
Rumanía planta cara: el pueblo elige patriotismo y libertad frente a las imposiciones
La opinión de Javier García Isac de hoy, lunes 5 de mayo de 2025
solo una victoria electoral: es un grito de dignidad nacional, una rebelión democrática frente a las élites que pretenden decidir desde Bruselas quién puede gobernar y quién no. Simion, líder del partido AUR, ha arrasado con un contundente 40 % en la primera vuelta de las presidenciales, después de que la maquinaria globalista intentara frenar el auge patriótico inventándose una supuesta “injerencia rusa” para anular las elecciones de noviembre, donde Georgescu —posteriormente inhabilitado por el Tribunal Constitucional rumano— logró un respetable 23 %.
¿Injerencia rusa? No, la única injerencia real y palpable es la de la Unión Europea, que lleva años entrometiéndose en los asuntos internos de las naciones, despreciando la soberanía de los pueblos y criminalizando a quienes no se someten a sus dogmas progre-globalistas. Lo de Rumanía es un ejemplo clarísimo de lo que ocurre cuando la voluntad popular no coincide con los deseos del burócrata europeo: se inventan una excusa, difaman al adversario político y, si pueden, anulan el resultado. Eso no es democracia, eso es totalitarismo disfrazado de institucionalidad.
Pero el pueblo rumano no se ha asustado. Lejos de amedrentarse por las amenazas de Bruselas y los medios europeos —que ya tachan al AUR de “extrema derecha”, “prorruso” o “antieuropeo”—, ha redoblado su apoyo a quienes hablan su idioma: el del trabajo, la familia, la identidad nacional y la soberanía. Simion no solo ha resistido el ataque, lo ha devuelto multiplicado. Ha recibido un respaldo aún mayor, ha demostrado que cuando uno se planta con firmeza, el pueblo responde.
¿Qué dirán ahora los medios del sistema? ¿Qué se van a inventar? ¿Volverán a hablar de hackers rusos, bots, fake news o amenazas fascistas? Lo cierto es que cada vez que un partido patriótico triunfa en Europa, el relato es el mismo: si ganan los progresistas, es “una fiesta de la democracia”. Si ganan los patriotas, “la democracia está en peligro”. Ya lo vimos en Italia con Meloni, en Hungría con Orbán, en Eslovaquia con Fico, y ahora lo vemos en Rumanía. El patrón se repite porque la consigna viene de arriba.
Pero algo está cambiando. Los pueblos de Europa están despertando. Rumanía ha dicho basta, y no está sola. Cada vez son más los que se rebelan contra esta UE convertida en un monstruo antidemocrático, ajeno a las raíces y a la voluntad de las naciones. Lo de AUR es una advertencia para todos los partidos del sistema: la mentira tiene las patas muy cortas y la paciencia del pueblo también.
Rumanía ha encendido una antorcha. Ahora hace falta que esa luz llegue a más rincones de Europa. ¿Quién será el siguiente?
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