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Dos personas sentadas en una banca de parque acompañadas de perros, con un gráfico de barras descendente y el retrato de una mujer sonriente en un círculo rojo superpuesto.
POLÍTICA

El grave problema de la natalidad en España: ya hay más perros que niños de 14 años

La dura realidad de nuestro país en materia de natalidad preocupa con los índices de natalidad en mínimos históricos

En España hay más perros que menores de 14 años. Es un dato frío, pero también inquietante.

Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía y el INE, en 2021 se contabilizaron 9,2 millones de perros. Frente a 6,6 millones de niños en esa franja de edad, la diferencia es clara. Y marca un cambio social profundo.

Los modelos de familia ya no son los mismos. Cada vez son más los hogares que incorporan un perro como si fuera un hijo. Se les dedica tiempo, dinero y cuidados.

Tienen veterinario de cabecera, peluquería y hasta ropa propia. El vínculo afectivo es real. Muchos dueños los consideran parte esencial de la familia.

Dos mujeres pasean a varios perros de diferentes tamaños y colores por un sendero rodeado de árboles y vegetación

El problema es lo que hay detrás. España atraviesa una crisis de natalidad. Los nacimientos caen cada año.

El número de hijos por mujer es uno de los más bajos de Europa. Los expertos hablan de un invierno demográfico. Y los datos confirman el riesgo.

Las razones son múltiples. La precariedad laboral, el alto precio de la vivienda y la falta de conciliación son frenos constantes. Tener hijos en España se percibe como un lujo.

El Estado ofrece ayudas puntuales, pero insuficientes. No existe un plan sólido que facilite a los jóvenes formar una familia.

En este contexto, muchas parejas retrasan la maternidad o directamente la descartan. En cambio, eligen tener un perro.

Mujer de cabello oscuro recogido con saco azul y sonrisa frente a fondo gris

Requiere cuidados, pero no supone la carga económica ni vital de un hijo. El perro se convierte así en el “perrhijo”, reflejo de una sociedad que busca afecto, pero evita compromisos a largo plazo.

Mientras tanto, la población inmigrante sostiene parte de la natalidad. Son ellos quienes mantienen un número más alto de hijos. Proceden de países con culturas más familiares y con tasas de natalidad aún superiores.

Algo que a la ministra de Juventus e Infancia no parece importarle demasiado por su inacción y poca preocupación.

Sin embargo, ahora entra en cuestión qué ocurrirá con la identidad española y si está en peligro.

El contraste es evidente. Por un lado, familias españolas que optan por retrasar la maternidad o sustituirla por un perro. Por otro, familias inmigrantes que, pese a dificultades económicas, deciden tener hijos.

El futuro demográfico del país parece apoyarse en gran parte en esa población.

El debate está abierto. Muchos señalan al Gobierno ya que la política familiar es débil.

Los incentivos son escasos y no existen suficientes guarderías gratuitas ni ayudas amplias al cuidado infantil. Tampoco hay un plan real de vivienda para jóvenes.

La fotografía que dejan los datos es dura. Más perros que niños en los hogares.

Una natalidad que cae en picado y un Estado que no logra revertir la tendencia. Y una sociedad que, ante la incertidumbre, prefiere apostar por un animal de compañía antes que traer un hijo al mundo.

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