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Personas sonrientes aplaudiendo en un evento del PSOE en 2017
OPINIÓN

Santos Cerdán: la mano derecha de Sánchez en el vértice de una organización criminal

Por Javier García Isac

La cloaca tiene nombre, apellidos y despacho en Ferraz. El último informe de la UCO no deja lugar a dudas: Santos Cerdán, el ya ex secretario de Organización del PSOE, es señalado como uno de los cabecillas de una trama criminal perfectamente estructurada, basada en el cobro de comisiones ilegales y el reparto de adjudicaciones a dedo. Nada de manzanas podridas sueltas. Nada de errores puntuales. Estamos hablando —en términos literales— de una organización criminal, con jerarquía, con reparto de funciones y con conexión directa con el poder político.

¿Nos extraña? A estas alturas del partido, no. Lo que sí debería provocarnos indignación es la impunidad con la que se mueve esta red corrupta, amparada desde la mismísima Moncloa. No olvidemos que Santos Cerdán es el heredero directo de José Luis Ábalos, el todopoderoso ministro y escudero de Sánchez, caído en desgracia por la corrupción descontrolada de su entorno —el famoso caso Koldo—. El PSOE, lejos de regenerarse, sustituyó a un imputado por otro aún más vinculado con las entrañas del sanchismo.

Hombre de cabello canoso y expresión seria vistiendo traje y corbata en un entorno interior elegante

La UCO pone nombres y apellidos

El informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil es demoledor. No habla de sospechas, ni de elucubraciones. Habla de datos, fechas, conversaciones, movimientos bancarios y relaciones jerárquicas dentro de la trama. Y ahí, en lo más alto, aparece Santos Cerdán, como vértice de una pirámide de corrupción que manejaba adjudicaciones y se lucraba con comisiones ilegales.

Ya no se trata de si Santos conocía o no lo que hacía su entorno. La cuestión es que, según la UCO, Santos Cerdán formaba parte activa de la red. No solo conocía, sino que autorizaba, coordinaba y, presuntamente, se beneficiaba.

El silencio ensordecedor del PSOE es tan significativo como su comunicado oficial: niegan que Cerdán haya cobrado comisiones. Pero no niegan la existencia de las comisiones. No niegan la existencia de la trama. No niegan los hechos. Se limitan a proteger a su hombre de confianza, a su guardián de la maquinaria interna del partido, porque si cae Cerdán, cae el sanchismo entero. Ahora le hacen dimitir, y lo utilizan como corta fuegos, pero como explicar que los dos ex secretarios de organización de Sánchez, los dos números dos, han tenido que dejar sus cargos. Del poker de ases de la banda del Peugeot, solo queda el jefe, el número uno, el puto amo, solo queda Sánchez.

Fontaneras contra la UCO

Ahora se entiende todo. Ahora sabemos por qué el PSOE contrataba a fontaneras como Leire Díez, con conexiones directas en Moncloa, Ferraz y con los intermediarios de la trama. Su misión era clara: desacreditar a la UCO, hundir al fiscal anticorrupción y salvar el pellejo del partido. Porque la UCO, con sus investigaciones y sus pruebas, amenazaba directamente el núcleo de poder socialista.

Se entiende también por qué intentaban colocar garbanzos negros dentro de la Benemérita. Se buscaban traidores en los cuerpos de seguridad del Estado que entregasen material sensible a cambio de ascensos. Todo para proteger a los verdaderos delincuentes: los que se sientan en el Consejo de Ministros y en los despachos de Ferraz.

¿Y Sánchez?

¿Puede Pedro Sánchez alegar desconocimiento? Por supuesto que no. Santos Cerdán no es un cargo menor. Era el número dos del PSOE, el arquitecto de todas las alianzas parlamentarias, el intermediario con Bildu, ERC y Junts, el que mueve los hilos de los pactos y las campañas electorales. Es su mano derecha. Si Cerdán se corrompe, Sánchez no puede mirar hacia otro lado sin quedar salpicado hasta el cuello.

Y sin embargo, ahí lo tienen. Pedro Sánchez calla. Obliga a dimitir a Cerdán, como si esto no fuera con él. No pide perdón. No asume ninguna responsabilidad. Lo que hace, como en el caso Ábalos, es proteger a los suyos, insultar a los que investigan y mandar a sus peones mediáticos a sembrar bulos y distracciones.

Una estructura mafiosa con carné del PSOE

Lo grave no es solo la corrupción. Lo verdaderamente escandaloso es el uso de las instituciones del Estado para encubrirla. No estamos ante un caso aislado. Estamos ante una estructura mafiosa con cobertura institucional, con miembros colocados en los ministerios, en la fiscalía, en la policía, en las empresas públicas y en los medios de comunicación.

Todo está al servicio de una mafia con siglas del PSOE. Y no lo decimos nosotros, lo dice la UCO. Lo dicen las pruebas, las grabaciones, los contratos, las adjudicaciones y las confesiones.

¿Hasta cuándo?

España no puede permitirse ni un minuto más de sanchismo. Lo que estamos viendo es más grave que cualquier escándalo anterior. Supera al GAL, supera a Filesa, supera a los ERE. Porque ahora se han perdido todos los frenos, se han destruido todos los contrapesos y se han colonizado todas las instituciones.

La corrupción ya no es un accidente. Es el sistema. Es el método. Es la única forma de gobierno que conoce Pedro Sánchez.

Después de todo lo que sabemos, después del informe de la UCO, después del silencio cómplice del PSOE y de su bochornoso comunicado protegiendo a Santos Cerdán, la pregunta es: ¿qué más tiene que pasar para que este Gobierno caiga?

¿Qué más necesita el Partido Popular para presentar una moción de censura y poner en evidencia al régimen? ¿Cuándo va a despertar una sociedad que se desangra mientras unos pocos se reparten sobres, cargos, maletines y favores?

España no aguanta más. El PSOE debería ser disuelto y juzgado como organización criminal. Y Santos Cerdán, si la justicia funciona, debería rendir cuentas no en los platós de televisión, sino ante un tribunal. Y si Pedro Sánchez tuviera la más mínima decencia, hoy mismo debería dimitir y convocar elecciones anticipadas.

Pero ya sabemos que eso no pasará. Porque en el PSOE, la corrupción no se purga, se protege. Y a los delincuentes no se expulsa, se asciende.

Javier García Isac

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