
Así es la enorme lluvia de mentiras que atrapa a Armengol
La presidenta del Congreso queda en evidencia tras acumular falsedades sobre su relación con la trama corrupta del caso Koldo
Francina Armengol, actual presidenta del Congreso y exlíder del Govern balear, compareció en junio ante la comisión de investigación del Senado por el ‘caso Koldo’.
Su intervención, lejos de aclarar su papel en la compra de mascarillas fraudulentas durante la pandemia, quedó marcada por una larga sucesión de falsedades. A raíz de ello, se ha convocado una segunda comparecencia para el próximo 8 de julio.
En esa primera cita, Armengol negó conocer al comisionista Víctor de Aldama, pese a que existen mensajes con besos y corazones dirigidos al imputado. Dijo no recordar una segunda reunión con él, hasta que Aldama la mencionó en televisión.
A lo largo de su declaración, Armengol minimizó su relación con Koldo García, mano derecha de José Luis Ábalos, limitándose a afirmar que lo había visto “alguna vez con Ábalos”.
Sin embargo, mensajes intervenidos por los investigadores muestran una relación más estrecha. Koldo se dirige a ella como “Cariño” y le promete tenerla “informada de todo” antes de una segunda compra por siete millones de euros.
No solo conocía a los miembros clave de la trama. También facilitó directamente a Koldo el teléfono de su consellera de Sanidad, Patricia Gómez, a la que obligó a reunirse en vacaciones con los emisarios del grupo investigado.
El mensaje enviado no dejaba lugar a dudas: “Os espero a partir de las 9.30. No tengo agenda, no os preocupéis”.
Cuando se le preguntó si se había ocupado de los contratos, Armengol respondió con una evasiva: “No me ocupo de contratos individuales”.
Sin embargo, quedó demostrado que intercedió activamente en uno de ellos, facilitando la compra de PCRs por siete millones y acelerando los trámites.
Fue incluso más allá. El mismo día que se acordó esa adquisición, impuso por decreto el uso obligatorio de pruebas PCR, una medida anulada después por el Tribunal Constitucional.

Certificados de mentira para facilitar nuevas adjudicaciones
En agosto de 2020, su Govern firmó un certificado de satisfacción sobre las mascarillas fraudulentas. Según Armengol, el texto era rutinario y no constituía una recomendación.
No obstante, el documento afirmaba que Soluciones de Gestión “ha realizado suministros de manera satisfactoria” y que se emitía para “participar en concursos públicos”.
Es decir, servía como aval para conseguir nuevos contratos, pese a que los análisis del Ministerio de Trabajo ya demostraban que el producto era inservible.
Cuando se le recordó que otras comunidades como La Rioja o Aragón rechazaron esas mascarillas, Armengol se lavó las manos: “Pregúnteles a ellos por qué”.
Defendió entonces que contaban con el aval del Ministerio de Transportes, pero esa supuesta garantía no aparece en el expediente. Tampoco figura la vía de pago ni el estudio que alertaba de la inutilidad del material, que fue retirado antes de entregarlo a la UCO.
Un Govern al servicio de la trama y una memoria selectiva
Otra de las grandes falsedades reiteradas por Armengol fue que las mascarillas tenían “uso domiciliario”. La documentación oficial señala que fueron adquiridas como “material hospitalario”.
Esta distinción es fundamental, pues fue precisamente esa clasificación la que provocó que los centros sanitarios rechazaran su uso. Las mascarillas acabaron almacenadas como stock, sin utilizarse, y sin reclamar su devolución durante tres años.
Solo cuando Marga Prohens estaba a punto de asumir el cargo, el Govern de Armengol presentó una reclamación simbólica y fuera de plazo. En contraste, otras administraciones, como Canarias, sí reclamaron y consiguieron devoluciones inmediatas.

El ministerio de Ábalos también logró cambios de producto. Pero no parece casual que la expresidenta no protestara por cuatro millones en mascarillas defectuosas cuando mantenía una relación de confianza con los implicados.
Un cierre con tono desafiante y desprecio institucional
Durante su intervención, Armengol llegó incluso a acusar de mentirosos a los senadores, superando en agresividad a las propias preguntas.
Trató de esquivar su responsabilidad nombrando al marido de la consellera como director del Ib-Salut y asegurando que los funcionarios avalaron la compra. Aunque no mencionó que nunca se les mostró el informe clave que alertaba del fraude.
La mentira más evidente, sin embargo, fue una de las primeras: “Es un placer estar en esta comisión”. La gravedad de las contradicciones obligará a repetir la comparecencia.
Esta vez, Armengol deberá responder con más rigor y menos teatro ante el Senado y ante una opinión pública que empieza a cansarse del cinismo.
Más noticias: