccionaron cada una? ¿Qué revela su lenguaje corporal sobre el momento que atraviesan? El contraste entre ambas no deja lugar a dudas.

Rocío Flores enciende las alarmas por su actitud en la Audiencia Provincial de Madrid
Han pasado casi cuatro años desde la última vez que Rocío Flores y Rocío Carrasco coincidieron públicamente. La ocasión que las reunió de nuevo no fue menor: ambas acudieron a declarar en el juicio contra la productora La Fábrica de la Tele.
El lugar, la Audiencia Provincial de Madrid; el momento, uno de los más esperados por el conflicto familiar más mediático de la última década. Al salir, Rocío Carrasco se mostró escueta y firme: “Todo ha ido bien”. Su hija, en cambio, apenas pudo mantener la compostura ante los medios.
Este encuentro no solo reaviva el conflicto personal entre ambas, sino que deja al descubierto una serie de emociones profundas. ¿Qué puede revelarnos su lenguaje corporal sobre el verdadero estado de su relación? La respuesta la tiene un experto.

El analista de comunicación no verbal Cristian Salomoni ha seguido de cerca el caso entre Rocío Carrasco y Rocío Flores. Su último análisis, realizado para la revista ¡HOLA!, pone sobre la mesa un contraste revelador. “Las dos entradas son totalmente diferentes”, afirma con claridad.
La hija de Antonio David Flores, que en otras ocasiones había mostrado entereza ante las cámaras, esta vez se dejó llevar por una emoción evidente. Rocío Flores entra acompañada por su abogado, lo que “indica que necesita apoyo en una situación que la supera emocionalmente”, según sostiene el psicólogo.
Su lenguaje corporal, lejos de transmitir firmeza, mostró signos claros de tensión. “Su manera de andar es muy tensa y revela bastante nerviosismo”, describe Salomoni. Además, sobre el uso de gafas de sol, apunta que sirve como una “barrera emocional” para intentar protegerse del entorno.

Sin embargo, lo más revelador fue su estado al salir del juzgado. Según el experto, Rocío Flores tenía la voz rota, la mandíbula temblorosa y el gesto desencajado. Esto evidencia “vulnerabilidad y una carga emocional profunda”.
De hecho, el experto apunta que esta actitud denota una “carga emocional no resuelta” derivada del conflicto con su madre. El desborde emocional de Rocío Flores, lejos de parecer impostado, fue interpretado por el psicólogo como “auténtico y sincero”.
También la ropa que eligió para el día fue significativa. Y es que apunta que llevaba un “informal”, como si quisiera decir: “Esto no va conmigo”. Todo en ella, desde el gesto al vestuario, transmite que no se siente en posición de fuerza, sino más bien en un lugar incómodo.
La actitud de Rocío Carrasco contrasta con la de Rocío Flores
A diferencia de su hija, Rocío Carrasco llegó al juzgado sola, decidida y con un lenguaje corporal que el experto define como “estable”. Para Cristian Salomoni, esta diferencia de actitud tiene una raíz profunda. “Ha contado su verdad y ya ha superado este proceso catártico, lo cual hace que pueda tener una respuesta emocional mucho más estable”, explica.
El análisis de su entrada es concluyente: postura erguida, mirada al frente, hombros hacia atrás. Rocío Carrasco muestra “confianza y determinación” y su lenguaje corporal es el de alguien “que controla su postura”. Salomoni subraya que Carrasco ha aprendido a manejar su relato, y eso se nota en la forma en que se expone públicamente.

Incluso su indumentaria refuerza esa imagen de autocontrol. “El traje de Rocío Carrasco indica control y profesionalidad, es como decir: «Estoy fuerte, pero no agresiva»”, indica el experto. A diferencia de su hija, Carrasco proyecta autoridad y dominio del contexto judicial.
Tras este estudio, parece que el reencuentro entre Rocío Flores y Rocío Carrasco ha dejado un poso emocional que va más allá del acto judicial. Las pruebas están ahí, y el análisis experto ha puesto luz sobre un conflicto profundamente humano. Carrasco proyecta determinación, mientras que Flores muestra fragilidad.
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