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Agente de la Policía Nacional en Alicante
SUCESOS

El miedo en las urbanizaciones de Madrid les lleva a tomar medidas drásticas

Tras la agresión sexual a dos niñas por parte de un repartidor de Amazon lleva a los vecinos a tomar medidas

Un grave suceso ha sacudido el barrio madrileño de Montecarmelo. La agresión sexual a dos niñas de ocho y cuatro años en una urbanización ha generado una oleada de indignación y miedo entre los vecinos.

El incidente, ocurrido en una zona considerada segura, ha llevado a las comunidades de la zona a adoptar medidas de seguridad más estrictas. Esto, para proteger a sus residentes, especialmente a los más pequeños.

Desde el lunes, varias urbanizaciones han prohibido el acceso de repartidores de paquetería y comida a domicilio al interior de los recintos privados. Ahora, los envíos deben entregarse en la conserjería o en la puerta de acceso.

Un cartel en una de las entradas advertía: "Todos los paquetes se deben dejar en la conserjería". Esta medida, que se ha extendido rápidamente por el barrio, refleja el clima de preocupación tras el ataque.

Conserjes de varias urbanizaciones confirmaron que han recibido órdenes claras de impedir el paso a cualquier persona ajena a la comunidad. 

Patrulla de la policía nacional

"No dejamos entrar a nadie, ni repartidores de paquetes ni de comida. Lo que pasó es muy grave y no queremos que se repita", explicó uno de ellos, visiblemente afectado. Declaraciones que han sido publicadas por El Mundo

Los residentes, por su parte, han expresado su alarma. "Nunca imaginé que algo así pudiera ocurrir tan cerca de casa. Estamos todos asustados", comentó una madre de dos niños pequeños.

El suceso ha puesto en entredicho la efectividad de la seguridad privada en estas urbanizaciones, que muchos consideraban una garantía de tranquilidad. "Pagamos por vivir en un lugar seguro, pero ahora vemos que cualquiera puede entrar con una excusa. Esto nos ha abierto los ojos", lamentó un vecino.

La medida de restringir accesos ha reabierto el debate sobre el control de entradas en barrios residenciales, donde los repartidores solían moverse con libertad. Aunque algunos consideran la nueva norma incómoda, la mayoría la ve necesaria.

"Si hay que ir a la garita a recoger los pedidos, se va. Lo primero es proteger a los niños", afirmó un residente.

Mientras, la investigación policial sigue en curso para esclarecer los hechos y garantizar la seguridad. Las comunidades no han aclarado si las restricciones serán temporales o permanentes, pero los vecinos coinciden en que la prioridad es evitar que una tragedia así se repita.

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