
Las charos de Público agreden a Vito Quiles ante el silencio de Silvia Intxaurrondo
La presentadora no solo ignoró al periodista, sino que tampoco mostró preocupación ante la violencia que estaba sufriendo un compañero de profesión.
El periodista de EDATV, Vito Quiles, fue agredido física y verbalmente mientras intentaba ejercer su labor informativa. Lo más grave, según testigos y vídeos compartidos en redes sociales, fue el silencio absoluto de la periodista Silvia Intxaurrondo, presente durante el suceso. Que evitó intervenir o siquiera pronunciar una palabra en defensa de la libertad de prensa.
Vito Quiles se encontraba en el recinto donde se celebraba el evento, cuando se acercó para realizar una sencilla pregunta a la periodista de RTVE. Lejos de recibir una respuesta, fue empujado por un vigilante del evento y posteriormente increpado por varias mujeres que se encontraban fuera del recinto.

Los insultos, empujones y amenazas no se hicieron esperar. El micrófono de Quiles fue arrojado al suelo, y él mismo tuvo que retirarse para evitar una mayor agresión.
La reacción de Silvia Intxaurrondo fue elocuente por su ausencia. La presentadora, considerada una de las figuras más visibles del periodismo afín al Gobierno de Pedro Sánchez. No solo ignoró al periodista, sino que tampoco mostró preocupación ante la violencia que estaba sufriendo un compañero de profesión.
Para muchos, este gesto simbolizó la doble vara de medir que predomina en determinados sectores de la prensa. Se rasgan las vestiduras por la libertad de expresión cuando les conviene, pero callan cuando el agredido no forma parte de su “cordón sanitario ideológico”.
Este no fue un simple altercado entre asistentes. Lo sucedido con Quiles fue el reflejo de una tendencia preocupante en la política y los medios españoles: la criminalización de los periodistas que no comulgan con la línea oficial.

EDATV, Informa Radio y otros medios independientes han sido reiteradamente señalados desde el Gobierno y sus terminales mediáticas como “ultraderecha”, “pseudoperiodismo” o “enemigos de la democracia”. Esa etiqueta, repetida una y otra vez, actúa como licencia para la agresión física y el desprecio institucional.
Lo más inquietante no fue la agresión en sí. Si no la normalización de este tipo de actos. Ningún responsable político ha condenado lo sucedido.
Ninguna asociación de periodistas “de prestigio” ha alzado la voz en defensa de Quiles. En su lugar, se multiplicaron las burlas y justificaciones por parte de perfiles afines al Gobierno, que celebraron la escena como si de una hazaña se tratase.
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