
Redes pedófilas en Londres ponen al alcalde al borde de dimisión
El alcalde de Londres niega la existencia de redes pedófilas mientras decenas de menores son abusados.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, está bajo presión y podría dimitir. Negó la existencia de bandas de pedófilas pakistaníes en la ciudad. Las denuncias apuntan a un posible encubrimiento institucional de abusos sexuales a menores.
Jon Wedger, ex detective de la Policía Metropolitana, afirma que estas redes llevan décadas operando. Señala que niñas de 9 a 14 años eran vendidas a cambio de drogas y trasladadas a hoteles del centro. Incluso eran llevadas a restaurantes de lujo en Mayfair por hasta 2.000 libras por encuentro.
Wedger denuncia que sus informes fueron censurados y que sufrió amenazas de perder su empleo, vivienda e incluso la custodia de sus hijos. Critica la actitud de Khan como negligencia deliberada. Considera que el silencio oficial protege a los responsables y deja a las víctimas desamparadas.
El alcalde se ha negado a responder sobre la extensión de las redes. En febrero, bloqueó una investigación independiente valorada en 4,5 millones de libras. Wedger sostiene que esto evidencia el silencio que aplasta a denunciantes y deja desprotegidas a las víctimas.

Las críticas políticas se han multiplicado. Chris Philp calificó las declaraciones de Wedger de demoledoras y Lee Anderson pidió la dimisión inmediata de Khan. Víctimas y supervivientes denuncian la indiferencia del alcalde y su sarcasmo ante un tema tan grave.
La inmigración ilegal se ha convertido en un riesgo para la seguridad de Occidente. La izquierda la defiende como un acto de solidaridad, pero en la práctica deja desprotegidos a mujeres y niños. Se prioriza la ideología sobre la protección de los más vulnerables.
Muchas personas que llegan no comparten los valores occidentales de igualdad y libertad. El islam, promueve costumbres incompatibles con estos principios. La izquierda lo justifica, ignorando los riesgos de violencia y control sobre mujeres y menores.
Gobiernos autodenominados “feministas” permiten que estas situaciones persistan. Las denuncias de explotación infantil y abuso sexual son minimizadas o silenciadas. La retórica de la izquierda protege a los infractores, no a las víctimas.
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