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OPINIÓN

Defender la Hispanidad es defender lo nuestro

La opinión de Javier García Isac de hoy, viernes 11 de julio de 2025

Hay quienes confunden interesadamente el concepto de Hispanidad con la inmigración masiva y descontrolada que nos están imponiendo las políticas de puertas abiertas de la progresía. Confunden la defensa de nuestra fe, nuestro idioma y nuestro legado con la dejación de nuestras fronteras a mafias y delincuentes que no sienten ningún aprecio por España ni por lo que representa. Hay quienes, por ignorancia o mala fe, nos quieren hacer creer que defender la Hispanidad es renunciar a nosotros mismos. Nada más lejos de la realidad.

Por eso celebro que Vox, el partido que lidera Santiago Abascal, haya recogido con firmeza la bandera de la Hispanidad. Porque frente a la cobardía del resto, que piden perdón a cada paso por nuestra historia, Vox proclama con orgullo que la Hispanidad es el mejor legado de España a la humanidad. Porque si de algo podemos sentirnos legítimamente orgullosos los españoles es de haber llevado la fe, la lengua y la cultura a un continente entero, hermanándonos con pueblos que, lejos de ser colonias, fueron España durante siglos.

Defender la Hispanidad no es abrir las puertas de par en par a la inmigración ilegal ni renunciar a nuestra soberanía. No es permitir que entren miles de personas sin ningún control, que ocupen barrios y calles, que deterioren nuestra convivencia y que, en demasiadas ocasiones, se conviertan en el origen de una criminalidad que arrasa con nuestros vecinos más humildes. Defender la Hispanidad es comprender que hay una hermandad de naciones con un idioma común y con raíces cristianas, que debemos preservar frente a la amenaza de la ideología indigenista que solo busca dividir, enfrentar y retroceder en el tiempo.

Indigenismo es regresión. Progresía es retroceso. Porque el progresismo actual, con su agenda globalista y su falsa bandera de solidaridad, lo que ha traído es miseria, inseguridad y ruptura social, destruyendo lo que quedaba de cohesión en nuestras ciudades y pueblos. Mientras tanto, pretenden que pidamos perdón por lo que hicimos hace quinientos años, cuando fuimos el primer imperio en reconocer a los naturales de América como súbditos de la Corona, con los mismos derechos que cualquier otro español. Y no, no fueron colonias: eran España.

Por eso, cuando digo “los españoles primero”, incluyo a todos aquellos que forman parte de ese crisol de naciones que en su momento fueron España y que comparten nuestra lengua y nuestra fe. Porque defender la Hispanidad es, también, defender la unidad, la soberanía, la tradición y el sentido común.

La incultura es universal, pero en España tiene nombres y apellidos: progres y globalistas que han renunciado a su país, a su historia y a su fe. Son los mismos que pretenden cambiar el Día de la Hispanidad por cualquier invento indigenista que justifique su odio a España y que convierta a nuestros antepasados en villanos de una historia que no comprenden ni respetan. La palabra sudaca es un término acuñado en los 80 y puesto de moda por la izquierda, frente a la Hispanidad. Era un insulto para definir a los que por aquel entonces, España consideraba nuestros hermanos. Fue la izquierda la que dió de lado al mundo hispánico para fijarse de una forma cateta y paleta, a lo que ahora es la Unión Europea.

Defender la Hispanidad es defender la fe católica, nuestro idioma común y nuestro legado, frente a quienes quieren diluirnos en el relativismo, imponernos la Agenda 2030, sustituir nuestra fe por el vacío espiritual y abrir nuestras puertas a la colonización islámica. Si perdemos la Hispanidad, perderemos lo último que nos queda para resistir la colonización cultural y religiosa que quieren imponernos.

Por eso celebro que Vox hable de Hispanidad, como celebro que defienda nuestra soberanía y nuestra seguridad. Defender la Hispanidad no es pedir perdón, es reivindicar la verdad frente a la mentira y el complejo frente al orgullo. Es proteger nuestras fronteras, defender nuestra cultura y sentirnos orgullosos de lo que somos, lo que fuimos y lo que podemos seguir siendo si no nos arrodillamos ante el chantaje de los de siempre. El separatismo catalán o vasco, no quiere hispanos, quiere musulmanes, sin raíces, sin fe católica y sin idioma. Se equivocan, acabarán devorados por la bestia.

España, y la Hispanidad, tienen aún mucho que ofrecer al mundo. Pero antes, debemos protegernos de quienes, desde dentro, pretenden destruirnos.

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