
Las miserias socialistas al descubierto
La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 16 de septiembre de 2025
La entrevista concedida por la ex mujer de José Luis Ábalos a Tele 5 y a The Objective no es un simple testimonio de una mujer despechada ni una anécdota en la interminable crónica rosa de la política española. Es mucho más. Es la radiografía brutal y descarnada de lo que es el Partido Socialista Obrero Español en pleno siglo XXI: un lodazal de corrupción, miedo, amenazas, intereses inconfesables y miserias personales que acaban siendo reflejo de las miserias colectivas de un partido en descomposición moral.
En esa entrevista, la ex mujer de Ábalos confesó abiertamente que nunca se atrevió a usar el coche oficial que le fue puesto a su disposición por miedo a “sufrir un accidente”. Es decir, miedo a ser silenciada. Miedo a ser asesinada. No se trata de una frase dicha al azar ni de un lapsus. Es la constatación de que en el entorno del PSOE, en la órbita del sanchismo, la amenaza, la sospecha y el temor forman parte del ambiente cotidiano. Un partido que presume de progresismo y democracia, pero que genera en los suyos más miedo que confianza.
Ábalos fue, durante años, la mano derecha de Pedro Sánchez. Su secretario de organización, su escudero fiel, su ministro de Fomento, su hombre para todo. El mismo que, con nocturnidad y alevosía, bajó a la T-4 de Barajas a recibir a Delcy Rodríguez, violando sanciones de la Unión Europea y poniendo a España al servicio de un narcoestado como Venezuela. El mismo que tejió una red clientelar de colocaciones en empresas públicas, con amantes, ex parejas y amigas convertidas en enchufadas de lujo. El mismo que, según todas las investigaciones, estuvo rodeado de personajes turbios como Koldo García o Santos Cerdán.
Ábalos cayó tarde, demasiado tarde
Pedro Sánchez conocía todo esto. No podía no saberlo. Lo sabía la prensa, lo sabían los jueces, lo sabían en su propio partido. Y sin embargo, Ábalos no fue destituido hasta nueve meses después de que se airearan sus andanzas. Nueve meses en los que siguió siendo ministro, representante del Gobierno de España, pieza clave del engranaje sanchista. Mientras tanto, Iván Redondo, aquel asesor estrella que diseñó la moción de censura y el personaje político de Sánchez, era fulminado a los dos meses por razones mucho menos graves: la pugna interna por el control del relato.
He ahí la diferencia. A Redondo lo echaron por molestar en el poder. A Ábalos lo mantuvieron hasta que ya no hubo manera de sostenerlo más sin que el escándalo se los llevara por delante. Porque en el PSOE no se castiga la corrupción ni la indecencia; se castiga la desobediencia al líder.
Un partido sin escrúpulos
Lo grotesco es que, tras su destitución, Ábalos fue ovacionado en el Congreso por todos los diputados socialistas. Sí, ovacionado. La bancada socialista aplaudía con entusiasmo a un hombre marcado por la sospecha, la vergüenza y la inmoralidad política. Y no solo eso: Sánchez lo volvió a incluir en las listas del PSOE en las elecciones posteriores. Resultado: hoy Ábalos sigue siendo diputado en activo, cobrando su sueldo del erario público y votando disciplinadamente lo que le ordena su jefe.
Ese aplauso colectivo no fue un gesto de amistad personal, sino la demostración de cómo el PSOE se ha convertido en una secta donde la lealtad al capo está por encima de cualquier consideración ética o política. La corrupción no se condena, se aplaude. Los delitos no se investigan, se tapan. Las miserias no se corrigen, se celebran.
De Ábalos a Santos Cerdán: más de lo mismo
Y si alguien cree que la salida de Ábalos marcó un antes y un después, se equivoca. El sustituto que eligió Sánchez fue Santos Cerdán, un perfil calcado: oscuro, obediente, sin escrúpulos. El hombre que negoció con Puigdemont la amnistía, que fue clave en el pacto con Bildu, que se paseó por Bruselas para blanquear a un prófugo de la justicia española. Hoy, Santos Cerdán se encuentra en prisión provisional. El relevo de Ábalos no fue regeneración, fue continuidad en la podredumbre.
El fracaso de Redondo y la farsa de Yolanda Díaz
Mientras tanto, Iván Redondo, apartado del círculo presidencial, intentó fabricar otro líder: Yolanda Díaz. Un producto de laboratorio, diseñado para ser la alternativa amable al comunismo bronco de Podemos. Un artificio mediático apoyado por la izquierda caviar y los medios de comunicación del régimen. El resultado ha sido un fracaso estrepitoso, como muestran los últimos resultados electorales. Otro engaño más a la ciudadanía, otro intento fallido de manipular a los españoles con muñecos prefabricados desde los despachos del poder.
Miserias personales y colectivas
No nos engañemos: lo grave no son las miserias personales de José Luis Ábalos. Lo grave es que esas miserias son las mismas del Partido Socialista. La entrevista de su ex mujer ha vuelto a poner al descubierto lo que ya sabíamos: que en el PSOE todo huele a cloaca, que el sanchismo se alimenta del miedo, de la amenaza y de la corrupción, que la regeneración es imposible porque no hay voluntad de regenerarse.
El PSOE de hoy es el partido de los Koldos, de los Aldamas, de las Begoñas con cátedras regaladas, de los hermanos colocados, de los ministros señalados, de los barones que callan y aplauden mientras cobran, de los Cerdán.Y todo ello bajo el mando de un presidente que es el máximo exponente de la mentira, el engaño y la degradación política.
La ex mujer de Ábalos ha puesto voz a lo que muchos españoles intuían: que en el sanchismo el miedo es real, que el poder se ejerce desde la amenaza, que la corrupción es estructural y que las miserias no son casos aislados, sino la esencia misma de un partido podrido.
Ese es el PSOE. Ese es el sanchismo. Y esa es la vergüenza que España ya no debería seguir soportando.
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