
Mazón da un paso firme hacia el diálogo directo con las víctimas de la DANA
Mientras otros han hecho de la tragedia una oportunidad de exposición o de confrontación política, Mazón ha optado por el contacto directo y la escucha sincera
En política, los gestos importan. Pero más aún cuando se traducen en hechos. Y esta semana, el president de la Generalitat, Carlos Mazón, ha demostrado que la cercanía y el compromiso con los ciudadanos afectados por la tragedia de la DANA del 29 de octubre no son una cuestión de protagonismos, sino de responsabilidad institucional.
Tras meses de trabajo discreto desde la administración autonómica —pero constante en ayudas, coordinación con municipios y puesta en marcha de medidas de reconstrucción—, Mazón ha dado un paso más allá y ha llamado personalmente a los representantes de las tres principales asociaciones de víctimas para ofrecerles un encuentro directo, transparente y sin condiciones. Lo ha hecho como debe hacerlo un líder que antepone la solución de los problemas al ruido mediático o a las disputas partidistas.
Mientras otros han hecho de la tragedia una oportunidad de exposición o de confrontación política, Mazón ha optado por el contacto directo y la escucha sincera. Su gesto ha sido claro: si la barrera para reunirse era una petición explícita, la ha eliminado de inmediato. Ha abierto la puerta, con voz y nombre, a un encuentro con las asociaciones para poner en común demandas, necesidades y soluciones. Y lo ha hecho desde la convicción de que gobernar es, sobre todo, atender a quienes más lo necesitan.
Resulta injusto e inexacto reducir esta llamada al oportunismo, como han sugerido algunos portavoces. El Consell lleva meses activando ayudas, destinando fondos a la recuperación y reconstrucción, facilitando apoyo psicológico y asistencia técnica. Pero como toda administración —más aún ante un desastre de semejante magnitud— ha necesitado tiempo para articular respuestas con recursos limitados.
Ahora, Mazón ha querido demostrar que su modelo de gestión no es ni frío ni distante, y que está dispuesto a mirar a los ojos a quienes sufrieron la tragedia, sin intermediarios, sin filtros. Su llamada no es una reacción a lo que han hecho otros, sino un acto de responsabilidad que refuerza la política útil y el respeto institucional.
Frente al discurso de confrontación, el president ha elegido el camino del diálogo. Frente a la instrumentalización, ha optado por la humildad y la empatía. Esa es, sin duda, la mejor forma de honrar la memoria de las víctimas y de acompañar a quienes aún luchan por rehacer sus vidas.
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