
La corrupción socialista no conoce fin: el PSOE como organización criminal del poder
La opinión de Javier García Isac de hoy, jueves 5 de junio de 2025
No hay final posible cuando se escribe sobre el Partido Socialista. Cada vez que uno cree haber llegado al clímax de la inmundicia política, aparece un nuevo escándalo, una nueva trama, una nueva cloaca con acento andaluz, navarro o venezolano. No estamos ante un partido político. Estamos ante una estructura mafiosa disfrazada de maquinaria electoral. Una organización criminal incrustada en el Estado, sostenida con dinero público, protegida por la Fiscalía y aplaudida por medios comprados.
El PSOE de Pedro Sánchez ha superado todos los límites. Ya no actúa como un partido de gobierno: actúa como una mafia institucionalizada que utiliza el poder para delinquir, silenciar, destruir y blindarse. El caso de Leire Díez, las imputaciones contra David Sánchez, las conexiones con el narcoestado venezolano, el aforamiento exprés de Miguel Ángel Gallardo, las dimisiones pactadas como la de Rafael Pérez o el escándalo del caso Tito Berni no son hechos aislados. Son eslabones de una cadena putrefacta, piezas de un engranaje de corrupción sistemática que tiene como epicentro la calle Ferraz.
Leire Díez: la fontanera del sanchismo y la ofensiva contra la UCO
¿Puede alguien con cargo en empresas públicas, relaciones con altos mandos policiales, participación en reuniones estratégicas y grabaciones comprometedoras actuar “por su cuenta”? El PSOE pretende hacernos creer que sí. Leire Díez, según el relato oficial, era una “militante de base” que investigaba a la UCO para un libro que nunca verá la luz. Pero la verdad es más oscura: era una comisaria política al servicio de Santos Cerdán y del núcleo duro de Pedro Sánchez, encargada de dinamitar las investigaciones que salpican al sanchismo.
Los audios publicados por El Confidencial no dejan lugar a dudas: la operación consistía en “hundir a la UCO”, desacreditar al teniente coronel Antonio Balas y al fiscal anticorrupción. Todo a cambio de ascensos, favores y cobertura mediática. Una operación parapolicial con tintes claramente mafiosos.
Lejos de avergonzarse, el PSOE ha reaccionado como siempre: blanqueando. Mientras tanto, el ministro Bolaños impulsa una reforma para que la UCO deje de depender del juez instructor y pase a depender de la Fiscalía. Es decir, del fiscal general Álvaro García Ortiz, el fontanero mayor del reino, subordinado directo de Pedro Sánchez. El zorro cuidando el gallinero. La mafia diseñando su propia ley.
El silencio judicial, los blindajes exprés y el hedor insoportable
Mientras todo esto ocurre, el hermano del presidente, David Sánchez, ha sido imputado por prevaricación y malversación. Ocupa una plaza que no existía, que se creó a su medida y en la que nadie sabe qué hacía. Cuando declaró ante el juez, no supo explicar ni sus funciones ni su lugar de trabajo. Todo esto habría sido cómico si no fuera trágico.
El hombre que lo colocó, Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz, consiguió un aforamiento exprés en el Parlamento extremeño con la ayuda de cinco diputados que renunciaron para allanar su camino. ¿Casualidad? No. Es estrategia. Blindarse para evitar la justicia. Proteger al hermano del jefe. Ganar tiempo mientras se compran fiscales o se destruyen pruebas.
Y cuando todo apunta al Ministerio del Interior, cae Rafael Pérez, número dos de Marlaska. No por convicción, sino por cálculo. Necesitaban un peón. Y Pérez, hasta ayer todopoderoso secretario de Estado de Seguridad, se convierte en chivo expiatorio. Dimite para proteger a su jefe, a la UCO la mandan al matadero y a los culpables, como Santos Cerdán o el propio Sánchez, los blindan bajo toneladas de relato, propaganda y cortinas de humo.
Venezuela, hidrocarburos y financiación ilegal: la conjura Delcy–Aldama–Ferraz
Pero si algo retrata al sanchismo como mafia internacional, es su connivencia con el régimen chavista. Todo comienza la madrugada del 20 de enero de 2020, cuando aterriza en Barajas Delcy Rodríguez, la número dos del narcoestado venezolano. Prohibida su entrada en la Unión Europea, es recibida por José Luis Ábalos. ¿Para qué vino? ¿Qué traía en las maletas? ¿Se reunió después en un chalet de lujo en las afueras de Madrid?
Uno de los que estuvo allí fue Víctor de Aldama, empresario vinculado a la trama Koldo y al negocio de los hidrocarburos. Aldama es el nuevo conseguidor del PSOE. Si antes fue el Rey emérito el que servía de intermediario entre intereses económicos y gobiernos, ahora es Aldama quien hace de emisario en nombre del poder socialista.
Todo apunta a una operación de financiación ilegal: comisiones por importaciones de combustible, fraude de IVA, empresas afincadas en Dubái, y conexiones con empresarios vascos vinculados al PNV. La red no es nacional. Es internacional. Y la sombra de Zapatero, el protector de Delcy, planea sobre cada movimiento.
Tito Berni, cocaína y el Congreso convertido en prostíbulo
Mientras esto sucede, el Congreso de los Diputados ha sido escenario de uno de los mayores escándalos de las últimas décadas: el caso Tito Berni. Prostitutas, cocaína, comisiones y chantajes desde dentro del grupo parlamentario socialista. Una docena de diputados implicados. Y ni una sola dimisión.
El PSOE, como siempre, niega, minimiza, esconde. Pero los hechos son tan escandalosos que ya ni sus medios afines pueden taparlos. El Congreso se ha convertido en una fonda, en una agencia de colocación de amigos y vicios. Y mientras tanto, quienes denuncian, son expulsados, censurados, insultados. La corrupción ya no solo es económica: es moral, estructural, integral.
El 1 de junio de 2018: cuando nació el monstruo
Todo empezó el 1 de junio de 2018, cuando Pedro Sánchez alcanzó el poder mediante una moción de censura impulsada por el caso Gürtel. No importó que la sentencia no afectara al Gobierno ni a Rajoy directamente. La excusa estaba servida. El oportunismo del PSOE, el apoyo de los separatistas y la cobardía del PP hicieron el resto.
Rajoy, en lugar de plantar cara, se fue a beber whisky mientras el Congreso debatía su caída. La presidencia quedó simbólicamente en manos del bolso de Soraya. Y en ese vacío de poder, nació el régimen del sanchismo. Prometió elecciones, pero se aferró. Prometió regeneración, pero impuso represión. Y así llevamos siete años: degradando la democracia, colonizando instituciones, destruyendo España.
El PSOE no se regenera: se perpetúa
Hoy, cuando el sanchismo comienza a descomponerse, debemos estar más alerta que nunca. Una bestia herida es aún más peligrosa. El PSOE sabe que si cae, no volverá. Por eso utilizará todo: el conflicto en Gaza, la guerra en Ucrania, Franco, Trump, Vox o el cambio climático. Lo que sea. Todo con tal de no hablar de lo que realmente importa: los negocios de Begoña, los móviles de Koldo, los audios de Cerdán, los contratos amañados, las maletas de Delcy, la cátedra falsa de Begoña y los informes de la UCO.
El PSOE ha dejado de ser un partido. Es una organización criminal, estructurada, jerárquica y con fines delictivos. No actúa en defensa del bien común, sino de sus intereses particulares. Y todo aquel que estorba es eliminado: periodistas, fiscales, jueces, guardias civiles.
O el PSOE o España
Este artículo no es una profecía. Es una constatación. Y una advertencia. O acabamos con el sanchismo, o el sanchismo acabará con lo poco que queda de España. No hay término medio. No hay equidistancia. El PSOE ha cruzado todas las líneas rojas. Ha destruido todos los contrapesos. Ha secuestrado el Estado. Y todo lo ha hecho con una impunidad que ya no podemos permitir.
La corrupción socialista no conoce fin. Pero sí debe conocer un final.
Y ese final debe ser político, judicial y moral. Para que nunca más un partido pueda gobernar desde las cloacas. Para que nunca más la impunidad se vista de progreso. Y para que la verdad, la justicia y la libertad recuperen el lugar que este régimen les ha robado.
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