
Cinco años de pandemia: el gran fraude del siglo XXI
La opinión de Javier García Isac en torno al fraude de la pandemia
Cinco años han pasado desde que el Gobierno de Pedro Sánchez decretó el primer estado de alarma en marzo de 2020. Cinco años desde que comenzó la mayor estafa política y sanitaria de nuestra historia reciente, una crisis que no solo dejó más de 120.000 muertos en España —cifras que el Gobierno intentó ocultar bajo sus ridículos datos oficiales—, sino que también nos arrebató libertades fundamentales y expuso la miseria moral e incompetencia de quienes nos gobiernan.
Lo que vendieron como una crisis sanitaria se convirtió en el mayor experimento de control social jamás visto en democracia. Se nos dijo que teníamos “la mejor sanidad del mundo”, pero en cuanto llegó la pandemia, todo el sistema colapsó. No había material sanitario, no había protocolos claros, y la respuesta del Gobierno fue la habitual: improvisación, propaganda y mentiras. Mientras los ciudadanos eran encerrados en sus casas con estados de alarma ilegales —tal y como dictaminó posteriormente el Tribunal Constitucional—, el Ejecutivo de Sánchez se dedicaba a comprar mascarillas defectuosas y a enriquecer a sus amigos con contratos fraudulentos.
El desastre de la gestión sanitaria y política
Desde el primer día, la gestión de la pandemia fue un absoluto despropósito. Pedro Sánchez, en lugar de asumir su responsabilidad, delegó en sus ministros y en las comunidades autónomas, que demostraron una incapacidad absoluta para gestionar la crisis. Se cambiaban los protocolos constantemente, la información era contradictoria y, al final, la realidad era innegable: no había ningún plan, solo una estrategia de manipulación.
Se nos dijo que las mascarillas no eran necesarias, luego que sí. Nos aseguraron que con quince días de encierro se controlaría el virus, pero el confinamiento se extendió durante meses, destrozando la economía y la salud mental de la población. Se cerraron negocios, se destruyeron millones de empleos y se dejó morir a miles de ancianos en residencias sin atención médica. Mientras tanto, los políticos se subían el sueldo y seguían disfrutando de sus privilegios.
El asalto a nuestras libertades
Pero la pandemia no solo fue una crisis sanitaria: fue un golpe brutal a nuestras libertades. Nos encerraron en nuestras casas con la excusa de “salvar vidas”, cuando en realidad lo que buscaban era consolidar un poder absoluto. Se persiguió y censuró a todo aquel que se atreviera a cuestionar la narrativa oficial. Cualquier crítica era tachada de “negacionista” y silenciada en redes sociales, donde los guardianes de la corrección política eliminaban cualquier voz disidente.
Se persiguió la libertad de expresión y de información como nunca antes. Periodistas independientes, médicos y científicos que cuestionaban las decisiones del Gobierno fueron señalados, ridiculizados y silenciados. Mientras tanto, los medios de comunicación, bien engrasados con dinero público, se dedicaban a amplificar la propaganda oficial y a criminalizar a quienes pedíamos transparencia y respuestas.
Las vacunas: el gran experimento
Y cuando la excusa del confinamiento ya no era suficiente, llegó el siguiente capítulo: la vacunación masiva con medicamentos experimentales. Se nos dijo que las vacunas eran “seguras y efectivas”, pero sin asumir ninguna responsabilidad sobre los efectos secundarios. Se impusieron pasaportes sanitarios, se marginó a quienes decidieron no vacunarse y se normalizó la discriminación en pleno siglo XXI.
Se prohibió cuestionar la eficacia y seguridad de estos fármacos, a pesar de los numerosos casos de efectos adversos que quedaron sin respuesta. Nadie en el Gobierno, ni en las farmacéuticas, ni en los medios de comunicación asumió responsabilidad alguna por las consecuencias de este experimento global.
Cinco años después, el país sigue hundido
Cinco años después del inicio de la pandemia, España sigue sufriendo las consecuencias de aquella gestión desastrosa. La sanidad pública está más colapsada que nunca, las listas de espera han aumentado y la economía sigue sin recuperarse del golpe. Mientras tanto, Pedro Sánchez y sus ministros siguen en sus poltronas, sin asumir ninguna responsabilidad, mintiendo y manipulando a una población cada vez más harta de su incompetencia.
La pandemia no solo dejó en evidencia lo frágil que es nuestro sistema sanitario, sino también lo rápido que pueden arrebatarnos nuestras libertades. Fue una lección brutal para todos aquellos que todavía creían en la “democracia” que nos venden. La pregunta es: ¿hemos aprendido algo o estamos condenados a repetir la historia en la próxima crisis que decidan fabricar?
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