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Javier García Isac
OPINIÓN

Pedro Sánchez: el tirano que ya no puede pisar la calle

La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 6 de mayo de 2025


Pedro Sánchez no puede salir a la calle. Cada vez que lo intenta, es abucheado, insultado y repudiado por una ciudadanía harta de sus mentiras, su soberbia y su traición permanente a los intereses de España. El presidente más impopular de nuestra historia reciente, atrapado en su propio delirio de grandeza, no pudo siquiera asistir al funeral del Papa Francisco, dejando en evidencia no solo su cobardía personal, sino su desprecio absoluto por nuestras raíces culturales y espirituales. Tampoco acudió a la final de la Copa del Rey en Sevilla, una tradición institucional que antaño los presidentes respetaban, pero que Sánchez evita como quien huye de su propio juicio popular.

La realidad es que Pedro Sánchez ya no se atreve a mezclarse con los españoles de a pie. Sabe que su sola presencia genera rechazo. Por eso se encierra en eventos cerrados, rodeado únicamente de su público, en actos cuidadosamente orquestados donde solo se permite el aplauso fácil, el griterío forzado y las loas impostadas de los suyos. El tirano contemporáneo necesita protegerse del pueblo que dice representar, porque sabe que ha traicionado todo aquello que juró defender.

El PSOE, convertido ya en la caricatura de sí mismo, avanza en una loca huida hacia adelante de la que solo puede salir por el precipicio. El sanchismo, esa secta fanatizada construida alrededor de un personaje vacío y narcisista, está dispuesto a todo con tal de prolongar su agonía en el poder. Sánchez ha demostrado no tener líneas rojas: ha entregado soberanía a la anti-España, ha humillado a las instituciones, ha corrompido el Estado de derecho, ha cedido ante todos y cada uno de los chantajes de los separatistas, de los comunistas y de los enemigos de la nación.

Ni los contratos públicos están a salvo. Cuando los mamarrachos de la otra extrema izquierda del Gobierno —esos analfabetos funcionales que ocupan ministerios— le exigen anular acuerdos, Sánchez se pliega, claudica, obedece, como buen rehén del Frankenstein político que él mismo creó. No importa el daño económico, no importa la ruina del país, no importa la miseria que hereden las futuras generaciones: para Pedro Sánchez, solo importa Pedro Sánchez.

La estrategia de la izquierda en su conjunto es cristalina: hundir a España para hacerse irreemplazables. Pretenden que el país quede tan devastado social, económica y moralmente que ningún gobierno alternativo pueda reconstruirlo. Mientras tanto, el gobierno de coalición, aunque acabado y amortizado, seguirá aferrándose a la poltrona como un parásito. ¿Cómo? Con el sostén incondicional de los medios de comunicación ensobrados, comprados con millones de euros en subvenciones, publicidad institucional y favores a cambio de complicidad.

Estos medios corruptos han renunciado a su función de vigilancia del poder para convertirse en meros portavoces del régimen. Fabrican una falsa apariencia de normalidad donde solo hay crisis, desgobierno y corrupción. Manipulan, ocultan, distorsionan y blanquean cada escándalo, cada felonía, cada ataque a las libertades, como si de un ministerio de la verdad orwelliano se tratase. Nada de lo que sucede en España hoy sería posible sin su colaboración activa, sin su traición diaria a la ciudadanía.

Estamos ante un gobierno que ya no gobierna, sino que resiste atrincherado. Ante un partido que ya no defiende ideas, sino intereses. Ante un presidente que ya no lidera, sino que se esconde. Y mientras tanto, España paga la factura de su vanidad y su ambición sin límites.

Pedro Sánchez sabe que su tiempo está agotado. Lo que no sabemos es cuántos daños más está dispuesto a causar en su desesperada fuga hacia adelante. Pero una cosa es segura: cuando el pueblo despierta, los tiranos no tienen dónde esconderse.

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