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OPINIÓN

La izquierda se ha quitado la careta: del FRAP a Bildu, pasando por Podemos

El guion de los últimos días, con una reunión entre los dirigentes de Podemos y los herederos políticos de ETA, Bildu

La izquierda española ya no disimula. Ya no se oculta. Ya no necesita fingir. El guion de los últimos días, con una reunión entre los dirigentes de Podemos y los herederos políticos de ETA, Bildu, demuestra que el proceso de descomposición moral e institucional que vive España se ha acelerado, y que la izquierda ha decidido dar el paso definitivo: pactar con quienes llevan en su historial las manos manchadas de sangre. O mejor dicho, continuar pactando, pero ahora sin tapujos, sin complejos y sin rubor.

Que Bildu sea un socio fiable del PSOE ya no sorprende a nadie. Lo verdaderamente escandaloso es que la izquierda mediática y política no solo lo acepte, sino que lo normalice. Mientras Pedro Sánchez sigue enredado en una falsa estrategia contra la corrupción, la izquierda real, la que nace del rencor y del resentimiento, hace planes de futuro con quienes jamás han condenado a ETA. Y no lo hacen porque no pueden: porque comparten raíces, porque son lo mismo, porque tienen un mismo objetivo: destruir España.

Es repugnante ver cómo el “ex terrorista” Arnaldo Otegui, que jamás ha pedido perdón a las víctimas, se reúne con Ione Belarra e Irene Montero —la misma que aún cobra del erario público mientras vive en un casoplón que votó con su dedo y no con el alma— para llegar a acuerdos estratégicos con Bildu. Esto no es una alianza de gobierno: es una alianza ideológica. Es una confesión de parte. Es la foto de la infamia.

Y lo hacen, además, en fechas señaladas. En el aniversario del vil asesinato de Miguel Ángel Blanco. Un crimen que conmocionó a España, pero que la izquierda jamás ha llorado. No es casualidad: es un mensaje. Un mensaje de poder, de impunidad, de supremacismo ideológico. Mientras muchos españoles recuerdan con dolor a Miguel Ángel Blanco, la izquierda se abraza con quienes celebraban su muerte.Lo mismo podíamos decir del asesinato de Calvo Sotelo por el PSOE. Más veces de las deseadas, olvidamos que el mismo PSOE ha asesinado más que ETA.

La izquierda española odia a España, y eso ya no es discutible.

Como bien dice Santiago Armedilla: "El pueblo español odia cada vez más a las izquierdas porque las izquierdas odian a España". ¿Cómo apoyar a quienes odian su propia historia? ¿Cómo confiar en una tendencia política que ha asumido sin fisuras la Leyenda Negra, que abomina del 12 de octubre, que desprecia la Hispanidad y que se avergüenza de los logros de nuestra nación?

No se puede. Es moralmente inaceptable.

Los que claman por “recuperar una verdadera izquierda” cometen el error de pensar que alguna vez existió. No existió. La izquierda española, desde el siglo XIX, ha sido antiespañola. Cuando los liberales vendieron su alma a las logias extranjeras, cuando el republicanismo de salón soñaba con destruir los fundamentos de la nación, cuando los socialistas se aliaron con separatistas y anarquistas para provocar una guerra civil. Todo eso forma parte de la misma línea de continuidad.

La izquierda ha sido siempre el enemigo interior. Un enemigo que odia nuestras raíces, nuestra fe, nuestras tradiciones, nuestra unidad, y por supuesto, nuestra soberanía.

Bildu y Podemos, unidos por el FRAP y por ETA

Resulta que el fundador de Podemos se siente profundamente orgulloso de ser hijo de un terrorista del FRAP. ¿Qué más pruebas se necesitan para entender que Podemos nunca fue un partido regenerador, sino la expresión de los viejos odios que incubaban en el resentimiento de la extrema izquierda revolucionaria? Esa extrema izquierda que hoy se arrodilla ante el separatismo vasco, ante la mafia institucionalizada en Cataluña, ante los intereses globalistas que nos quieren convertir en una colonia sin identidad ni alma y que protegen y amparan la corrupción socialista.

¿Y qué hace la prensa? Nada. Absolutamente nada.

Los feladores mediáticos del régimen, los mismos que montan en cólera ante un tuit de VOX o un mitin de Santiago Abascal, se limitan a seguir señalando el supuesto "peligro" del fascismo. Porque su único objetivo es destruir a la única oposición real que queda en este país. Porque tienen miedo. Miedo a perder el chiringuito. Miedo a que el pueblo despierte.

VOX crece, y eso les aterra. Porque VOX no pacta con terroristas. Porque VOX no vende a España. Porque VOX dice en voz alta lo que millones de españoles piensan, pero no se atreven a decir por miedo a las represalias del nuevo totalitarismo progre.

Torrepacheco: otro ejemplo de traición

Lo que ha ocurrido en Torre Pacheco no es anecdótico: es paradigmático. La izquierda ha abandonado por completo a la clase obrera. Ha sustituido la defensa del trabajador por la protección del lumpen, de la delincuencia importada, de las mafias que se han instalado en nuestros barrios con la complicidad del Estado. Un Estado que ya ha declarado la guerra a la nación.

La izquierda ha traicionado a los suyos, porque nunca creyó realmente en ellos. Porque nunca buscó la justicia social, sino el poder absoluto. Y en esa lucha por el poder, se han aliado con los enemigos de España. Con los de dentro y con los de fuera.

Por eso, nosotros no solo tenemos el derecho, sino el deber moral y político de odiar a la izquierda española. Porque es una izquierda que no quiere regenerarse. Que no pide perdón. Que no rectifica. Que no muestra compasión. Que no llora por Miguel Ángel Blanco, pero sí por los asesinos de Paracuellos y no por sus víctimas

Una izquierda que jamás defenderá a España porque no ama a España. Porque no la respeta. Porque sueña con destruirla y levantar sobre sus ruinas un engendro multicultural, globalista y totalitario.

La izquierda se ha quitado la careta. Ahora nos toca a nosotros actuar. Porque si no somos nosotros, no será nadie.

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