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Un boxeador en el ring durante un combate con el público de fondo.
OPINIÓN

George big Foreman … murió el hombre, la leyenda continúa

Por Gustavo Vidal

El pasado 21 de marzo falleció, más bien “pasó al otro lado” (passaway)  la hasta entonces mayor leyenda viva del deporte y la superación. Pero solo murió el hombre, la leyenda continúa. Indeleble, brillante, como una estrella sobre el océano guiando el derrotero, evitando los naufragios…

No se equivoca el escritor Sergio Guadalupe[1]  cuando califica a George Foreman de “epopeya emotiva, repleta de valores morales, un ejemplo de superación y esfuerzo y, sobre todo, una maravillosa demostración de fe en uno mismo ante el escepticismo y la condescendencia de la mayor parte de expertos y aficionados”.

Una hamburguesa para seis

En el Fith Ward, suburbio de Marshall, Texas, algunos rótulos roídos por cien lluvias y mil vientos anunciaban el lugar donde una vez se vendieron libros. Tiendas de ropa usada exponían pingajos sobre cartones en las aceras sucias, y vagabundos aferrados a una botella se sostenían espectrales en las esquinas a la espera del soplo de viento que los arrebatara. En este lugar vería  la luz George Foreman el 10 de enero de 1949.

Ocasionalmente, George y sus seis hermanos podían degustar una hamburguesa… a repartir entre los presentes.

En esa galaxia oscura de pobreza extrema, el abandono escolar y la delincuencia constituían los agujeros negros absorbedores de miles de adolescentes.

Quizá fue casual, pero una mañana, el joven Foreman contempló en una tienda de televisiones un anuncio sobre el programa Job Corps.  Él no lo sabía, pero aquellas imágenes en 525 líneas[1]  iban a cambiar su vida…

En los Job Corps

A principios de los sesenta, la tasa de paro juvenil en Estados Unidos duplicaba al desempleo de adultos. De manera que el Secretario de Trabajo, William Wirtz, bajo la supervisión de Sam Merrick, manager de Recursos Humanos, confeccionó un minucioso programa mediante el cual miles de jóvenes recibirían una formación profesional adecuada a la par que contribuían a la nación mediante el trabajo en parques y jardines.

En suma, lejos de subsidios y migajas estatales, aquellos jóvenes dispuestos a mejorar su vida, dividían el tiempo entre el estudio y el trabajo en pro de la comunidad. Los parques nacionales federales, bosques nacionales y otras tierras de la nación se llenaron de jóvenes alejados de perniciosos agujeros suburbiales y entregados al trabajo y la formación.

Tanto la organización como los presupuestos fueron aprobadas por el Congreso Norteamericano tras su redacción por la administración del presidente Kennedy quien, desgraciadamente, no pudo contemplar los frutos de la iniciativa[2]

Lyndon Johnson[3]tomaría con indisimulada ansia aquella guerra contra la pobreza, un apartado de su agenda

denominada la Gran Sociedad. Siete décadas más tarde, Foreman, convertido en la mayor leyenda viva del boxeo, no pocas veces se refiere a aquella iniciativa y a los más de dos millones de jóvenes asistidos

En realidad, la idea era añeja. Podíamos decir que había fermentado en la barrica del antiguo CCC (Cuerpo de Conservación Civil) diseñado por Sargent Shriver, primer director de la Oficina de Oportunidades Económica durante la llamada Gran Depresión.

George Foreman frisaba los cinco años cuando los Job Corps comenzaron a rodar.  Y cuatro década más tarde protagonizaría uno de los mayores hitos de la historia no solo deportiva, sino de la vida… pero de todo ello, de su grandeza deportiva y humana, de su conversión al cristianismo y del ejemplo de esfuerzo, sacrificio y resiliencia, ejemplo tan necesario para las actuales generaciones hablaremos otro día si Vds me lo permiten.

Descansa en paz, big Georges Foreman.

Bendiciones

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