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Persona con mochila y patineta corre frente a un gran incendio durante la noche
OPINIÓN

1 de Octubre: El día que España cedió al chantaje separatista

La opinión de Javier García Isac de hoy, miércoles 1 de octubre de 2025


Hoy es 1 de octubre, y cada año esta fecha nos recuerda una de las mayores humillaciones que ha sufrido la Nación española en tiempos recientes. El 1 de octubre de 2017 no fue un “referéndum”, no fue una “consulta ciudadana”: fue una intentona golpista de manual, un ataque directo contra la soberanía nacional y contra la unidad de España, alentado por unas instituciones catalanas convertidas en aparato de sedición y por un Gobierno de Mariano Rajoy que, con su pasividad, permitió que los golpistas siguieran en pie, disfrazados de demócratas.

Ese día, las calles de Cataluña fueron escenario de un simulacro ridículo, sin garantías, sin control y sin base legal alguna, pero con un trasfondo muy serio: poner en cuestión la integridad territorial de España y situar a nuestro país al borde de la fractura. La respuesta del Estado fue débil, tardía y cobarde. En vez de aplicar todo el peso de la ley y detener de inmediato a los responsables, se improvisó un artículo 155 que acabó siendo un brindis al sol. Se convocaron elecciones autonómicas que devolvieron el poder a los mismos que habían organizado el golpe. Los culpables, lejos de ser apartados, fueron blanqueados y rearmados políticamente.

El error histórico del 155

Rajoy y el Partido Popular tuvieron en sus manos la oportunidad de poner orden, de ilegalizar a los partidos que habían perpetrado un ataque directo al orden constitucional, y lo más importante, a la unidad de España. No lo hicieron. Optaron por el camino fácil: convocar elecciones y confiar en que el tiempo lo arreglaría todo. El tiempo, ya lo sabemos, no ha curado nada: lo ha empeorado. Hoy, esos mismos partidos separatistas son socios imprescindibles del Gobierno de España. Quienes se levantaron contra España, quienes despreciaron la legalidad y desafiaron al Estado, son hoy quienes dictan la política nacional.

El 155 fue una rendición encubierta. No sirvió para revertir nada. Ni se tomó el control de la educación, ni se recuperaron los medios públicos puestos al servicio de la sedición, ni se desmontaron las estructuras golpistas. Se dejó intacto el aparato separatista, y como consecuencia, ocho años después, España está más debilitada que aquel 1 de octubre de 2017.

Un Rey decepcionante

Muchos recordarán que en los días posteriores, el Rey Felipe VI pronunció un discurso solemne que parecía marcar un antes y un después. Un mensaje firme, con un tono que devolvió la esperanza a millones de españoles. Pero con el tiempo, aquella intervención se convirtió en un espejismo. Ni el Rey ha vuelto a levantar la voz con la contundencia que merece la gravedad del momento, ni ha estado a la altura de lo que España necesita de su Jefe de Estado. La decepción ha sido total. Hoy, la Corona, lejos de ser un baluarte, parece resignada a ser cómplice silenciosa de la deriva de España.

Puigdemont, huido y protegido

Y mientras tanto, el principal instigador de aquella intentona golpista sigue huido, refugiado en Bruselas. No es un perseguido político, es un prófugo de la Justicia. Sin embargo, el Gobierno de Pedro Sánchez, en lugar de exigir su entrega y cumplir las órdenes judiciales, envía emisarios para negociar con él en hoteles europeos. Puigdemont, desde su suite belga, marca la agenda de España y chantajea al Gobierno, que a cambio de mantenerse un solo día más en el poder, está dispuesto a entregar la unidad nacional, la igualdad de los españoles y la propia soberanía.

Del golpe a la gobernabilidad

El colmo de los colmos es que quienes en 2017 quisieron romper España, hoy son los socios que sostienen al Partido Socialista en el poder. ERC, Junts y Bildu, la izquierda en general y el separatismo en particular, son la verdadera columna vertebral del sanchismo. La Nación se mantiene en pie a base de cesiones, indultos y amnistías que no tienen otro fin que garantizar la permanencia de Sánchez en Moncloa. Un presidente que no gobierna: simplemente sobrevive a costa de entregar España a sus enemigos. Un presidente cercado por la corrupción, que ve en los que odian España, su única posibilidad de no entrar en la cárcel a través de mantenerse en el poder.

Estamos peor que en 2017

Han pasado ocho años, y lejos de aprender de los errores, hoy la situación es todavía más grave. En 2017 el golpe fue interno, localizado en Cataluña. En 2025, el golpe está institucionalizado desde el propio Gobierno de España. Los separatistas no solo no han perdido fuerza, sino que la han multiplicado gracias a la cobardía del PP y a la complicidad del PSOE.

El 1 de octubre no debe ser olvidado, porque marca el inicio de la rendición del Estado ante el separatismo. Aquel día se puso en evidencia que en España el delito puede salir rentable si lo comete un separatista. Aquel día se abrió la puerta al chantaje permanente. Y hoy, ocho años después, España sigue prisionera de esa rendición.

El 1 de octubre es el recordatorio de un error histórico: no haber ilegalizado a quienes atentaron contra España, no haber actuado con contundencia, no haber defendido con firmeza la unidad nacional. El 1 de octubre no es pasado: es presente. Porque la traición sigue, y porque los golpistas, lejos de ser castigados, hoy gobiernan España de la mano del Partido Socialista.

España no puede permitirse olvidar ni resignarse. O se reacciona con firmeza, o el próximo 1 de octubre será recordado no ya como el inicio de la rendición, sino como el principio de la disolución de nuestra Patria.

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