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Ángel Victor Torres
OPINIÓN

Ángel Víctor Torres: el ministro masón que mintió, y un PSOE que niega la evidencia

La opinión de Javier García Isac de hoy, lunes 17 de noviembre de 2025

Vivimos en un mundo distópico, donde la verdad se persigue y la mentira se premia. Donde el delincuente es protegido por el poder y el ciudadano honrado señalado como conspirador. España se ha convertido en un laboratorio político donde el PSOE de Pedro Sánchez se burla abiertamente de la justicia, de los medios, y sobre todo, del sentido común.

El caso de Ángel Víctor Torres, actual ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, es el retrato exacto de esta degradación moral. Hablamos de un hombre que mintió descaradamente a todos los españoles. Dijo no conocer a Víctor de Aldama, uno de los epicentros de la trama Koldo, y el informe de la UCO, con casi 400 páginas, demuestra lo contrario. No son sospechas, no son interpretaciones: son hechos constatados. Habló con Koldo, intercedió por él y presionó a funcionarios públicos para que se abonaran facturas millonarias por mascarillas que no cumplían ni los requisitos mínimos de calidad.

Un presidente autonómico —porque eso era Torres entonces, presidente de Canarias— no se preocupa por una factura de mascarillas, salvo que tenga interés personal o político en que se pague. Y ese interés, según las pesquisas de la Guardia Civil, fue manifiesto. Pero lo más grave no es ya el delito o la mentira, sino la impunidad. Ángel Víctor Torres, seguramente por su fidelidad perruna a la trama, sería premiado con un ministerio, igual que seguramente, también lo sería Paca Armengol, con la presidencia de las Cortes.

El Gobierno, el PSOE, sus terminales mediáticas y sus socios de la mentira mediática cierran filas y repiten como un mantra: “no hay caso”, “todo son bulos”. La vieja táctica socialista: negar la mayor, aunque el agua les llegue al cuello.

Y mientras tanto, el mismo PSOE que ha convertido la corrupción en forma de vida, se atreve a dar lecciones de ética. El partido que arruinó Andalucía, que financió campañas con dinero del narcochavismo, que usa a las instituciones para proteger a los suyos, pretende convencernos de que Torres es una víctima. Una víctima de la “ultraderecha”, de los “fascistas”, o de esa prensa que no se arrodilla ante Moncloa.

Pero no. La víctima aquí es España. La víctima somos los ciudadanos que pagamos los millones que se repartían entre amigos del poder. La víctima son los funcionarios que sufrieron presiones por cumplir la ley. La víctima es la verdad, que en esta distopía sanchista está proscrita.

Lo mismo ocurre con el caso del fiscal general, Álvaro García Ortiz. A pesar de las pruebas, a pesar de las resoluciones judiciales y del juicio abierto por haber filtrado datos fiscales del novio de una adversaria política —Isabel Díaz Ayuso—, el PSOE sigue diciendo que es inocente. Que los culpables son los demás. Que la culpa la tiene el mensajero, el juez, o el ciudadano que se atreve a exigir justicia.

Así funciona el socialismo cuando gobierna: la mentira se convierte en doctrina oficial.

El mensaje que lanzan desde Moncloa es claro: no importa lo que diga la justicia, lo que revelen los informes, ni lo que vea la gente con sus propios ojos. Ellos decidirán qué es verdad y qué es mentira. El Ministerio de la Verdad ya no es una ficción de Orwell, es la política oficial del sanchismo.

Torres mintió. Y mintió porque sabía que podía hacerlo. Porque en este régimen de complacencia, mentir no se castiga, se recompensa. El ministro masón que inaugura templos y se gasta millones en centros de “memoria democrática” mientras borra la historia real de España, es el mismo que fue capaz de mirar a cámara y decir que no conocía a quienes movían los hilos del dinero sucio.

No hablamos de una anécdota: hablamos de un sistema. Un sistema donde los corruptos se sientan en el Consejo de Ministros, donde la Fiscalía se usa para encubrir al Gobierno, donde las leyes se redactan para blindar a los suyos, y donde el relato sustituye a la realidad.

Cuando un presidente de Gobierno miente, y todo su entorno lo encubre, el problema no es de una persona: es de régimen.

Y hoy España vive bajo un régimen donde la corrupción no se castiga, se institucionaliza; donde la justicia no se respeta, se manipula; y donde la prensa libre no se escucha, se criminaliza.

Ángel Víctor Torres es solo un nombre más en la larga lista de intocables del sanchismo, pero su caso tiene un valor simbólico: demuestra que el PSOE ha perdido todo pudor. Que ya no necesita disimular. Que mienten en público, sonríen ante las cámaras, y aún se atreven a hablar de “memoria democrática” mientras entierran la verdad bajo toneladas de propaganda.

La corrupción no es una manzana podrida: es todo el árbol socialista. Y mientras el pueblo sufre la inflación, la ruina, el desempleo y el descrédito institucional, ellos se dedican a comprar voluntades, censurar críticas y fabricar falsos culpables.

España no se merece esto.

Pero mientras los españoles sigan callando y los medios sigan cobrando, el PSOE seguirá mintiendo.

Y el ministro Torres seguirá en su puesto, protegido por un presidente que se siente intocable, porque ha convertido la mentira en la única verdad oficial de su régimen.

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