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Pedro Sánchez abatido
OPINIÓN

Un gobierno acabado que se aferra al poder

La opinión de Javier García Isac de hoy, martes 9 de septiembre de 2025

España vive una situación anómala desde hace ya demasiado tiempo. Tenemos un gobierno acabado, sin presupuestos y sin rumbo, cuya única obsesión es mantenerse en el poder a toda costa. Pedro Sánchez no gobierna: resiste. No construye: destruye. No une: divide. Ha convertido la presidencia del Gobierno en un refugio personal, un escudo frente a la corrupción que rodea a su familia, a sus ministros y a sus socios.

Sánchez sabe que no presentará presupuestos, porque hacerlo supondría poner sobre la mesa su verdadera debilidad. Se aferra al poder con la misma desesperación con la que un náufrago se aferra a una tabla. Ha convertido a España en un país en suspensión, con un Estado paralizado y con una ciudadanía cansada de soportar las mentiras, los golpes de efecto y las maniobras de distracción de un Ejecutivo que agoniza pero que se niega a morir.

Totalitarismo en estado puro

El sanchismo no tiene intención alguna de rectificar ni de reconocer errores. Al contrario: sus tics totalitarios se han elevado a la máxima expresión. Control de los medios de comunicación mediante subvenciones millonarias, ataques constantes al poder judicial, utilización de la Fiscalía como tapadera de la corrupción socialista, persecución a periodistas críticos, leyes mordaza disfrazadas de progresismo. Todo el manual de la izquierda totalitaria está siendo aplicado con precisión quirúrgica.

Sánchez gobierna como rehén de sus socios y verdugo de los españoles. Su único horizonte es su supervivencia personal, aunque ello suponga arrastrar a la nación entera hacia el abismo.

Los socios del odio a España

El drama es que sus socios —separatistas, filoetarras, comunistas y oportunistas de salón— prefieren a Sánchez antes que permitir un gobierno en el que Vox pueda entrar con fuerza. Para ellos, lo mejor es un presidente corrupto, acorralado, sin principios, dispuesto a vender lo que sea con tal de seguir en el sillón. Un Sánchez dócil, rehén de sus miserias y manejable como un títere al servicio de quienes ponen en peligro la unidad y la soberanía de España.

Los mismos que organizaron un golpe de Estado en Cataluña, los que nunca han condenado a ETA, los que se ríen de nuestra bandera y de nuestra Constitución, los que viven de la traición y del chantaje, hoy marcan la agenda del Gobierno. Y Sánchez se somete a ellos sin pudor, porque sabe que sin su apoyo no duraría ni un minuto en Moncloa.

Mentiras y propaganda

El sanchismo se sostiene sobre un edificio de mentiras. Nos hablan de resiliencia mientras se destruye empleo. Nos hablan de igualdad mientras colocan a familiares y parejas en cargos públicos. Nos hablan de democracia mientras insultan a los jueces y amenazan a los periodistas. Nos hablan de clima y de Agenda 2030 mientras permiten que España arda cada verano por su negligencia y fanatismo.

Todo es relato, todo es propaganda, todo es mentira. Y lo que no se controla con mentiras, se silencia con miedo.

Una anomalía insostenible

España no tiene presupuestos ni los tendrá, porque eso obligaría a Sánchez a retratarse y a enseñar sus verdaderas cartas. Lo que sí tiene es un Gobierno agotado, ilegítimo en su proceder, sostenido únicamente por quienes odian a España y por una maquinaria de propaganda que ya no engaña a nadie.

La anomalía democrática que padecemos no es coyuntural: se ha convertido en el estado permanente del país desde que Sánchez llegó a la Moncloa con una moción de censura apoyada por golpistas y proetarras. Desde entonces vivimos bajo la dictadura del chantaje, la corrupción y la mentira.

España no merece un Gobierno en descomposición que prolonga artificialmente su agonía. No merece un presidente que ha vendido su alma y la dignidad de la nación por mantenerse un día más en el sillón. No merece la farsa de un Ejecutivo sin presupuestos, sin proyecto y sin patria.

La pregunta ya no es cuánto aguantará Sánchez, sino cuánto más aguantarán los españoles.

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