
David Sánchez: el hermano fantasma del presidente
La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 30 de septiembre de 2025
La corrupción y el nepotismo no son anécdotas en el sanchismo, son su ADN. Y dentro de esa maraña de privilegios, favores cruzados y trampas fiscales, aparece la figura de David Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno, convertido en un auténtico protegido de Moncloa y blindado por la maquinaria del PSOE y sus ministros.
Durante años, el relato oficial nos quiso hacer creer que David Sánchez residía en Elvas, Portugal, en un palacete que adquirió gracias a una donación de su padre en la Comunidad de Madrid, maniobra que, por cierto, le permitió acogerse a una fiscalidad mucho más ventajosa. Todo estaba calculado. Nada era casualidad. El hermano del presidente montaba así la coartada perfecta para no tributar en España.
La realidad, sin embargo, es mucho más turbia. Mientras el BOE y la propaganda socialista nos decían que David Sánchez vivía en Portugal, lo cierto es que residía en la mismísima Moncloa, bajo la protección directa de su hermano Pedro, como un huésped privilegiado de palacio. Ni Elvas ni palacete: David Sánchez disfrutaba de las comodidades del poder, con seguridad, con chófer y con la complicidad de un Gobierno que no dudó en mentir a los españoles para tapar un fraude fiscal de dimensiones escandalosas.
El papel de María Jesús Montero y los inspectores complacientes
Lo más grave no es solo el engaño sobre la residencia, sino el papel desempeñado por el propio Estado, convertido en cómplice de la estafa. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, se erigió en la protectora de David Sánchez, avalando un informe firmado por tres inspectores de la Agencia Tributaria que, en un acto de funambulismo jurídico, defendían que era correcto que el hermano del presidente tributara en el extranjero.
Cuando la juez Beatriz Biezma llamó a declarar a esos inspectores para que ratificaran el informe, se derrumbó la farsa: ninguno fue capaz de sostener con argumentos técnicos lo que habían estampado con su firma. Era un papel de encargo político, una coartada al servicio del poder. Es decir, la Agencia Tributaria no actuó como garante de la legalidad, sino como tapadera de un fraude, con funcionarios dispuestos a vender su prestigio profesional para blindar al hermano del presidente.
El palacete de Elvas: otra farsa
Ese famoso palacete de Elvas, adquirido con una donación del padre Sánchez en Madrid, tampoco resiste el menor análisis. Primero, porque el supuesto residente jamás estuvo allí de manera continuada. Segundo, porque la operación en sí misma ya fue una jugada de ingeniería fiscal con la complicidad de un sistema que permite a los poderosos beneficiarse de lo que a cualquier ciudadano común le supondría una investigación inmediata.
En definitiva, todo en David Sánchez es fake:
Fake su puesto de trabajo, otorgado a dedo, sin saber muy bien en qué consistía.
Fake su residencia, simulada en Portugal mientras dormía en Moncloa.
Fake sus obligaciones fiscales, eludidas con la complicidad del Gobierno y de Hacienda.
Una familia rodeada de privilegios
El caso de David Sánchez no es aislado. Forma parte de un entramado de corrupción familiar que rodea al presidente del Gobierno. Ahí están las andanzas de Begoña Gómez, imputada por sus negocios turbios con empresas amigas. Ahí está la red de favores con Ábalos, Koldo, Víctor de Aldama y toda la corte de conseguidores del PSOE. Y ahí está un PSOE convertido en una agencia de colocación, donde lo único que importa es proteger al líder y a su familia, incluso a costa de prostituir las instituciones.
El sanchismo ha convertido España en un régimen de amiguetes, donde la ley solo se aplica a los adversarios. Donde los jueces que investigan la corrupción son perseguidos y linchados, mientras la familia del presidente vive en la impunidad más descarada.
Un país secuestrado por un clan
El caso de David Sánchez resume a la perfección lo que es el PSOE de hoy: corrupción, privilegios, mentira y fraude fiscal, todo ello aderezado con la complicidad de ministros, inspectores y funcionarios que han vendido su independencia para servir al poder.
Mientras millones de españoles cumplen religiosamente con Hacienda, el hermano del presidente se pasea como un fantasma de Moncloa, escondido tras informes falsos, residencias inventadas y trabajos que no existen. Y todo con la bendición de Pedro Sánchez, que utiliza el Estado no para servir a la nación, sino para proteger a su clan familiar.
España no puede seguir secuestrada por esta red mafiosa. El caso de David Sánchez es solo un capítulo más de la historia criminal del socialismo en nuestro país.
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