
SUMAR: la secta amortizada que se cree la parte limpia del gobierno sucio de Sánchez
SUMAR es, en realidad, un meme político con forma de coalición en descomposición
Si no estuviéramos hablando de España, el dúo Yolanda Díaz y Ernest Urtasun parecería un “dúo sacapuntas” de humor barato. Lamentablemente, no hay nada de gracioso en ver a SUMAR deambular por la política española, diciendo que son la parte limpia de un gobierno podrido hasta las trancas, mientras se agarran con uñas y dientes a los sillones que les quedan, porque no tienen dónde ir.
SUMAR es, en realidad, un meme político con forma de coalición en descomposición. Su líder, Yolanda Díaz, es un meme en sí misma: uno la escucha hablar y no sabe si es ella o una mala imitación de la inteligencia artificial, soltando frases rimbombantes, sin sentido, inconexas, que aplauden cuatro palmeros despistados en cada acto para disimular que allí no hay nada. Yolanda se ha especializado en el arte de hablar mucho, no decir absolutamente nada y, de paso, colar un par de coletillas buenistas para que las terminales mediáticas amigas la sigan presentando como “la sonrisa del gobierno”. Una sonrisa vacía, eso sí, mientras España se desangra.
Dicen que están contra la corrupción, pero mantienen con respiración asistida al gobierno más corrupto de la historia reciente de España, encabezado por Pedro Sánchez, un personaje que de tan turbio parece salido de una serie de Netflix sobre mafias políticas. Yolanda, con ese aire de madre superiora indignada, dice que “nunca Sánchez les ha engañado”. Y en eso le vamos a dar la razón: no les ha engañado porque no ha hecho falta. SUMAR siempre ha estado dispuesto a blanquear al PSOE y a Sánchez, con la misma docilidad con la que antes lo hicieron con Pablo Iglesias, ese macho alfa de la manada que la designó como sucesora para intentar mantener el cortijo podemita bajo otro logo.
Porque esa es otra: SUMAR presume de feminismo, mientras su origen está en el dedo de un macho de la izquierda, Pablo Iglesias, que se cansó de mandar desde Galapagar y decidió que era hora de dejar a Yolanda de cara bonita. La misma izquierda que se pone el lazo morado en la solapa para aplaudirse a sí misma mientras tapa los casos de acoso sexual de sus propios compañeros de partido y no dice nada sobre las agresiones sexuales cuando los autores son manadas que nos vienen de otras “culturas”.
Todo en SUMAR es un fraude, una farsa. Dicen ser muy pro saharauis mientras forman parte de un gobierno que se pliega de forma vergonzosa a Marruecos, reconociendo unilateralmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara, abandonando a los saharauis y humillando a España. Dicen defender la soberanía de los pueblos y el derecho a decidir, pero entregan nuestro futuro a las imposiciones de Bruselas, al Pacto Verde y a la Agenda 2030 que arruina al campo español mientras importamos tomates de Marruecos para contentar a Mohamed VI. Esa es la dignidad que defiende SUMAR.
En lo electoral, el futuro de SUMAR es tan prometedor como un barco con vías de agua por todas partes: su intención de voto es desastrosa, sus socios les abandonan, sus marcas territoriales se fugan, y su estructura se reduce a un grupo de burócratas enganchados a un cargo público. La coalición hace aguas, se descompone y desaparecerá, como IU en su día y como acabó Podemos: devorados por su propio sectarismo y su obsesión por apuntalar al PSOE para no perder el sillón. Siglas residuales, que lo habían tenido todo.
Yolanda Díaz se convertirá en ministra socialista cuando le llegue el momento, porque no sabe hacer otra cosa. Es muy posible que acabe en el PSOE, donde la colocarán como símbolo de la izquierda moderada para sustituir a Sánchez cuando toque, siempre y cuando el PSOE no se hunda antes en su propia corrupción.
SUMAR se autocalifica como la parte limpia de un gobierno sucio, pero si tanto les preocupa la corrupción, lo coherente sería romper con Sánchez e irse. No lo harán. No pueden hacerlo. No saben dónde ir y, sobre todo, no quieren renunciar a sus sueldos y a sus cargos, que es de lo que viven mientras sermonean a los demás sobre “los poderosos”. Si Yolanda y Urtasun fueran coherentes, se marcharían del gobierno hoy mismo. Pero no lo harán, porque SUMAR es, ante todo, un chiringuito para repartir cargos entre amigos con el dinero de todos.
Lo más triste es que todo este sainete es sostenido por medios y opinadores que siguen presentando a SUMAR como “la esperanza de la izquierda” mientras la coalición agoniza entre encuestas que anuncian su desaparición y un electorado que ya no soporta ni a Yolanda ni a su verborréica nada. SUMAR está acabado, amortizado y sin rumbo. Su único plan es sobrevivir mientras el PSOE se hunde, porque saben que si caen de ese barco, no hay balsa que les salve.
Lo que se está viviendo con SUMAR es el final de una secta política que llegó prometiendo un nuevo país y ha acabado de comparsa de Sánchez, ese presidente corrupto al que dicen combatir mientras lo apuntalan con cada votación en el Congreso. SUMAR, ese chiringuito de eslóganes y postureo progre, es ya historia antes de tiempo.
La política española no necesita a SUMAR para nada. Y España, menos.
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