
Así vandalizan los independentistas una heladería en Barcelona por no hablar catalán
El caso demuestra cómo se sigue utilizando el idioma como arma política en Cataluña
El independentismo catalán vuelve a mostrar su rostro más intolerante. Esta vez, el objetivo ha sido una heladería en el barrio de Gracia, en Barcelona. El motivo: atender en español a una clienta que pedía sus helados en catalán.
La heladería Dellaostia, abierta en 2022, es un referente en la ciudad. Su dueño, el empresario argentino Leandro Rincón, apostó por una inversión inicial de 150.000 euros. El éxito no tardó en llegar.
En apenas un año, los beneficios alcanzaron los 250.000 euros. Con 30 sabores elaborados de manera artesanal, el local se convirtió en una de las heladerías más reconocidas de Barcelona.

Hasta ahora, la historia era la de un negocio próspero. Pero todo cambió durante la Fiesta Mayor de Gracia. La pareja del consejero del distrito por ERC, Guillem Roma, entró a comprar.
Pidió en catalán. El empleado no la entendió. Necesitó que el encargado tradujera una de las palabras.
A partir de ahí, las versiones difieren. Según Roma, el encargado increpó a su pareja y le recordó que Cataluña forma parte del Reino de España. Según el propio negocio, solo se trató de una confusión idiomática resuelta con normalidad.
El episodio no quedó ahí. Roma llevó el caso a las redes sociales.
Denunció en X lo que calificó como “discriminación lingüística”. Pidió el boicot contra la heladería y anunció que denunciaría el caso ante el Departamento de Política Lingüística.
Las reacciones fueron inmediatas. Sectores del independentismo radical se sumaron a la campaña.
Independentistas pidieron boicot a la heladería
El exlíder de la CUP, Antonio Baños, escribió en X: “Este local es nuestro enemigo. ¡Hasta que cierre!”.
El fotógrafo Jordi Borràs también cargó contra el negocio: “Supremacistas españoles de pata negra. Solo espero que cierren pronto”.
El caso demuestra cómo se sigue utilizando el idioma como arma política en Cataluña. Una simple confusión se transforma en una causa para el señalamiento y la presión social. Un negocio próspero y respetado se convierte en objetivo de una campaña de odio por atender en español.

La protagonista del episodio, identificada como Núria en el digital VilaWeb, reconoció que el empleado no la entendía. Aun así, se negó a cambiar de idioma.
El encargado le preguntó si tenía algún problema con el castellano. Ella respondió que no, pero siguió hablando solo en catalán. Desde ese momento, el incidente escaló hasta convertirse en una polémica nacional.
Este tipo de episodios muestran cómo el independentismo mantiene una actitud de confrontación. Lejos de buscar la convivencia, se opta por el señalamiento. En lugar de valorar el esfuerzo de un negocio que genera empleo y riqueza, se le estigmatiza.
La radicalización en Cataluña no se expresa solo en la política. También en la vida diaria.
Lo que ocurre en una heladería sirve como ejemplo de cómo se manipula una anécdota para alimentar la división. El idioma, que debería ser un puente, se utiliza como muro.
Dellaostia, la mejor heladería de Barcelona según muchos, es ahora víctima de una campaña que trasciende lo gastronómico. Es la muestra de un independentismo que, en nombre de la lengua, sigue dispuesto a criminalizar al que no se pliega a su visión excluyente.
Más noticias: