
Dos días de infamia: el Congreso contra la prensa libre y la corrupción que no se va
La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 15 de julio de
Hemos asistido los pasados martes 8 y miércoles 9 de julio a dos de los días más indecentes de nuestra historia reciente, en ese hemiciclo que llaman Congreso de los Diputados, pero que ha dejado de ser la casa de todos los españoles para convertirse en el plató del sanchismo y en el club privado de una casta política que se protege a sí misma, no a España.
El martes, PSOE, Sumar y sus socios golpistas y filoetarras consumaron la expulsión de la prensa libre del Congreso. Una expulsión que no va contra EDATV o Informa Radio, sino contra el derecho de todos los españoles a saber qué se cuece en la cueva del lobo. La expulsión de la prensa que hace preguntas incómodas sobre la corrupción, sobre Santos Cerdán, sobre Begoña Gómez y sobre las vergüenzas de un gobierno que apesta a corrupción y podredumbre. Un Congreso convertido en un búnker, donde la verdad molesta y la pregunta se convierte en delito.
Y apenas 24 horas después, el miércoles, el jefe de la banda, Pedro Sánchez, se pasea por ese mismo Congreso convertido en escenario de su propaganda, para anunciar una batería de medidas contra la corrupción. Lo nunca visto: el líder de la corrupción, el protector de Cerdán, de Ábalos y de su propio clan familiar, diciendo que va a acabar con la corrupción que él mismo alimenta y tapa. No hay mayor burla ni mayor insulto a la inteligencia de los españoles que este teatro montado por el sanchismo.
Sus socios parlamentarios, esos que se rasgan las vestiduras, que fingen indignación en Twitter y en ruedas de prensa para engañar a cuatro ingenuos, no han tardado ni medio minuto en volver a apoyar a Sánchez. Porque Sánchez es su mejor garantía, no para España, sino para sus chiringuitos, sus privilegios y sus corruptelas regionales. Bildu, ERC, PNV, Junts y Sumar lo saben: la continuidad de Pedro Sánchez garantiza la continuidad de sus negocios, de sus chantajes y de su agenda contra la unidad de España.
Y mientras tanto, el Partido Popular aplaude con las orejas porque cree que con este PSOE arruinado electoralmente podrán llegar a acuerdos de Estado y recomponer el bipartidismo que tanto añoran, sin darse cuenta de que este PSOE es irreformable, porque su corrupción es estructural.
Hemos vivido dos días esperpénticos: uno para expulsar a quienes denuncian la corrupción, y otro para que el jefe de los corruptos se presente como adalid de la regeneración. En solo 48 horas, el Congreso se ha retratado: no hay voluntad de cambio, no hay regeneración, no hay compromiso con España. Solo hay un sistema que protege a Sánchez y a sus socios, a costa de la libertad, la justicia y la verdad.
Porque mientras expulsan a periodistas libres, protegen a quienes se han lucrado del poder y siguen haciendo caja a costa del sufrimiento de los españoles. Y mientras Sánchez habla de regeneración, su propio partido se pudre entre tramas de corrupción, filtraciones judiciales, amiguismo y tráfico de influencias.
Lo sucedido el 8 y 9 de julio en el Congreso no puede ser olvidado. Es el resumen perfecto de este régimen: expulsar a la prensa libre y aplaudir al corrupto mientras habla de regeneración. Si alguien tenía dudas, ya sabe a qué nos enfrentamos: a un sistema que no quiere que nada cambie, que no quiere regeneración, que no quiere transparencia. Porque en un país con transparencia y libertad, el sanchismo no duraría ni cinco minutos.
España merece saber la verdad. España merece que los que denuncian la corrupción no sean expulsados. España merece un Congreso que trabaje para la nación, no para los corruptos. Por eso, aunque nos expulsen de sus pasillos, no nos callarán. Seguiremos denunciando, seguiremos informando, seguiremos siendo libres, porque si algo hemos aprendido estos dos días de infamia es que la batalla por la libertad es más necesaria que nunca.
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