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Mujer de cabello rubio hablando frente a un micrófono con la mano levantada y expresión facial enfática
OPINIÓN

Mariscada de poder: banquete mediático para blanquear el blanqueo

Por Javier García Isac

En los fogones del poder mediático y político, Yolanda Díaz—vicepresidenta de nuestro querido tinglado gubernamental—se luce con una mariscada en Bueu para homenajear a esos periodistas “amigables” con el Sanchismo, justo cuando desde algunos pasillos del Congreso se discute expulsar al grupo EDATV e Informa Radio. Una maniobra simbólica que mastica contradicciones: mientras se pide nuestra expulsión por indocilidad, se brindan bogavantes con albiño.

El escenario:

Una mesa poblada por Xabier Fortes (RTVE), Jesús Núñez Villaverde (analista), Javier Casqueiro (El País), y Pedro García Cuartango (ABC), quienes, dicen fuentes, no solo comparten mesa sino también afinidades ideológicas con el gobierno  .

¿Quién pagó la cuenta?

Aunque el equipo de camareros guarda discreto silencio, círculos locales apuntan a que fue Díaz quien convidó. La política, taza en mano y cigarro político encendido, nos regala la estampa perfecta del capitalismo gourmet —donde los favores se cocinan a fuego lento entre percebes y conversaciones “institucionales”  .

Entre camarones y censura

No hay mejor salsilla para cocer la prensa dócil que sacarla al salpicón público: convives con ellos, los mimás, y luego limítales, o incluso expúlsales, si no se alinean. Mientras tanto, EDATV ve cómo se cuece en la olla del linchamiento institucional: “¿Periodistas leales? Estos sí. Los críticos fuera del Congreso”. La democracia se redefine con sabor a marisco.

El mensaje (velado pero explícito)

1. Amistad condicionada: si tienes a los medios en el plato —literalmente—, difícilmente criticarán al cocinero.

2. Prestigio selectivo: se reparten conchas y sonrisas, pero solo a quienes sirven al guiso oficial.

3. El dulce reflujo del poder: alimentar a tus devotos y silenciar al disidente. Todo en clave estival, con vistas a la ría y albariño en mano.

Es el chantaje del buen rollo. Nos sirven marisco, nos ofrecen proximidad, pero a cambio nos piden lealtad o la retirada. No es casualidad ver etiquetas como “diálogo”, “cercanía” y “entrevista institucional”, porque el menú está diseñado para anestesiar la crítica y cultivar la influencia.

Un almuerzo no es solo comida: es política. Y esta vez, el banquete fue servido por quién no debería estar cocinando con la prensa. El pase de lista de editores y columnistas al plato nos recuerda que en esta mesa no hay libertad; solo la que el poder condona.

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