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Javier García Isac
OPINIÓN

Koldo García: del portero de discoteca al corazón de la corrupción sanchista

Por Javier García Isac

El sanchismo no se entiende sin personajes oscuros, mediocres y leales hasta la ceguera. No se explica sin escuderos de confianza dispuestos a hacer el trabajo sucio, a cambio de poder, colocaciones y protección judicial. Uno de esos personajes, probablemente el más simbólico de este sistema putrefacto, es Koldo García Izaguirre. Un tipo que pasó de ser portero de discoteca en Navarra a hombre de confianza de un ministro del Gobierno de España, con acceso privilegiado a contratos millonarios, instituciones públicas y círculos de decisión que jamás debió haber pisado. Koldo es el símbolo perfecto del nepotismo socialista, de la incompetencia premiada y del clientelismo institucionalizado.

Los orígenes turbios de un peón útil

Koldo García nació en Navarra y militó en la Federación Socialista Navarra, una de las más corruptas, opacas y controladas por clanes familiares de toda la historia del PSOE. Su trayectoria política fue mediocre y discreta, pero siempre pegado al poder, siempre al abrigo del partido, siempre dispuesto a lo que fuera necesario.

Su salto al escenario nacional se produce gracias a un personaje clave del sanchismo: Santos Cerdán, actual número tres del PSOE y auténtico fontanero del poder interno. Cerdán no es un político de ideas, sino de estructuras, de pasillos, de favores y de lealtades. Fue él quien apadrinó a Koldo y a su hermano Joseba García Izaguirre, otro personaje sin preparación ni méritos, pero con la virtud de saber obedecer sin rechistar. Ambos fueron introducidos en los círculos del poder socialista por este cacique de Navarra, que lleva años construyendo una red de control territorial al servicio de Pedro Sánchez.

Fue Santos Cerdán quien presentó a los hermanos García a José Luis Ábalos, entonces mano derecha de Sánchez, y al propio presidente del Gobierno. Lo hizo con una recomendación clara: "estos son de los nuestros". Y así fue como un portero de discoteca sin cualificación, sin formación y sin experiencia, se convirtió en asesor de seguridad del Ministerio de Fomento primero, y conseguidor de contratos millonarios durante la pandemia, después.

De portero a escudero de Ábalos

La relación entre Ábalos y Koldo fue más que política: fue simbiótica. Koldo no era un asesor al uso. No redactaba informes ni proponía estrategias. Su trabajo era otro: hacer recados, abrir puertas, vigilar, intimidar y negociar en nombre de su jefe. Era su sombra. Su guardaespaldas. Su asistente. Su chofer. Su conseguidor. Su hombre de confianza.

Se convirtió en una figura clave en la gestión de contratos sanitarios durante la pandemia, especialmente en lo que respecta a las compras de mascarillas, guantes y material médico a precios inflados. Fue en ese contexto donde la red de corrupción empieza a destaparse. Empresas fantasma, contratos adjudicados sin control, comisiones millonarias y una estructura que responde directamente al núcleo duro del PSOE.

Koldo presuntamente cobró comisiones ilegales y ejerció presión sobre altos cargos para adjudicar contratos a empresas amigas, como Soluciones de Gestión, que se convirtió en una de las grandes beneficiarias del caos sanitario. Una empresa sin trayectoria en el ámbito médico, pero con una habilidad sorprendente para facturar al Estado a través del Ministerio de Transportes y otras instituciones públicas bajo control socialista.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y la Fiscalía Anticorrupción lo investigan por malversación, cohecho, tráfico de influencias y organización criminal. Se han registrado cuentas bancarias, domicilios, contratos públicos sospechosos y se han identificado testigos que señalan directamente a Koldo como el mediador de facto entre el PSOE y empresas contratistas. Su nombre aparece en grabaciones, correos electrónicos, documentos oficiales y declaraciones judiciales. Nadie puede alegar ignorancia.

La exmujer de Koldo: otra pieza de la red

El escándalo no acaba en Koldo. Su exmujer, Rosana Alonso, también forma parte del engranaje. Según varias informaciones judiciales y periodísticas, recibió ingresos inexplicables y participó en movimientos financieros sospechosos. Su nombre aparece en sociedades vinculadas a Koldo, y la investigación trata de esclarecer si formaba parte del circuito de comisiones y desvío de fondos públicos. Se investiga si ejerció como testaferro o colaboradora necesaria en operaciones de blanqueo.

La operación en la que se ha visto implicado el clan García no es un caso aislado, sino una red perfectamente diseñada en la que participaban políticos, empresarios y funcionarios. Todo con el objetivo de lucrarse con el dolor, la urgencia y el miedo de la población durante la pandemia.

Santos Cerdán: el padrino en la sombra

Santos Cerdán, el que los introdujo en el partido, no ha dicho ni una palabra. El PSOE tampoco. Nadie ha asumido responsabilidades políticas. Nadie ha dimitido. Nadie ha pedido perdón. Es el modelo Sánchez: silencio, victimismo, cortina de humo y ataque al mensajero. Cuando estalló el escándalo, la primera reacción del Gobierno fue negar toda relación con Koldo, como si no hubiera sido asesor directo del Ministerio de Fomento durante más de tres años, como si no hubiera estado presente en reuniones oficiales, viajes internacionales y encuentros con empresarios.

Pero las fotos existen. Los registros también. Los testimonios son claros. La complicidad de Santos Cerdán es tan evidente como vergonzosa. Fue él quien reclutó a los hermanos García, fue él quien los colocó en los puestos clave, y fue él quien cerró filas cuando empezó a oler mal.

Un modelo de partido basado en la fidelidad ciega

El ascenso de personajes como Koldo o Joseba no es un accidente. Es el modelo del sanchismo: colocar a los leales, no a los competentes. Premiar la obediencia, no la preparación. Convertir el aparato del Estado en una agencia de colocación para amigos, exparejas y antiguos camaradas. Y cuando alguno cae, se le echa la culpa individual y se le deja caer, sin reconocer que todo esto responde a una cultura política podrida.

Hoy Koldo está imputado y señalado como pieza clave de una de las mayores tramas de corrupción del PSOE en los últimos años. Pero no olvidemos que fue el PSOE quien lo hizo posible. No llegó a ese lugar por méritos propios, sino porque el partido lo permitió, lo promovió y lo protegió.

El verdadero rostro del sanchismo

Koldo García no es una anécdota. Es el síntoma. Es la prueba palpable de que el PSOE ha dejado de ser un partido democrático para convertirse en una estructura de poder corrupta y clientelar. Un partido que usa el Estado como botín, reparte cargos como favores y entrega millones en contratos a cambio de fidelidad política.

Es el rostro verdadero del sanchismo: el del portero de discoteca reconvertido en asesor ministerial, el del hermano sin cualificación colocado en cargos públicos, el de la exmujer con movimientos financieros oscuros, el de los empresarios amigos forrándose con mascarillas mientras los españoles estaban encerrados en sus casas y enterraban a sus muertos en soledad.

Y es, sobre todo, el reflejo de un sistema donde la impunidad es la norma, donde el silencio se compra, y donde la corrupción ya no escandaliza porque es parte del ADN del poder.

Javier García Isac

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