
Tv pública al servicio del odio: cuando informar se convierte en delito de odio
La opinión de Javier García Isac de hoy, viernes 23 de mayo de 2025
En una democracia sana, los medios de comunicación críticos con el poder deberían ser valorados, respetados e incluso protegidos. Pero en la España del sanchismo, ocurre todo lo contrario. Desde la televisión pública, esa que pagamos todos pero de la que solo disfrutan ellos —los activistas de la izquierda disfrazados de periodistas—, se lanza una campaña de odio sin precedentes contra quienes se atreven a hacer su trabajo: informar con libertad y fiscalizar al poder. La última frontera del periodismo real está siendo asediada desde dentro del propio sistema.
Figuras como Jesús Cintora, Esther Palomera o Javier Ruiz no actúan como profesionales de la información, sino como comisarios políticos del régimen. Desde los platós de RTVE, auténticos púlpitos de propaganda sanchista, se dedican no solo a insultar y desacreditar a medios libres como OK Diario, Periodista Digital o el grupo EDATV e Informa Radio, sino que directamente instan a la violencia simbólica y a la censura. Se pide, sin pudor alguno, que se nos retire la acreditación para acceder a instituciones públicas como el Senado, el Congreso o los parlamentos autonómicos. ¿La razón? Hacer preguntas que incomodan, cuestionar al poder, sacar a la luz lo que otros callan.
El problema para el régimen no es que existan pseudomedios. El problema es que existen periodistas que no se pliegan a sus intereses, que investigan y denuncian la corrupción que salpica hasta el último rincón del entorno de Pedro Sánchez. La prensa oficialista guarda silencio ante los escándalos de Begoña Gómez, calla sobre las tramas de Koldo y Ábalos, y mira hacia otro lado ante las adjudicaciones millonarias, los contratos opacos y la red clientelar tejida desde La Moncloa. Mientras tanto, los medios críticos sacan a la luz lo que los palmeros del sistema tratan de tapar.
No nos engañemos. Lo que se esconde detrás de los ataques de Cintora, Palomera o Ruiz no es solo una cuestión de ideología: es la necesidad de que no haya testigos incómodos. Quieren un país en el que solo se escuche una voz, una narrativa, una versión de los hechos: la suya. Quieren criminalizar a la prensa libre, porque saben que sin prensa libre no hay resistencia, no hay verdad y no hay posibilidad de despertar conciencias.
La televisión pública ha sido convertida en un arma ideológica. No es que manipulen: es que incitan directamente al odio. Con dinero de todos, se está sembrando la intolerancia y se pretende aniquilar el pluralismo informativo. En lugar de servir al ciudadano, RTVE sirve al partido. En lugar de informar, adoctrinan. En lugar de dar voz a todos, la han convertido en una megafonía del régimen.
El papel de los medios críticos, los llamados “pseudomedios” por quienes no toleran la disidencia, es hoy más importante que nunca. En un país donde se falsean cifras del paro, se oculta el origen de los apagones, se persigue al discrepante y se normaliza la corrupción, medios como los nuestros son la última trinchera. Si no es por EDATV, OK Diario, Periodista Digital o Informa Radio, muchos de los escándalos del sanchismo seguirían enterrados bajo toneladas de propaganda.
No podemos permitir que se normalice esta deriva totalitaria. No podemos consentir que desde los propios medios públicos se incite al señalamiento, al veto y al odio contra quienes cumplen con su deber. Defender la libertad de prensa es hoy una obligación patriótica. Porque cuando el poder teme a los periodistas libres, es que todavía queda algo de esperanza.
Ellos tienen los platós, los boletines oficiales y las subvenciones millonarias. Nosotros tenemos la verdad, el compromiso y la voluntad de no rendirnos. Y mientras haya un solo periodista libre, un solo micrófono independiente, un solo medio sin miedo, habrá resistencia.
Y eso, les duele más que cualquier editorial.
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