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Javier García Isac
OPINIÓN

Sanchismo desquiciado: aforamientos, colocaciones, blindajes protegen al hermanísimo

La opinión de Javier García Isac de hoy, jueves 22 de mayo de 2025

Pedro Sánchez y su círculo de confianza han perdido definitivamente el norte. El sanchismo, ese engendro político construido a base de redes clientelares, propaganda institucional y manipulación mediática, ha entrado en una fase terminal y desesperada. Y como buen régimen decadente, ya no se disimula nada: se blinda, se premia a los leales, se desquicia el aparato institucional para proteger al clan. El último episodio de esta serie tragicómica se está representando en Extremadura, donde el PSOE está dispuesto a pisotear la voluntad popular, las normas internas de los parlamentos autonómicos y hasta el más elemental sentido del pudor con tal de blindar a Miguel Ángel Gallardo, responsable directo de haber colocado a David Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno, en la Diputación de Badajoz.

Gallardo, actual presidente de la Diputación pacense, es también quien colocó a dedo al hermano del presidente en un puesto privilegiado, saltándose cualquier procedimiento transparente o méritocrático. Un dedazo en toda regla, como manda el manual sanchista. A David Sánchez se le regaló un puesto como director de orquesta cultural sin que nadie le conociera ninguna formación musical ni gestión destacable, con una residencia en Elvas (Portugal) para esquivar la ley y tributar menos, y con una plaza fija obtenida en condiciones más que sospechosas.

Pero el escándalo va más allá: ahora, para premiar la lealtad y protegerse mutuamente, el sanchismo regional en Extremadura mueve sus piezas en un ajedrez que no busca el bien de los extremeños, sino la supervivencia de sus operadores más turbios. María Cruz Rodríguez, diputada autonómica y peón fiel del aparato, deja su escaño para facilitar la entrada de Miguel Ángel Gallardo en el Parlamento extremeño. ¿El objetivo? Aforarlo. Blindarlo. Convertirlo en intocable ante la justicia. Porque saben que lo que viene detrás no es una tormenta política: es una tempestad judicial.

Gallardo necesita desesperadamente un salvavidas. El cerco sobre las irregularidades de la Diputación se estrecha, y con David Sánchez bajo sospecha judicial, el siguiente en la lista lógica es quien lo colocó. Pero en vez de asumir responsabilidades, el PSOE hace lo que mejor sabe: manipular la ley para proteger a los suyos. María Cruz Rodríguez, hasta ahora diputada sin relevancia pública ni peso político real, será recompensada previsiblemente con la Subdelegación del Gobierno en Badajoz. Otra colocación más. Otro premio por obedecer.

Y así funciona el sanchismo: como una mafia institucionalizada, donde los silencios se compran con cargos, las fidelidades se premian con blindajes, y el poder se usa no para servir al pueblo, sino para proteger a los que sirven al poder. No estamos ante un partido político tradicional, sino ante una estructura piramidal, sectaria y corrompida hasta el tuétano, que utiliza todas las herramientas del Estado para proteger a una familia, la de Pedro Sánchez, y a sus fieles lacayos.

Lo de Extremadura es sólo un ejemplo más del modus operandi del PSOE bajo Sánchez: colocaciones, dedazos, manipulación institucional y uso del poder para garantizar impunidad. ¿De qué tienen miedo? ¿Por qué se obsesionan con blindar a todos los implicados en la trama familiar de Sánchez? Porque saben que la verdad les puede estallar en la cara. Porque temen que el hilo del hermano acabe desenredando todo el ovillo.

Mientras tanto, la prensa del régimen calla o aplaude. Los periodistas a sueldo del sistema miran hacia otro lado. Y las instituciones, que deberían actuar como contrapeso, son utilizadas como alfombra bajo la que esconder la basura. El Congreso, el Senado, las televisiones públicas, las fiscalías, ahora los parlamentos autonómicos... todo al servicio del clan. Todo sometido al rodillo del poder más impúdico que ha conocido nuestra democracia.

Pero aún hay quienes se resisten. Aún queda sociedad civil, aún quedan periodistas libres, aún quedan españoles que no se rinden. Y ellos son la única esperanza frente a este sanchismo desquiciado que ha decidido echarse al monte y quemar todas las naves antes de rendirse.

La operación Gallardo en Extremadura es un aviso: el sanchismo está dispuesto a todo. Y cuando un régimen actúa así, es que sabe que el final está cerca.

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