
El Pánico del Sanchismo: El Registro de la Casa de Ábalos e Imparable Caída del PSOE
La opinión de Javier García Isac de hoy, miércoles 11 de junio de 2025
El Sanchismo está entrando en una fase de pánico absoluto. La reciente orden del Tribunal Supremo que autoriza a la UCO a registrar el domicilio en Valencia del exministro José Luis Ábalos, el todopoderoso secretario de organización del PSOE y la mano derecha de Pedro Sánchez, no es un simple episodio judicial. Es un símbolo claro de la fractura interna que se avecina en las altas esferas del poder socialista, donde la posibilidad de que Ábalos comience a "tirar de la manta" es más que palpable y pausible.
La situación ha sacudido los cimientos del PSOE, que por mucho tiempo ha logrado mantener a sus figuras clave protegidas. Koldo, Ábalos, Leire Díez, Santos Cerdán, incluso a su fiscal general del estado Álvaro García Ortiz, todos ellos han estado en una burbuja de inmunidad, blindados por un aparato político que no ha dudado en sacrificar a quien fuera necesario, siempre que no estuviera vinculado directamente al partido. Un claro ejemplo de esto fue el abandono de Víctor de Aldama, el "conseguidor", el empresario que manejaba las tramas que hacían posible la maquinaria del PSOE. Un hombre que no militaba en el partido y que terminó pagando un precio muy alto por su implicación, pasando por la cárcel y, en última instancia, colaborando con la justicia. Aldama se sintió desprotegido, abandonado por quienes lo usaron y despojados de la inmunidad del partido que hasta ese momento le había servido de coraza.
Ábalos, sin embargo, es diferente. Su peso dentro del aparato del PSOE es indiscutible. Si cae, si se ve arrastrado por la maquinaria judicial, el Sanchismo podría colapsar. Y esa es la verdadera razón por la que el gobierno de Pedro Sánchez está tan nervioso. La protección hacia Ábalos es, ahora más que nunca, un asunto de Estado. La Moncloa teme que el exministro comience a hablar y a desvelar lo que sabe sobre los oscuros entresijos del poder socialista. Un hombre con tanto poder en su haber, con tantas conexiones, es una bomba de relojería para el régimen si decide colaborar.
Por supuesto, el cierre de filas en torno al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, evidencia la desesperación de la cúpula socialista. García Ortiz, quien se encuentra a un paso de sentarse en el banquillo, es el último bastión del sanchismo en la cúpula judicial. La filtración que se le imputa, si se confirma, habría requerido la colaboración de al menos tres actores clave: la Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Hacienda y, por supuesto, la cadena SER. Los tentáculos del poder están cada vez más expuestos, y la pregunta que todos nos hacemos es: ¿hasta dónde llega la implicación del aparato socialista en la manipulación de la justicia?
Lo que está ocurriendo ahora no es un simple escándalo. Es el principio del fin de una maquinaria corrupta que ha dominado España durante demasiados años. Y lo peor es que, mientras tanto, las sectas que componen PODEMOS y SUMAR, en lugar de pedir transparencia y lucha contra la corrupción, se alinean con el PSOE en un frente común de blindaje. La izquierda se ha olvidado del concepto de justicia, si es que en algún momento lo conocieron. En lugar de exigir responsabilidades y explicaciones, prefieren defender lo indefendible, atacando a aquellos que denuncian la podredumbre. Incluso han llegado al extremo de pedir el ingreso en prisión de González Amador y su novia Isabel Díaz Ayuso, a pesar de que la presidente de la Comunidad de Madrid ni está acusada ni imputada. Este es el modelo de "justicia" que la izquierda entiende: encarcelar a las víctimas de la persecución y proteger a los delincuentes que han estado saqueando el país.
Si finalmente Ábalos ingresa en prisión, aunque las posibilidades de encontrar pruebas contundentes en su domicilio de Valencia son remotas, se tratará de un acelerador de la caída de Pedro Sánchez. Será la señal de que la maquinaria del Sanchismo ya no puede proteger a sus propios hijos. Si Ábalos habla, si decide colaborar con la justicia, el Sanchismo colapsará. La monarquía socialista que Pedro Sánchez ha construido con tanto esfuerzo se desmoronará, y con ella, el futuro de un PSOE que parece incapaz de renunciar a su historial de corrupción y traición.
Es una cuestión de tiempo. El pánico en la Moncloa es palpable, y la historia de la política española podría estar a punto de escribir un nuevo capítulo en el que el Sanchismo, finalmente, se vea obligado a rendir cuentas.
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