
Venezuela votará entre fraude y división en unas regionales sin garantías reales
El ambiente es denso, marcado por la desconfianza, el cansancio social y una oposición que no logra ponerse de acuerdo
Este domingo 25 de mayo, Venezuela vuelve a las urnas. No es cualquier elección: están en juego cargos regionales y parlamentarios en un país sumido en una crisis política que parece no tener fin. El ambiente es denso, marcado por la desconfianza, el cansancio social y una oposición que no logra ponerse de acuerdo ni siquiera en sí, vale la pena participar.
Por un lado, María Corina Machado ha levantado la voz pidiendo abstención. Para ella, no hay condiciones democráticas mínimas. Por el otro, Henrique Capriles insiste en votar, aunque sea como una forma de protesta, una manera de hacer frente al chavismo desde las urnas.
Y la gente parece haber desconectado. Las encuestas apuntan a una participación muy baja, entre el 15% y el 24%. Muchos sienten que nada cambiará con su voto. Otros simplemente no creen en el Consejo Nacional Electoral.
La situación económica tampoco ayuda: con una inflación que ronda el 172% anual, el día a día pesa más que cualquier campaña. En este escenario, el chavismo se mueve con ventaja: controla la mayoría de gobernaciones y asientos en el Parlamento, y busca ahora reafirmar ese dominio.

La oposición, golpeada por años de represión, persecuciones y disputas internas, apenas logra movilizar a su gente. Y como si fuera poco, el gobierno ha decidido incluir en estas elecciones la designación de autoridades en el Esequibo, una región en disputa con Guyana.
Ese movimiento ha encendido alarmas. La Corte Internacional de Justicia ya pidió a Venezuela que no toque el tema en sus comicios.
Pero Maduro ha hecho oídos sordos. Guyana, por su parte, ha sido clara: quienes participen en ese proceso podrían enfrentar cargos de traición.
Todo indica que el chavismo busca avivar el sentimiento nacionalista y distraer del malestar interno, usando el Esequibo como bandera.
Desde fuera, organismos como la ONU siguen de cerca lo que ocurre. Las denuncias de fraude en procesos anteriores han dejado huella, y la desconfianza es alta. La gran pregunta que flota en el ambiente es si tiene sentido votar en un sistema que muchos ven como amañado.

Algunos, como Juan Requesens, creen que sí. Candidato a la gobernación de Miranda, apuesta por el voto como un acto de resistencia. Dice que no hay que abandonar los espacios institucionales, por imperfectos que sean.
Pero la verdad es que la oposición está dividida, sin una estrategia clara ni una hoja de ruta común. Mientras tanto, el chavismo, con toda su maquinaria, aprovecha la confusión para afianzar su poder.
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