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OPINIÓN

Pedro Sánchez, el destructor: del PSOE histórico al régimen más corrupto y antinaciona

Por Javier García Isac

La historia de España en el siglo XX y XXI no puede entenderse sin el PSOE. Pero tampoco puede entenderse el sufrimiento de millones de españoles, la ruina institucional del país, la impunidad de sus élites, ni el desmontaje de la nación, sin señalar al Partido Socialista como el gran responsable histórico de cada una de esas tragedias.

Desde su fundación violenta, pasando por el golpe de 1934, la Guerra Civil, los GAL, la corrupción estructural de los 80 y 90, hasta llegar al presente, el PSOE no ha dejado una sola etapa de progreso sin contaminar, ni un pilar del Estado sin erosionar. Pero nada de lo anterior alcanza la magnitud de lo que estamos viviendo bajo Pedro Sánchez: el sanchismo no es una etapa, es un régimen. Y Pedro Sánchez no es solo su presidente: es su rostro, su cerebro y su síntoma terminal.

El método Sánchez: poder a cualquier precio

Pedro Sánchez llegó al poder en 2018 mintiendo, con una moción de censura apoyada por separatistas, comunistas y herederos del terrorismo, sin un solo voto directo del pueblo español. Prometió regeneración, limpieza y elecciones inmediatas. Lo que hizo fue atrincherarse en La Moncloa y convertir el Estado en su empresa personal.

Desde entonces, ha gobernado con un principio inquebrantable: el fin justifica cualquier medio. Y ese fin no es el bienestar nacional, ni la justicia social, ni la igualdad. El único fin del sanchismo es la supervivencia política del propio Sánchez. Todo lo demás —las leyes, la verdad, la historia, el lenguaje, las instituciones— son instrumentos al servicio de ese objetivo.

Cronología de un régimen

2018: Moción de censura con sentencia manipulada, promesas falsas y el primer pacto con enemigos de España.

2019: Gobierno de coalición con comunistas de Podemos, tras asegurar que nunca pactaría con ellos.

2020: Uso del COVID para cerrar el Parlamento, reprimir a la población, y enriquecer a sus amigos con mascarillas a precio de oro.

2021: Indultos a golpistas catalanes, inicio del blanqueo del separatismo.

2022: Giro unilateral sobre el Sáhara. Sumisión a Marruecos tras el escándalo del espionaje con Pegasus.

2023: Ley de amnistía. Golpe constitucional legalizado a cambio de votos para mantenerse en el poder.

Corrupción sin límites, impunidad garantizada

Bajo Sánchez, la corrupción ya no es la excepción, es el sistema:

Begoña Gómez, su esposa, señalada por tráfico de influencias y favorecimiento a empresarios afines desde su cátedra pública.

Koldo García, su guardaespaldas reconvertido en comisionista millonario durante la pandemia.

Víctor de Aldama, su conseguidor internacional, clave en el rescate de Air Europa, entre otros escándalos.

José Luis Ábalos, apartado pero nunca investigado en profundidad.

Tito Berni, cocaína, prostitutas y diputados socialistas implicados en una trama de lujo y saqueo.

Y la pieza clave: Álvaro García Ortiz, fiscal general, colocado para parar investigaciones, filtrar datos de testigos y blindar al círculo presidencial.

El Estado, convertido en instrumento del régimen

El sanchismo ha colonizado todas las instituciones:

El Tribunal Constitucional, bajo Conde-Pumpido, actúa como tercera cámara del Gobierno.

La Fiscalía, transformada en escudo judicial del PSOE.

RTVE, el CIS, el INE, el Defensor del Pueblo… todos bajo control directo del Ejecutivo.

El Parlamento, degradado a escenario donde el presidente no responde y la oposición es vetada.

El BOE, utilizado como panfleto electoral y arma de compra de voluntades.

La verdad suprimida, el relato impuesto

La mentira es el combustible del sanchismo. No importa cuántos agresores sexuales salgan a la calle, cuántos contratos fraudulentos se firmen, cuántos millones se malversen. Mientras el relato funcione, nada es verdad si no lo dice el Gobierno.

Y para sostener el relato, se censura a periodistas, se asfixian medios críticos, se promueven "leyes antibulos", y se coopta a las redes sociales para borrar del mapa a quien diga la verdad.

¿Qué queda de España tras Sánchez?

Un país sin soberanía, vendido a Marruecos y a Bruselas.

Una nación sin unidad, entregada al chantaje de golpistas.

Una economía zombificada, sostenida por deuda y propaganda.

Una justicia sin independencia, al servicio del poder.

Un pueblo sin libertad, empobrecido, dividido, resignado o manipulado.

Sánchez y el PSOE, incompatibles con el futuro de España

El PSOE no es regenerable. Y Pedro Sánchez no es una anomalía, es su consecuencia lógica. Desmontar el sanchismo no será fácil, porque ha penetrado todas las estructuras del Estado. Pero es urgente, porque cada día que se demora, España pierde soberanía, libertad y dignidad.

Sánchez es el cáncer del sistema. Y el PSOE, su metástasis institucional. Solo cuando ambos sean desenmascarados, juzgados moral y políticamente, y desalojados de cada rincón de poder que ocupan, podrá comenzar la verdadera reconstrucción nacional.

Que nadie lo dude: el futuro de España pasa por enterrar al sanchismo. No hay otra alternativa.

Javier García Isac

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