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Un hombre sonriente con camisa rosa está sentado frente a un micrófono en un estudio de radio.
POLÍTICA

Bertrand Ndongo, símbolo de la prensa libre frente a la izquierda violenta

Por Javier García Isac

Lo sucedido con Bertrand Ndongo no es un hecho aislado. Es el reflejo de un clima creciente de odio, intolerancia y violencia impulsado por una izquierda que ha perdido el relato, la credibilidad y el control de los canales de información. La agresión sufrida por el periodista de Periodista Digital a manos del activista de extrema izquierda Antonio Maestre no solo es un ataque a una persona, es un ataque a la libertad de prensa, a la verdad y a todos los que se niegan a arrodillarse ante el pensamiento único.

Bertrand Ndongo, al igual que tantos otros profesionales valientes de medios como EDATV, Informa Radio, o Periodista Digital, ha hecho de su trabajo una misión: fiscalizar el poder, denunciar la corrupción, señalar a los responsables del saqueo institucional y dar voz a los que el régimen del PSOE quiere silenciar. Y eso, hoy, en la España de Sánchez, tiene un precio.

La izquierda ha decidido reescribir las reglas del juego. Desde la mesa del Congreso se prepara una purga sin precedentes contra los medios independientes. Se quiere expulsar a los que preguntan lo que molesta, a los que incomodan, a los que no forman parte de la corte mediática del sanchismo. Quieren una prensa apesebrada, subvencionada, obediente. Una prensa que no hable del caso Koldo, ni de Begoña Gómez, ni de Santos Cerdán, ni de los escándalos que salpican al entorno más íntimo del presidente del Gobierno. Porque sin esa prensa sumisa, sin esos tertulianos vendidos, sin esos comunicadores al servicio del poder, la corrupción socialista no habría podido alcanzar las cotas actuales. Y lo peor de todo, los verdugos se victimizan y criminalizan a la prensa libre e independiente.

Antonio Maestre no es periodista, es un activista violento, maleducado y sectario, que utiliza los platós de televisión para intoxicar, señalar y agitar. No es la primera vez que amenaza, ni la primera vez que actúa con impunidad. Ya lo hizo con Vito Quiles. Ya lo hizo con nuestro cámara Juan Pulido. Y ahora lo ha hecho con Bertrand Ndongo. Maestre presume de tener “archivos” de todos los que considera de “extrema derecha”. Es decir, de todos los que no se arrodillan ante su ideología.

Conviene recordar que Maestre estaba allí, en Vallecas, el 7 de abril de 2021, cuando se lanzaban piedras y adoquines contra familias, ancianos y niños que acudían pacíficamente a un acto de VOX. Antonio Maestre no solo no condenó esos actos, sino que se jactó públicamente de justificarlos. Porque para la izquierdal, todo vale contra el adversario: el insulto, la amenaza, la censura, la violencia.

Lo que ha pasado con Bertrand Ndongo es un síntoma más del nerviosismo de una izquierda que se descompone. Están perdiendo el relato frente a la verdad. Su mensaje hace aguas. Los medios tradicionales, arruinados y desacreditados, ya no controlan la narrativa. Las nuevas generaciones se informan por canales alternativos, medios digitales, plataformas libres. Y eso no lo toleran. Por eso atacan, censuran, insultan y ahora también golpean.

Mientras desde la televisión pública se nos llama “pseudomedios” y se incita abiertamente al odio contra periodistas libres, desde el Congreso se pergeña un reglamento hecho a medida del PSOE y sus socios para echar del hemiciclo a todo aquel que no forme parte del rebaño mediático. El objetivo es claro: silenciar, invisibilizar y aplastar a quienes denuncian las corruptelas del poder.

Pero se equivocan. No nos van a silenciar. Ni los golpes, ni las amenazas, ni los vetos nos van a frenar. Porque somos más, y cada vez somos más fuertes. La prensa libre es la última trinchera frente a un régimen que quiere convertir España en una caricatura autoritaria. Bertrand Ndongo ha sido golpeado hoy, pero lo que de verdad ha recibido un golpe ha sido la máscara de la izquierda, que se cae a pedazos mientras la verdad se abre paso.

No es Bertrand quien debe explicar nada. Es Antonio Maestre quien debe responder ante los tribunales. Y es el PSOE quien debe explicar por qué protege a los violentos y censura a los periodistas libres. La izquierda violenta está crecida, pero no es invencible. La verdad, como siempre, acabará imponiéndose. Y nosotros estaremos ahí para contarla.

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