
Ione Belarra, el odio a la libertad y la complicidad con el terror
En España ya no caben medias tintas
En España ya no caben medias tintas: la izquierda se ha quitado definitivamente la careta. Ione Belarra, una de las hembras alfa del comunismo hispano, exministra y actual diputada, ha cruzado todas las líneas rojas de la decencia y del Estado de Derecho. La que firmó hace unos días un acuerdo estratégico con el brazo político de ETA —sí, con Bildu, y en presencia del etarra Arnaldo Otegui— ha pedido públicamente la encarcelación de un periodista, Vito Quiles, cuyo único "delito" ha sido informar sobre la realidad que sufren los vecinos de Torre Pacheco, una localidad asolada por el descontrol migratorio que sufre toda España bajo el yugo del sanchismo y su red de aliados.
Belarra no solo ataca a un periodista valiente del grupo EDATV e Informa Radio, sino que actúa como lo que verdaderamente es: una totalitaria sin complejos, una enemiga declarada de la libertad, y una fiel servidora del pensamiento único. Mientras se hace fotos sonriente con los herederos de ETA, se atreve a tildar de “terrorista” a un periodista que denuncia lo que los medios del régimen callan. No hay mayor obscenidad política ni mayor hipocresía moral.

De Bildu a la censura: el camino de los traidores
La izquierda radical española siempre ha sentido una profunda admiración por los asesinos. No es una exageración, es una constatación histórica. Apoyan sin disimulo a quienes mataron en una cafetería a Gregorio Ordóñez, a quienes secuestraron y asesinaron a Miguel Ángel Blanco tras 48 horas de angustia nacional, a quienes sembraron el país de cadáveres, mutilados y huérfanos. Y ahora, con absoluta impunidad, pretenden reescribir la historia diciendo que fue “la polarización” la culpable. Como si una idea justificase una bala en la nuca. Como si el debate político fuera responsable del tiro en la sien de un concejal del PP.
Pero es que esta izquierda no es nueva. Son herederos directos del PSOE que en 1936 ordenó el asesinato de José Calvo Sotelo, uno de los líderes de la oposición, secuestrado en su propia casa por pistoleros socialistas y ejecutado de un tiro en la cabeza. Nadie dimitió. Nadie fue juzgado. Ese crimen de Estado es el que originó una Guerra Civil, no un “golpe de estado fascista”, como siguen repitiendo los revisionistas de la mentira histórica.
Vito Quiles en el punto de mira: la diana ya está pintada
Cuando Ione Belarra acusa de terrorismo a un periodista, no solo está criminalizándolo. Está cosificándolo, deshumanizándolo y poniéndolo en la diana, y esto no es una metáfora: así empieza la violencia política. Primero te convierten en un monstruo ante la opinión pública, luego te linchan mediáticamente, y después, si nadie lo impide, te eliminan físicamente. Porque a esta izquierda no le vale con una muerte civil. Si pudieran, nos matarían. Literalmente.

Que una diputada del Congreso se convierta en juez, parte y verdugo, sin que la clase política del sistema le diga ni una palabra, es el mejor ejemplo del deterioro de la democracia española. Que los mismos que firmaron pactos con ERC, Bildu, Junts y Podemos —es decir, con los enemigos de la nación— permanezcan impasibles ante este tipo de declaraciones, solo confirma que el PSOE se ha convertido en el garante del odio, la represión y la tiranía.
Torre Pacheco: la realidad que incomoda
¿Qué ha pasado en Torre Pacheco para desatar tanta ira contra VOX y los periodistas independientes? Muy simple: la verdad ha salido a la luz. Torre Pacheco, con un 30% de población extranjera —en su inmensa mayoría magrebí— sufre desde hace años una auténtica invasión de delincuencia y agresiones protagonizadas por inmigración ilegal, muchas veces menor de edad en apariencia, que se mueve con total impunidad, arropada por ONGs, subvenciones y la pasividad del Ministerio del Interior.
El 98% de los delitos registrados en Torre Pacheco tienen como autor a extranjeros. Esa es la verdad. Y como esa verdad duele, y sobre todo desmonta el relato buenista del multiculturalismo obligatorio, lo que hace el régimen es perseguir a quien la cuenta. A los agresores no se les molesta. A los periodistas, sí. A los vecinos, también. A los políticos que denuncian el caos, se les llama “ultras”. Y al Ministerio del Interior de Marlaska no solo no se le cae la cara de vergüenza, es que además culpabiliza a VOX y a las víctimas de los altercados.
Una izquierda que odia a España y ama a sus verdugos
Ione Belarra, Irene Montero y toda la cúpula de Podemos forman parte de esa izquierda que odia a España, desprecia a los españoles y envidia a los asesinos. Tienen como referente a las FARC, a ETA, al FRAP, a la Cuba castrista, a Venezuela y a cualquier régimen totalitario donde puedan reprimir sin límites.
Se les nota el asco que les da nuestra historia, nuestra fe, nuestras tradiciones y nuestros símbolos. Su odio no es solo ideológico, es visceral. No odian lo que representamos, odian lo que somos. Odian al español que madruga, que trabaja, que paga impuestos, que educa a sus hijos en libertad. Por eso no es de extrañar que en su mundo ideal no haya lugar para periodistas libres, para medios independientes, ni para voces discrepantes.
Estamos ante una amenaza real
No estamos ante una anécdota. Estamos ante una declaración de guerra. Una diputada nacional, que ha jurado la Constitución, pide cárcel para un periodista porque no le gusta lo que dice. Y nadie —salvo los medios valientes y los ciudadanos despiertos— levanta la voz.
No hay mayor prueba de que el Estado está secuestrado por una ideología autoritaria, y que esta ideología no es otra que el neocomunismo totalitario que representa Podemos y que blanquea el PSOE.
Hoy es Vito Quiles. Mañana puede ser cualquiera. La izquierda nos quiere silenciados, arrodillados y aterrados. Y si nos resistimos, nos quieren muertos.
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