
La presentadora Silvia Intxaurrondo vuelve incendiar las redes con una absurda defensa
Esta vez ha salido para defender al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y hablar del borrado de su móvil
El fiscal García Ortiz está entre la espada y la pared tras las nuevas informaciones publicadas sobre el borrado de su teléfono móvil.
Ahora, el juez llama a cuatro periodistas que García Ortiz usa como coartada. Los que dicen que conocieron el correo de la filtración antes que el fiscal general.
Sin embargo, con un fiscal hasta el cuello de fango, y como no podía ser de otra manera, Silvia Intxaurrondo ha salido a escena.
La periodista Silvia Intxaurrondo ha generado una fuerte polémica tras sus declaraciones en defensa del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Durante una intervención televisiva, Intxaurrondo restó importancia al borrado del contenido del móvil del fiscal, asegurando que “Ha podido borrar (su móvil) por mil motivos”.

Estas palabras han desatado una tormenta mediática y política. El fiscal García Ortiz está en el centro de una investigación por supuesta filtración de información confidencial relacionada con el caso contra la pareja de Isabel Díaz Ayuso. El contenido de su móvil, clave para aclarar los hechos, fue borrado antes de que pudiera ser analizado.
La reacción de Intxaurrondo ha sido criticada por numerosos sectores. Su comentario ha sido interpretado como una forma de blanqueo del posible encubrimiento de pruebas. Para muchos, no es admisible que una figura pública justifique el borrado de información crítica en un proceso judicial.
La frase “por mil motivos” ha sido el detonante. No solo sugiere que borrar el móvil puede ser una acción comprensible. Sino que normaliza una conducta que, en cualquier ciudadano común, sería motivo de escándalo y posible imputación.
Desde el ámbito jurídico, varios expertos recuerdan que el borrado de pruebas electrónicas en una investigación penal puede constituir un delito. No se trata de un simple gesto privado. Es una acción con consecuencias legales.
Y más aún si quien lo hace ostenta un cargo de máxima responsabilidad en la Justicia.

Intxaurrondo, con su comentario, ha cruzado una línea que muchos consideran inaceptable. Su defensa no se basó en hechos, sino en una especulación emocional que deja de lado el principio de transparencia y legalidad.
Mientras tanto, García Ortiz sigue aferrado a su cargo, pese a las peticiones de dimisión que se multiplican cada día. El caso sigue abierto, pero el borrado del móvil supone un obstáculo importante para esclarecer los hechos. La confianza en la Fiscalía está en entredicho.
Esta situación se suma a un clima creciente de desconfianza institucional. Cada vez más ciudadanos sienten que existe un doble rasero en la aplicación de la ley. Uno para los ciudadanos corrientes, y otro para los altos cargos protegidos por el poder político.
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