
El yihadismo en Mozambique desata crisis con más de 60.000 desplazados
Ataques extremistas causan 6100 muertos y obligan a miles a huir sin recursos basicos en Cabo Delgado
La crisis en el norte de Mozambique se agrava, con más de un millón de personas en peligro de perder acceso a recursos básicos.
Alimentos, agua potable y refugio escasean para miles de habitantes desplazados por la violencia. Desde que comenzaron los ataques yihadistas, se contabilizan más de 6.100 muertes, según informes del Centro Africano de Estudios Estratégicos y el rastreador ACLED.
Los ataques perpetrados por grupos extremistas en Cabo Delgado, la región más afectada, han provocado un éxodo masivo.
Solo entre el 20 de julio y el 3 de agosto de 2025, alrededor de 57.000 personas han huido principalmente a pie, buscando seguridad en zonas menos violentas. La mayoría de estas personas son cristianos que vivían en comunidades rurales.
Paola Emerson, responsable de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Mozambique, destacó que la llegada diaria de desplazados no cesa.
Las agencias humanitarias están preparadas para asistir a cerca de 60.000 personas en los próximos días. Sin embargo, los recursos disponibles son limitados y la situación empeora.
Un conflicto que desplaza y mata sin control
Desde finales de julio, el grupo extremista ha reivindicado cinco ataques en Cabo Delgado. Esta violencia ha generado una crisis humanitaria que pone en riesgo la vida de miles.

El constante flujo de personas desplazadas genera una enorme presión sobre las infraestructuras y los recursos de las zonas receptoras.
Las muertes registradas, más de 6.100, reflejan la gravedad del conflicto. Solo en 2024 se contabilizaron 364 fallecimientos.
Las comunidades locales están al borde del colapso debido a la inseguridad y la falta de servicios esenciales. Las organizaciones internacionales denuncian la necesidad urgente de una respuesta coordinada.
Además de la inseguridad, la escasez de alimentos y agua potable amenaza la supervivencia de la población desplazada.
Muchas familias viven en campamentos improvisados, donde la atención médica y la higiene son insuficientes. La ONU ha alertado sobre el riesgo de brotes de enfermedades y hambrunas.

La comunidad internacional ha instado a los gobiernos africanos y a las agencias humanitarias a redoblar esfuerzos para atender esta emergencia.
Sin embargo, la persistente violencia dificulta el acceso a las zonas más afectadas. La protección de civiles y la restauración de la paz son objetivos clave para contener la crisis.
En resumen, Mozambique enfrenta una de las peores crisis humanitarias del continente. La combinación de ataques yihadistas, desplazamientos masivos y falta de recursos ha llevado a una situación límite.
La respuesta internacional será crucial para evitar una catástrofe aún mayor en los próximos meses.
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