
El pirómano que nos iguala con Grecia y Venezuela
Por Leopoldo Bernabeu
En ese permanente cavilar que tenemos algunos, no sé si por suerte o por desgracia, siendo imposible desconectar el cerebro de su propia actividad, ni aun cuando existen terapias múltiples para conseguir tan dichoso objetivo, me ha dado por recordar esas imágenes, de no hace tantos años, donde los más mayores de países como Grecia, Irlanda o Portugal, tuvieron que tirarse a las calles, incluso incendiarlas, al comprobar como sus bien trajeadas autoridades, me acuerdo bastante del tal Alexis Tsipras griego, les dijeron a la cara, porque no había otra escapatoria, que las arcas económicas de sus respectivos países estaban tan tiesas que se descalabraban las arañas, lo que supuso “ipso facto” que vieran reducidas sus pensiones en un 40%. ¿Te suenan los hombres de negro de la Unión Europea?.
El brutal hachazo repercutió de igual manera en el resto de clases sociales, pero a mí me da por recordar y fijarme en aquellos que, tras toda una vida de sacrificio y sin posibilidades físicas para poder reaccionar, ven como pasan a convertirse en pobres parias huérfanos de aquellos a los que permitieron llegar a esa atalaya desde donde ahora les arruinan con su precaria y analfabeta capacidad de gestión, convirtiendo sus últimos años vida en una agonía de pobreza e injusticia social. Una situación tan parecida a la que viven, por distintos motivos aunque con idéntico resultado, países como Venezuela, joya sudamericana de riqueza y prosperidad durante el siglo anterior, hoy caverna de delincuentes y malhechores, que ha obligado a huir a todo el que se lo ha podido permitir, abocando a la más absoluta ruina a los que no han contado con ese truculento y surrealista privilegio.
Y todo esto se me subraya a fuego en la mente cuando en mi repaso matinal de prensa, un titular me recuerda que este año los españoles pagaremos 42.000 millones de euros sólo en intereses de deuda. ¿Has escuchado bien lo que acabas de leer?. Por mi no hay ningún problema en que pares un momento y releas la última línea. Sí, ya sé que al leer el titular de esta opinión habrás pensado que me refería al manido tema del verano, los fuegos que han devorado el noroeste de España, tema gravísimo que también ha servido para que otros tantos pasen algo más desapercibidos. La deuda que estamos acumulando tiene un peligro que ninguno de nosotros somos capaces de calibrar. Me acuerdo de nuevo de los jubilados griegos o los ciudadanos de Venezuela. España lleva varios años recaudando en impuestos lo nunca visto. Los empresarios españoles, grandes, medianos y pequeños, además de cualquiera de los 20 millones de afortunados trabajadores que todavía mantienen su puesto, notamos como nos esquilman los bolsillos por todos lados, llegando en muchas ocasiones, a arrojar la toalla por la ventana. Pagamos y callamos porque sabemos que la lucha contra hacienda es una batalla perdida. ¡Si al menos viésemos que toda esa ingente recaudación redunda en algo positivo...!
42.000 millones de euros es ya la tercera partida de unos presupuestos generales del Estado que tampoco existen, porque vamos para tres años seguidos sin que se aprueben. Es una partida superior a lo que España gasta cada año en pagar el desempleo, la defensa, la seguridad ciudadana, la investigación, la industria, la energía, la agricultura e incluso la sanidad y la educación. El gasto público se ha desbocado, ¿porque y para qué?, porque es la única posibilidad que tiene Pedro Sánchez de seguir en el poder, y para que no lo pierda pues lo contrario sería ir de cabeza al banquillo de los acusados. Es algo que le da exactamente igual, sabe que algún día su tiempo terminará y ya vendrán otros a arreglar el brutal desaguisado, quedando como los verdaderos culpables a ojos de la opinión pública. Todo eso, si antes no salta el tinglado por los aires y nos vemos como griegos o venezolanos, porque ese es el camino que estamos recorriendo.
Financiación singular para los independentistas catalanes, lo que sea necesario para los independentistas vascos, 3,5 millones de funcionarios, casi 11 millones de pensionistas que cobran más que cualquier trabajador privado, 3 millones de parados de los cuales muchos ni quieren trabajar, chiringuitos estatales y autonómicos sin fin, colocados por millares en todas las administraciones públicas, suma y sigue...
La deuda crece cada año a pesar de que llevamos varios ingresando cifras históricas vía recaudación de impuestos. ¿Te has preguntado que pasará cuando esta rueda se pare?, podríamos hacer un ejercicio y preguntárselo a griegos y venezolanos, por ejemplo. La descordinación política en la gestión de los fuegos es una vergüenza colosal, el reparto de menas es sólo una tapadera para los miles que siguen llegando a diario, los primeros quince días de agosto han dejado casi a 200.000 personas sin su puesto de trabajo, no hay un sólo indicador serio que no avise de la ralentización de la economía.... ¿Te acuerdas cuando en 2007, todos nadando en la abundancia, nos avisaron de lo que venía a partir de 2.008?. Ese y no otro es el motivo de esta columna de opinión, a mí ya no me cogen de nuevo. En 2.027, tenemos otra oportunidad de volver a votar a Pedro Sánchez. Mucho ánimo, mientras eso llega, disfruten lo votado.
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