
Estas son las curiosidades del Papa Francisco que no sabías
Lo que más sorprendió al mundo fue la elección de un papa latinoamericano, el primero en la historia
Con un estilo distinto, alejado del protocolo habitual del Vaticano, Francisco dejó una marca profunda. No solo en la Iglesia, también en quienes lo siguieron.
Detrás del líder espiritual, había una persona con gustos poco esperados. Amaba el fútbol argentino, la poesía, el cine. Vivencias que contrastaban con la imagen solemne que ofreció desde que fue elegido, el 13 de marzo de 2013.
El mundo quedó sorprendido con su llegada. Era el primer papa latinoamericano. En su primer mensaje, lo dijo con emoción: venía de “un continente lejano”, era “el papa del fin del mundo”.

Hoy, repasamos aspectos de su vida que quizá nunca imaginaste sobre el pontífice.
Francisco: un nombre con intención
Cuando eligió llamarse Francisco, no lo hizo al azar. Fue un homenaje claro a San Francisco de Asís.
Aquel santo que vivió en la pobreza, amó la naturaleza y los animales. Un ejemplo que marcó el rumbo de su pontificado.
Con ese nombre, el papa quiso dejar claro su mensaje. Apostaba por una Iglesia más simple, más humana, más verde.
Rechazaba los lujos. Abrazaba a los humildes. En su encíclica Laudato Si', pidió cuidar el planeta y pensar en los que vendrán.

Un debut simple y directo: el viaje a Brasil
En 2013, su primer viaje fuera de Roma fue a Brasil. Iba a la Jornada Mundial de la Juventud. Lo insólito: no usó un avión papal.
Viajó en un vuelo comercial, junto a periodistas y pasajeros comunes.
Ese gesto rompió con los moldes. Mostró que su cercanía no era un discurso.
Era su forma de estar en el mundo. Cuando llegó a la JMJ, su entrada humilde fue una de las más recordadas.
Una vocación que empezó en la ciencia
Mucho antes de convertirse en sacerdote, Jorge Bergoglio estudió química. Su interés por la ciencia fue real.
Empezó en el Colegio Militar, luego en la Universidad de Buenos Aires. Allí se formó en Ciencias Químicas.
Aunque más tarde dejó esa carrera, esa base marcó su forma de pensar. Lo ayudó a aplicar lógica y análisis a los problemas de la Iglesia. Esa visión científica se notó en su estilo: realista, práctico, directo.
El papa futbolero
No todos los días se ve a un papa hincha de fútbol. Pero Francisco sí lo era. Su pasión por San Lorenzo era genuina.

En más de una ocasión mostró su camiseta con orgullo. Para él, el fútbol era “una gran pasión”.
Ese detalle, lejos de restarle solemnidad, lo volvió aún más cercano. Mostraba que, pese al cargo, seguía siendo uno más entre millones.
Le gustaba bailar tango
Sí, también disfrutaba del tango. Lo dijo sin problema. En su juventud lo bailaba, aunque no se consideraba un experto.
Le gustaban sus ritmos y melodías.
También admiraba a Carlos Gardel. En varias entrevistas mencionó su aprecio por este género. El tango lo conectaba con su tierra, con su gente, con su historia.
Nada de reloj, móvil ni redes sociales
Francisco prefería vivir sin depender de la tecnología. No usaba móvil, tampoco reloj. Las redes sociales las gestionaba su equipo, aunque su cuenta @Pontifex sumaba millones.
Su manera de comunicarse era otra: el contacto directo. Su carisma, su palabra, sus gestos bastaban para conectar con la gente.
Eligió vivir en Santa Marta
Apenas asumió, decidió no vivir en el Palacio Apostólico. Eligió la Casa de Santa Marta.
Un lugar más simple, sin lujos. Quería estar cerca de los demás. Rompía, otra vez, con la tradición.
Allí convivía con cardenales, sacerdotes, personal del Vaticano. Compartía el día a día. Su mensaje era claro: cercanía, sencillez, humildad.
Amaba la poesía y los libros
Francisco también era un lector apasionado. Disfrutaba de la literatura y la poesía. En varias entrevistas compartió sus lecturas favoritas.
Entre ellas, Martín Fierro y Las flores del mal de Baudelaire.
Para él, la poesía no solo era arte. Era una forma de entender el alma. Un modo de mirar el dolor, la belleza, el misterio.
En el silencio de la lectura encontraba refugio.
Un cocinero inesperado
Cuando era joven, su madre se enfermó tras tener a su hermano.
Entonces, Jorge se puso a cocinar, y lo hizo por necesidad, sin experiencia. Con el tiempo, recordó esa etapa con humor. Decía que nunca “envenenó a nadie”.
Su plato favorito: la pizza. Siempre hablaba de ella con cariño. Para él, compartir una pizza era un pequeño placer que no abandonó ni como papa.
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