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Juan Carlos I con traje frente a un paisaje costero con un emoji sorprendido superpuesto.
CORAZÓN

Giro de 180º tras lo ocurrido con el rey Juan Carlos en Galicia: sorpresa absoluta

El emérito sorprende al recibir saludos y vítores de niños y vecinos, pese a las críticas tras su regreso a España

La llegada del rey Juan Carlos I a Galicia ha generado una gran expectación mediática. Como es habitual en sus visitas a Sanxenxo, se esperaba que el monarca emérito se centrase en su pasión por la vela y en el reencuentro con su círculo más íntimo. Sin embargo, esta mañana se ha producido un momento de sorpresa absoluta que representa un giro de 180º en la percepción del exmonarca.

Mientras se dirigía a navegar con su amigo Pedro Campos, el emérito fue saludado con un entusiasmo inesperado por un grupo de niños. A este gesto se suman otros saludos y aplausos de personas de la zona en sus anteriores salidas del domicilio. Una recepción que contrasta con su presencia en años anteriores, por la que muchos se preguntan: ¿estamos ante una reconciliación progresiva o se trata de un fenómeno puntual?

Juan Carlos I con chaqueta azul saluda mientras se encuentra junto a un automóvil, con otras personas en el fondo.

Giro de 180º tras el gran recibimiento al rey Juan Carlos en Galicia

Desde que regresó a España, Juan Carlos I ha centrado sus visitas en Sanxenxo, donde encuentra refugio entre viejos amigos y la brisa atlántica. Aunque su figura continúa siendo objeto de debate en el ámbito político y social, el emérito ha optado por mantener un perfil bajo. Se le ha visto participar en eventos náuticos, disfrutar de cenas discretas y mostrarse afable con los medios, aunque sin realizar declaraciones oficiales sobre los asuntos que aún le rodean.

En esta ocasión, el foco mediático ha sido especialmente intenso por la reciente polémica en torno a Corinna Larsen y Miguel Ángel Revilla. Sin embargo, en Galicia, parece encontrar una burbuja de calma donde, como se ha demostrado esta semana, aún hay quienes lo reciben con afecto.

Este viernes por la mañana, Juan Carlos I se ha reencontrado con las aguas de la ría de Pontevedra a bordo del Bribón. Ha patroneado junto a su amigo Pedro Campos, una presencia constante en esta etapa de su vida. Lo hizo en medio de una expectación moderada, marcada por la presencia de medios y vecinos atentos a su llegada.

Juan Carlos I con chaqueta azul y gorra beige está sentado en un bote, saludando mientras lleva gafas de sol.

Mientras bordeaba el espigón del puerto deportivo de Sanxenxo, ocurrió algo inusual. El Bribón se cruzó con seis pequeños veleros que llevaban a bordo a unos 60 niños pertenecientes a la escuela del Náutico de Sanxenxo.

La escena fue tan espontánea como emotiva: los niños, al verle, comenzaron a gritar "¡hola, rey!", con entusiasmo. Juan Carlos, desde la embarcación, les correspondió con un gesto amable, saludando con la mano y sonriendo.

Un grupo de personas con ropa de abrigo y gorras está en un velero llamado Bribon sobre el agua.

Este gesto marcó un claro contraste con las primeras reacciones que recibió en anteriores visitas, cuando se hablaba más de reproches y tensiones. Ahora, el ambiente parece haberse suavizado, al menos en esta localidad gallega donde, más que un rey retirado, muchos lo ven como un vecino habitual que vuelve a su lugar feliz.

¿Un cambio real en la percepción del rey Juan Carlos?

El afecto demostrado por los niños y vecinos en Sanxenxo no puede desvincularse del lugar simbólico que ocupa el rey emérito en la memoria colectiva de muchos españoles. Especialmente en Galicia, donde ha forjado una relación estrecha con la comunidad marítima, sus apariciones despiertan más ternura que polémica.

Algunos observadores apuntan a que esta transformación en la recepción pública podría estar ligada a una cierta "normalización" de su presencia. Ya no se le ve como una figura exclusivamente asociada al escándalo, sino como un personaje histórico que intenta recuperar algo de su antigua cotidianidad.

Juan Carlos I, Pedro Campos y otro hombre bajan por unas escaleras de piedra al aire libre, una de ellas ayuda a otra a descender mientras la tercera lleva una mochila y sostiene un objeto largo.

Esto no significa que se haya disipado el debate, pero al menos en Sanxenxo, parece estar cambiando el tono con el rey Juan Carlos. En vez de pancartas y reproches, se oyen aplausos y voces infantiles saludándole con naturalidad. ¿Será este el inicio de una etapa más amable en su relación con parte de la sociedad española?

➡️ Corazón

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